La presentación estaba hecha y mi voz no había sido la mejor, pues me había dejado llevar por ese nudo que se había formado en mi garganta al pensar que Dan podía irse. Al pensar en que yo podía irme. Lo que no causo otra cosa que desconcentrarme más de lo que me gustaría.
Estaba bajo la mirada atenta del jurado, esperando que alguno de ellos se animara a juzgar mi presentación, rogando, y a la vez no, que no fuese Miguel el elegido, dado que solía ser quien se daba cuenta hasta del aire que inhalaba intentando que sonara lo más lejos que podía del micrófono.
—Tu trayectoria aquí ha sido una montaña rusa, ¿no es así?
—La verdad sí... —murmuré y no supe que más decir, pero no tuve que improvisar nada pues Miguel no tardó en retomar la palabra.
—Y aún así es más triste ver que en sentencia es donde más arriesgas tu puesto dentro del programa —se encogió de hombros con un gesto de incredulidad y disgusto plantado en la cara—, tus falsetes fueron terribles. Saber cuanto aire tomar es algo que les han enseñado desde el inicio del programa, pero parece que a ti te entró por una oreja y se te salió por la otra, porque el aire no te daba.
Inhalé una bocanada de aire para intentar mantener mi mirada fija en él sin titubear. Tenía razón y no tenía nada que refutarle, pero debía mantener una expresión impasible.
—Pero hay que darle un poco de crédito a la chica, no todo salió mal —intervino Minerva, otra de los jurados.
—Estamos en una semifinal, todo debería salir perfecto —zanjó Miguel, sin dejar que nadie más pudiese añadir algo más.
Asentí ante sus palabras y cuando me preguntaron si tenía algo que agregar, me limité a negar con la cabeza y plantar una sonrisa en mis labios hasta que la cámara dejo de enfocarme.
Chio y Dan me recibieron con un abrazo cuando llegué a sentarme a su lado, mientras esperábamos que presentaran a Denise. Mi intento de sonrisa no engañó a mis amigos —que después de haber pasado más de dos meses conviviendo conmigo habían aprendido a reconocer mis intentos de sonrisa—.
—Lo hecho, hecho está —musitó Chio, recordándome vagamente a mi padre, lo que me hizo sentir un poco más triste porque lo extrañaba y mucho.
Asentí sin necesidad de agregar nada más antes de refugiarme en sus brazos, Dan tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos dándome un suave apretón. Iba a extrañarlos mucho cuando el programa acabara. Nos veríamos, claro que sí, pero no de la manera constante en la que había sido los últimos meses.
Alguien de producción se acercó para llevarse a Dan de nuestro lado, por lo que entrelacé mi brazo con el de mi amiga mientras esperábamos a que su presentación empezara.
Fijé mi vista en la pantalla por la que veíamos los videos que la producción recopilaba con lo que llamaban «los mejores momentos de la semana». Básicamente el resumen de nuestra semana era: risas, llantos y momentos cursis; incluso habían puesto tomas de la noche anterior. Una capa de lágrimas cubrió mis ojos al vernos abrazados y recordar como Dan intentó —una vez más— subirme el ánimo en la semana.
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Estrellas perdidas
Teen Fiction«Que nuestros sueños sean como estrellas y brillen cuando la vida solo nos dé oscuridad» *** Alya siempre anheló brillar como las estrellas y deleit...