Si los fundamentos son destruidos; ¿qué puede hacer el justo?

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No bien había llegado a la entrada principal; el ruido del auto le confirmaba que se había marchado. Apretó fuertemente aquel papel en sus manos sin importarle que la tinta se las ensuciara o le dejará marcas en su blanco vestido.

«Se ha marchado con esa.», pensó mientras veía cómo se alejaban.

Sus ojos azules reflejaban la frustración que sentía en este momento; no podía creer lo que acababa de hacer Terrence... Su hijo, aquel que siempre había sido tan propio, educado y que cuidaba que cada regla se llevará a la perfección; hoy se mostraba de forma tan descarada ante todo el mundo. No conocía a este hombre que salía en los medios de esta forma tan poco reservada; y lo peor de todo es que su hijo se convertiría en la comidilla de las noticias y los tabloides amarillistas. Y de paso sus amigas comentarían de la falta de decoro de dicho hombre que hasta el momento contaba con una intachable reputación.

Desde el momento en que tomó el periódico en sus manos temprano en la mañana había comprobado la mala influencia que era la dichosa mujercita esa. Hubiese deseado ir a despertarlo, pero recordó el mal humor que poseía cuando lo hacían y prefirieron esperar hasta el desayuno, pero él había preferido salir corriendo que enfrentarla y darse cuenta del error que había cometido.

«Por que todo lo relacionado a dicha mujer era un total y garrafal error.», pensaba mientras continuaba de pie en la entrada de la casa.

Oficialmente la detestaba, ella había logrado destruir con su aparición el buen nombre de su hijo; nombre que le había costado tanto construir, tantas humillaciones soportar, ser la esposa perfecta de un hombre a quien nunca amó y que ahora por la presencia de la supuesta esposa; se vería en todos los medios de Londres como un libertino.

Cuando sus ojos se posaron sobre el pedazo de papel y vio aquellas fotos de la noche anterior, donde se veía a Terrence rompiendo todas y cada una de las normas del protocolo y de la etiqueta de la menarquia y de su rango quiso morir.

Cómo era posible que esto estuviese pasando.

¿Acaso esta mujer lo había embrujado? Jamás había visto a su hijo mostrar afecto en público y ahora parecía cualquier tipejo besuqueando sin cesar a la rubia. Todas y cada una de las fotos mostraban a su hijo con las manos sobre la rubia en lugares no correctos.

– Deberías dejarlo ser feliz –susurró aquella voz que tanto conocía. Volteó su rostro a él y le miró buscando entender sus palabras.

– ¿A qué te refieres con eso? –inquirió molesta. «Ella sólo quería la felicidad de su hijo. Y esa jovencita recién llegada jamás lo sería», pensó mientras continuaba mirándole fijamente.

– Si lo que quieres es que él sea feliz... Entonces déjalo ser feliz con la mujer que ha elegido. –insistió John al darse cuenta que ella no pretendía cambiar de parecer.– El tiene derecho de elegir a quien quiera y estar con quien quiera. –continuó acercándose ahora a la que una vez soñó con convertirla en su esposa– Ya no estamos en la época donde los padres deciden el futuro de los hijos. Él es un hombre y sabe lo que le conviene.

– Terrence no sabe lo que le conviene. –contraataco con el mismo tono en que le había hablado el hombre que amaba.– No voy a dejar que dañe lo que a mí me ha costado tanto construir; su reputación y futuro por estar detrás de una falda cualquiera. –y sin mirarlo comenzó a caminar hacia el estudio donde sabia que nadie podría escucharlos.

– ¿Falda cualquiera? –preguntó agilizando sus pasos al darse cuenta que esta le dejaba detrás. Al llegar cerró la puerta para que nadie entrara.– Te recuerdo que esa mujer es su esposa. Están casado legalmente y la reina ha reconocido dicha unión.

– Pues yo no. –gritó alejándose de John par que no viese como lagrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

– No está en ti aceptarlo. –susurró mientras se acercaba por detrás y colocaba sus manos en sus hombros.– Dale una oportunidad al amor. Deja que ellos vivan ese sueño de amor que nosotros no pudimos; ayudemos a que sean felices y seamos felices nosotros. –aprovechó que esta se encontraba tranquila y le dio vuelta para que quedase frente a él. Acarició su rostro mientras limpiaba aquellas lagrimas que caían y bajaba su mano hasta su cintura.

– No dejaré que mi hijo dañe todo lo que a mí me ha costado tanto. No mientras yo viva; no le dejaré al lado de una mujer que representará su desgracia. –amenazó alejándose de John y dirigiéndose nuevamente a la venta.

– ¿Qué ha pasado contigo, Eleonor? –preguntó buscando una explicación a la actitud de la mujer que tanto amaba.– ¿Dónde está la mujer dulce que tanto amé? Tanto que has criticado la actitud de tus padres y la corona; y quieres hacer lo mismo con tu hijo.

– No compares mi deseo de protección con las barbaridades que hace la corona y con lo que me hicieron mis padres. –contestó furiosa ante aquellas preguntas– Yo sólo quiero lo mejor para Terrence y para nosotros. –añadió mientras era ella quien ahora se le acercaba y tomaba las manos de John.– Es hora de que seamos felices y mientras esa mujer esté junto a Terrence, jamás podremos serlo.

Necesitamos que se valla y que Terrence vuelva con Margaret. –dijo sin dejar de mirarlo– Necesitamos que se valla para que nosotros seamos felices. Margaret es la mujer perfecta para Terrence y la mejor aliada cuando comencemos nuestra historia de amor.

– Jamás, escúchame bien Eleonor, jamás haré algo contra la felicidad de Terrence. –declaró furioso al darse cuenta de la realidad del plan de Eleonor.– Terrence no podrá llevar mi sangre, pero es como mi hijo y jamás dejaré que tú, ni nadie le haga daño. Terrence seguirá casado con Candice mientras ellos así lo deseen y yo personalmente cuidaré que lo hagan.

– ¿Cómo puedes estar del lado de esa aberración de matrimonio? –inquirió molesta mientras veía como John se apartaba de ella y comenzaba su camino a la salida.

– Aberración es en lo que te estás convirtiendo. –volteó la cara a ella y la miró fijamente– Piensa bien tus paso Eleonor, por que yo estaré muy detrás observando y cuidando de Terrence y Candice.

– No puedes hacer eso. Si te pones del lado de ellos... Si no me apoyas... Es el final de lo nuestro.

– Hace tiempo que esto debió acabar. –y sin decir palabra alguna salió de aquel estudio dejando a Eleonor furiosa y llorando ante la actitud de quien ella pensaba sería su incondicional en este momento.

Si los fundamentos son destruidos; ¿qué puede hacer el justo?


OoOoOo

Hola bellezas... 

 Cumpliendo una promesa para mi querida Alfonsina... ❤️ Happy birthday bella...  Y muchas bendiciones

¿Qué le has parecido Eleonor?  😉😉 Linda suegra se gasta la pecosa... 


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