Capítulo doce

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Decir que los nervios y la constante repetición del «¿cómo llegaron hasta aquí?» de Denisse no me jugaron en contra sería una total y completa mentira

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Decir que los nervios y la constante repetición del «¿cómo llegaron hasta aquí?» de Denisse no me jugaron en contra sería una total y completa mentira. Si que lo hicieron, sumándole el hecho de que mi coordinación de manos y pies era nula, por lo que tuve que esforzarme casi el doble para intentar seguir la pequeña coreografía que nos habían marcado.

Lo veo, me gusta, lo quiero, lo consigo —di por terminada la canción con un una mirada con la que intentaba transmitir la seguridad que muchas veces me faltaba.

Mi parte había sido pequeña y podía afirmar que mi improvisación fue mejor de lo que esperaba. Maldije a Denise internamente porque hizo que cambiáramos las partes que le tocaba a cada uno y cada integrante del grupo tuvo que improvisar partes que no habíamos ensayado.

El jurado nos dedicó una mirada neutra que no transmitía si les había gustado o no la presentación.

Inhalé y exhalé lentamente, esperando por la deliberación del jurado. Mordí mi labio inferior tratando de mantener mis nervios a raya. Busqué con la mirada a Ro que mantenía un pulgar arriba en mi dirección y me instaba a inhalar y exhalar aire a lo lejos. Ella había ido antes y de su grupo habían quedado ella y Daniel, si tenía suerte estaría sentada en el mismo sillón que ellos esperando por los demás equipos.

Entrelacé mis manos en mi espalda, cruzando los dedos pidiendo internamente porque mi parte no hubiera sido tan desastrosa como la sentí. Vi por el rabillo del ojo a Denise que mantenía una sonrisa segura en su rostro. Todo en ella demostraba seguridad y confianza en sí misma, mientras que yo era un manojo de nervios.

—Grupo ocho, debo decir que este es el número que más me ha gustado hasta ahora —habló Gia con el micrófono en una mano y moviendo en el aire la otra—. Esa competencia de ver quién era el siguiente en cantar fue asombroso, lograron transmitir lo que se verá en el programa.

«Si supiera que en realidad era una competencia porque Denise nos había cambiado el juego no estaría tan fascinada», pensé.

Todos asentimos y ella nos instó a darnos un pequeño aplauso a nosotros mismos. Finalmente volvió a tomar el micro, luego de intercambiar algunas palabras con quienes la acompañaban en la mesa de jurados.

—Cuarenta y cuarenta y nueve, den un paso adelante por favor —pidió y junto a Denise hicimos lo pedido—. Lamentablemente no podemos tenerlos a todos.

Agaché la cabeza sin atreverme a ver cómo me dejaban fuera. Internamente agradecí que Denise saliera conmigo, después de todo casi arruina la participación de los demás en las audiciones.

—Es por eso que hemos decidido que ustedes dos pasan a la siguiente ronda.

Pellizqué mi muñeca comprobando que no estaba en un sueño. Había escuchado bien. Estaba en la fase final de las audiciones y los aplausos de Ro y silbidos Dani me lo confirmaron.

Estrellas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora