Hasta que apunte el día y huyan las sombras

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Necesitaba salir de este lugar. 

El cuerpo me ardía por las sensaciones antes vividas, ella era capaz de hacer que mi mundo saliese de su lugar con tan sólo quererlo.

Tomé el mobil y marqué el número de John mientras me dirigía al coche donde me esperaba el chofer.  Tenía una charla pendiente con él y este era el momento de enfrentarlo. 

Mientras caminaba al coche sentí su mirada sobre mí y justo al entrar al auto pude ver su figura ocultarse detrás de la cortina.  Es increíble cómo aún conservo este hilo invisible que me atrae a ella como si fuese un imán.  Mi respiración se aceleró al recordarla y sonreí, por primera vez la sonrisa llegó hasta mis ojos y aunque fuese por tan sólo segundos, me di la oportunidad de soñar.

Al cerrar la puerta del auto encuentro a quien buscaba.  Me mira y sonríe levemente.  El debería estar asustado, pues sabe que no estoy de buen humor y ya me ha visto antes.

– Buenos días Lord Granchester –me dice mirándome fijamente, no hay nada en su mirada que detone miedo y eso me molesta aún más.

– No creo que sean tan buenos –respondo en tono seco y molesto– ¿Por qué has hecho esto? –pregunto sin dejar de mirarlo.  El me mira y luego voltea al chofer

– Mark, por favor danos un momento –y el chofer se baja dejándonos solos en el automóvil. – Lo he hecho por que no ibas a permitir que cometieras una locura, de la cual estoy más que seguro te arrepentirías –iba a refutar su respuesta, pero levanto su mano para callarme y continuo– Sí te lo hubiese dicho, no me hubieses prestado la atención.

– En eso te equivocas –respondí

– Terrence, eres como un hijo para mí.  Puedo leerte con tan sólo mirarte. –sonrió mientras ponía sus ideas claras– Por ejemplo esa sonrisa que hiciste al entrar al auto, para ser exacto –dijo colocando sus dedo en sus barbilla– 10 años sin ella ¿O me equivoco?

– No sé de que hablas –respondí, sabiendo que le mentía, pero no iba a aceptarlo.  Volví la mirada a la ventana de Candice con la tonta esperanza de volver a verla.  10 años donde no sentía esto que ella me hace sentir.

– Puedes engañar a quien quieras, pero no a mí. –me miró y al verlo entendí que él tenia razón.  Engañarlo a él no sería el mayor problema, seguir engañándome, sí.  Como quería poder gritarle y decirle que estaba errado, que no sentí y menos sentía nada por la mujer que estaba en mi casa. 

Aquella que legalmente era mi esposa.  Pero que no era mía.

– No tengo por que darte explicaciones –respondí de mala manera, pero para ser sinceros, sabia que no podría engañarlo ir más que lo intentara.

– Acabo de estar reunido con la reina y ella ha pedido verlos de inmediato –esto me había sorprendido, pues había imaginado que debido a su agenda, nos vería hasta final de la semana.  De Érica sentirme feliz, pero no lo estaba.  Este era el inicio de un final definitivo y el saber que ya jamás la volvería ver.– Terrence –mencionó mi nombre y con ello logró sacarme de mis pensamientos– Sé que el camino no será fácil, pero lucha por tu felicidad, lucha por aquella que amas y no dejes que nadie, ni nada te quite la posibilidad de ser feliz.

– ¿Por qué lo dice? –pregunté sorprendido por esto que me pedía John

– Hablé con tu abuela y ella agilizará el divorcio.  No está feliz con todo esto y menos que ahora tu vida privada sea parte de los medios.

– Este matrimonio nunca debió ser.

– Pero lo fue –me interrumpió– fue real y tu fuiste feliz el tiempo en que estuviste junto a ella. –me miró fijamente.  No tenia que decir ante aquello que sabia era verdad.  Ella había llegado como un rayo de luz a mi vida, pero igual la había apagado.

El secreto del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora