Desde el gazebo en el jardín norte del palacio Eleonor sonrió a gusto mientras miraba cómo su hija Elbia y Albert compartían muestras de cariño mientras caminaban juntos a Candice al lugar donde se encontraban los caballos. Simplemente no podían estar separados, estaban en esa etapa que tanto quiso vivir con John, pero que sus padres le impidieron. Y con el duque nunca hubo muestra de cariño de su parte, siempre era seguir el protocolo y el qué dirán.
Quizás, sólo quizás, si este le hubiese dado un poco de amor o atención ella hubiese llegado a amarlo. Ahora miraba a su hija, feliz con Albert y aunque sabia que habían roto varias reglas del decoro, ya no le importaba, su hija era feliz.
Y si las cosas seguían como ella esperaba, su hija, su adorada hija se casaría por amor. Sería feliz junto a un hombre que también la amaba.
De principio le había molestado la presencia del rubio por haberla engañado al no decirle el tipo relación que tenia con la esposa de su hijo. Pero luego de haber hechos ciertas averiguaciones, se había dado cuenta que era excelente partido para su hija y que con él, el futuro de Elbia estaba seguro. «Otro millonario excéntrico», pensó.
Otro era el caso con Candice, tenia carácter, era exigente, sabia lo que quería y sobre todo había logrado algo que aunque le pesara reconocer era cierto: Su hijo sonreía nuevamente.
Esto no significaba que le fuese tolerable la joven, pero muchas cosas en este poco tiempo habían cambiado y debía decir que para bien. Ya no tenia la presión de ocuparse de la casa y de tantas obligaciones que le correspondían como duquesa, la joven había tomando el control y hasta la fecha lo hacia muy bien.
Pensó que era momento de darse por vencida en la tarea de sacarla del camino de su hijo el día que entró a la cocina y los vio a los dos preparando un pastel y jugando con la harina haciendo que todo fuese un caos. La joven pareja se tiraban de aquel polvo y jugueteaban sin parar corriendo el detrás de ella para luego alcanzarla y besarla tiernamente. Entonces su corazón se llenó de emoción cuando escucho la carcajada de su hijo. Terence era feliz.
Aunque le doliera aceptarlo, él su hijo, estaba riendo, era feliz junto a esa intrusa. Esa que le había quitado la oportunidad a ella de ser feliz junto al hombre que amaba, pero que hacia reír a su hijo. En estos días lo había visto brillar, hacer cosas que en 10 años jamás había visto y entonces comprendió que eso, este momento que vivía su hijo, era mas importante para ella que su propia felicidad.
Esa misma tarde decidió visitar a su ahijada y decirle que no contara más con ella, que no se involucraría más en la relación de su hijo y que si ella fuese sensata, haría lo mismo. Pero la negación que encontró en la joven le asustó, sus ojos reflejaban odio y no le bastó con amenazarla con contar lo que había visto hace años entre ella y John, sino que juró que no descansaría hasta sacar a Candice del lado de Terence.
De esa visita ya habían pasado varios días y ella esperaba que Margaret hubiese aceptado la realidad, como ella misma comenzaba a aceptar.
– Su te se enfría –le dijo su fiel compañera Cecilia, quien miraba a la joven pareja y a Candy hablar mientras caminaban.– Hacia mucho tiempo que no se veían tantas risas en esta casa.
– Creo que nunca. –corrigió mientras tomaba el té y lo llevaba a la boca.
– Y pronto tendremos otra más –añadió sonriente y mirándola
– ¿A qué te refiere? –indagó sin entender quién más le visitaría.
– ¿No te has dado cuenta? –Eleonor la miró intrigada y movió la cabeza e lado a lado– Vas a hacer abuela. Candy esta en espera.
ESTÁS LEYENDO
El secreto del Duque
FanficEl guarda un secreto que traería problemas a todo el reino. Pocos saben de aquel secreto que no le deja dormir y que le recuerda que le es imposible cambiar su futuro. ¿Podrá la reina perdonarlo? ¿Podrá perdonarse el joven duque? Los personajes de...