¡Sobran las razones para amarte!

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Siento como algo suave acaricia mis labios y juega con ellos. La caricia es tan placentera que no quiero despertarme.

La suavidad de las sabanas me envuelve y sin abrir los ojos me acercó más, aún más a ese calor que me atrae. Su perfume me embriaga y me siento volar. No sé donde estoy, ni la hora, día o año, sólo sé que estoy feliz. Que he dormido como nunca en mi vida y que él está aquí conmigo.

Regocijémonos y deleitémonos juntos,

celebraremos tus caricias más que el vino.

¡Sobran las razones para amarte!

Abro los ojos y ahí frente a mi está Terry tocando el puente de mi nariz. Su pelo revuelto y desordenado haciéndolo lucir más bello que nunca. Me declaro su fan #1.

– Despierta bella durmiente –me dice sonriente sin dejar de tocarme. Sonrío mientras más me acerco a él y pego mi cuerpo al suyo. ¿Y quién no se aprovecharía de este momento?

– Veo que te siguen gustando mis pecas –le digo mirándolo fijamente

– Sólo quería contarlas. –responde de forma inocente– Quiero asegurarme que ninguna haya desaparecido y que estén todas en su lugar. –continúa tocándome y me siento volar.

– ¿Y ya saben cuántas son? –pregunto mientras comienzo a moverme entre las sabanas para que mis piernas le toquen.

– Sólo las del rostro –responde pícaramente– me faltan las del cuello, la espalda y quizás algún otro lugar que me faltó explorar.

– Sabias que la curiosidad mató al gato. –digo sutilmente

– Tengo entendido que era gata. –habla mientras su dedo baja a mi cuello. Cierro los ojos y muerdo mi labio inferior y mi respiración me empieza a fallar. «Si esto es lo que me hace sentir con tan sólo usar sus dedos...», pienso y un remolino me llena en el interior.– Debemos levantarnos.... Ya pasan de las 10 de la mañana.

– Es temprano aún. –protesto tomando las sabanas y me arropo hasta la frente con las ellas

– Candice debo ir a un lugar y deseo que me acompañes.

– ¿Tengo que ir? No quiero levantarme – manifiesto mi deseo de seguir en esta cama, su cama y dejándole casi sin ninguna de las sabanas y me envuelvo aún más.– Tengo sueño. ¿Acaso tú no tienes sueños?

– Digamos que es la primera vez en años que duermo pasada las 5:am. Y... Si tienes que venir. –dice mientras me desarropa y me hace cosquillas para que despierte.

– Sí lo pides de esta forma claro que deberé acompañarte.... ¡Me rindo has ganado! –grito sin parar de reírme.– Te ves hermosa acabada de levantar. –acaricia mi pelo suavemente, envuelve en sus dedo un rizo rebelde y le acaricia como si se tratara de algo muy valioso. Sus dedos ahora surcan mi cara.– Vamos que quiero hacer de este viaje uno inolvidable. –se levanta y toma mi mano para ayudarme a poner de pie.

– Voy a mi recamara a prepararme.

– No es necesario. –le miro sin entender y entonces voltea la cara hacia el sofá escarlata y allí veo todas mis maletas, ropas y cosas personales– Pensé que como estamos en temporada de tormenta y para evitar que pases malas noches.... Bueno que de una te quedaras ya aquí conmigo y así nos hacemos compañías ambos. –continuo mirándole tratando de asimilar lo que acababa de decirme– Recuerda que también le temo a los truenos.

– No seas tonto. Claro que sé que no le temes. –le digo poniendo mis ojos en blanco

– ¿Lo dudas? Acaso anoche cuando llegaste no me viste todo asustado y casi temblando. –me mira con cara de inocente y me acercó a él de forma sigilosa y coqueta.

El secreto del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora