Imponente como ejércitos en orden

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Me sentía sin salida...

La razón simplemente desaparece cuando se trata de ella... Candy, mi esposa y la mujer que se adueño de mi corazón con tan solo una mirada.

Mis fuerzas no son suficiente para poder luchar contra los impulsos que genera con su sola presencia. Ahora me debatía entre la conciencia y aquellos sentimientos que creía enterrados.

Me había portado mal, muy mal con ella, pero no iba a dejar que se diera cuenta de estos tontos sentimientos que aun guardo. Soy patético.... Amo a la mujer que me dejó sin ninguna explicación, dejando mi mundo al revés.

He sufrido demasiado su ausencia, como para olvidar de la noche a la mañana lo que hizo.

¿Cuántas veces me cuestioné mi existencia luego de tu partida? Sin embargo y aunque me duela decirlo; cada poro de mi ser se muere por ti.

Mi pecosa de labios dulces, tan dulces como ayer. Aun recuerdo lo suave y tiernos de aquellos besos que me hicieron conocer la gloria.

¿Quién es ésta que se muestra como el alba,

Hermosa como la luna,

Esclarecida como el sol,

Imponente como ejércitos en orden?

Desde el momento en que mis ojos la vieron, supe que no sería dueño de mí mismo.

¿Mi pecado? Volver a perderme en esas lagunas verdes que me descontrolan y arrastran hasta aquel abismo donde solo sus besos son capaces de liberarme.

No lo niego, eso hice.... Quise liberar este dolor, esta amargura y tristeza que inunda mi alma y revivir la luz con la esencia de la mujer que amo. Por que yo si te amé y aún te amo Candice White.

Desee besarla desde el momento en que ella puso el primer pie fuera del auto. ¡No! Miento, desde mas aún, desde que John me dijo que ella volvería. Sólo el saberlo hizo que todos mis sentidos la desearon, y mi corazón la esperaba con ansias locas.

Jamás podría describir con palabras lo que sentí al verla. Pero, sí que por primera vez en mucho tiempo me sentí completo en el preciso momento en que ella cerró sus ojos y la besé. Vi como las tinieblas que cubren mi vida se evaporaban y la luz del sol llenaba todo mi ser.

Un segundo, tan solo un segundo más y hubiese caído en este deseo loco por ella, mi esposa. Por que aunque te duela eso eres, mi esposa. Y no me importa que sea sólo por unos días, unos meses o toda una vida. Eres mía.

Ella había aceptado mi beso... Correspondió a mis besos como si realmente sintiera algo

¿Por qué Candy?

¿Por que dejaste que te besara? No debí ser tan débil y mostrarte a primera que "En mí nada ha cambiado". Debí ser fuerte, debo serlo; por mi propio bien.

Terrence estaba molesto consigo mismo, no sabía por que su cuerpo le había traicionado de esa manera, cuando su mente le gritaba que se alejara de ella desde el momento en que dio el primer paso al verla tropezar y caer al suelo.

Pero era ante todo un caballero y se había jurado siempre protegerla desde aquella vez que Neal y sus amigos intentaron hacerle daño. Por ello, cuando vio que caía, no lo pensó dos veces y salió corriendo a socorrerla. Sin embargo, el tenerla en sus brazos fue demasiado para el poco valor que había guardado en aquella barrera que había pretendido levantar.

Sus ojos azules, tan azules como el cielo le miraban fijamente, expectante ante la respuesta de este hombre que frente a ella, hoy tenia una verdad que involucraba a uno de sus seres mas queridos.

Estaba molesta y en espera. Algo que odiaba.

Estaba segura que él escondía más de un secreto y que la boda repentina de su nieto era el que menos debía preocuparle.

– Su alteza yo... –comenzó a hablar John. Estaba decidido a contar todo aquello que le agobiaba desde hace varios años. Simplemente contaría su verdad; aquella que llevaba oculta por tanto tiempo y que quemaba en su interior.

– Habla. Necesito saber toda la verdad –le exigió la monarca mientras esperaba.

En un principio las palabras de aquel hombre tardaron en salir, pero su deseo de ser liberado de aquella carga que tenia en su espalda era tan grande que necesitaba salir de ella y de una vez y por toda tener paz.

El relato fue más difícil de lo que había siquiera imaginado. Ver a la monarca sentada de forma inamovible, como si fuese una estatua de cera fue algo inesperado por John. Se preguntaba ¿Dónde esta mujer escondía los sentimientos? Intentó leer su expresión, pero no encontró nada.

Verla mirarlo y sin poder leer lo que pensaba, o cual seria su próximo movimiento o palabra que determinaría su futuro hacia que en aquel lugar hasta el aire pesara.

Había puesto las cartas sobre la mesa, pero también había hecho un pedido que temía no fuese concedido por la reina. Ella le miró de forma penetrante, se levantó y caminó a la ventana.

La vio pensar y disimuladamente limpiarse una lagrima. Había sido mucho lo que le había contado y mucho lo que en esos años junto al antiguo duque había vivido.

– Lo que me pides es irracional –fueron las palabras que salieron de la mujer quien no sabía que pensar en estos momentos del hombre frente a ella.

– Es sólo una oportunidad. –le dijo en forma de suplica– 3 meses es lo que le pido –volvió a pedir ahora de forma insistente.

– ¿A caso has pensado todo lo que tendría que hacer para lograr lo que me estas pidiendo? –fue la replica a aquella suplica.

– Yo he cometido muchos errores –continuó tratando de persuadir a la monarca– Pero a Terrence le quiero como a un hijo.

–Lamentablemente, eso me consta y por ello es que me encuentro en esta encrucijada de no saber que hacer. –se detuvo en aquella platica mientras volvía la mirada a la ventana. Aún el día no llegaba a su cúspide, cuando ya se sentía agotada emocionalmente.

– Sólo le estoy pidiendo que permita a su nieto volver a sonreír. Dele la oportunidad que necesita para ser feliz.

– ¿Tres meses? Es demasiado tiempo el que me pides

– He sido sincero en todo y no me ha importado las consecuencias de mis actos, pero lo que no puedo soportar es ver cómo día tras día una sombra arropa a quien fue alegría en un pasado. Sólo le pido que permita que ellos vuelvan a tratarse y conocerse. –la miró a los ojos ya sin miedo– Usted al igual que yo amamos a ese joven, quien por todo lo que ahora sabe no ha sido feliz.

– ¿Tanto te importa mi nieto? –preguntó extrañada ante la vehemencia en que John deseaba la felicidad de su nieto.

– Es el hijo de la mujer que amo.

@@@@

Hola bellezas.  aquí nuevamente.  Un capítulo interesante ya que vemos el por qué de la actitud de Terry ante Candice.   

La reina y John juntos...  ¿Le habrá contado toda la verdad?  🥰🥰🥰

Ahora, ¿Creen aceptará la reina el pedido de John?


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El secreto del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora