El guarda un secreto que traería problemas a todo el reino. Pocos saben de aquel secreto que no le deja dormir y que le recuerda que le es imposible cambiar su futuro. ¿Podrá la reina perdonarlo? ¿Podrá perdonarse el joven duque?
Los personajes de...
La luz del sol acaricia mi cara y hace que me despierte. Siento que he dormido toda una vida. No tengo palabras para expresar lo que estoy sintiendo en este momento. Al abrir mis ojos, lo primero que hago es buscarla y ahí con su pelo regado en mi cama, pegada junto a mí y con una de mis manos en su cintura baja la veo y me siento el hombre más feliz del mundo.
No puedo mentirme a mi mismo, la deseo como nunca he deseado a ninguna otra mujer en toda mi vida, pero sé que debemos hablar y que la quiero junto a mi por siempre. Tomo el móvil con la mano que tengo libre; miro la hora y para mi asombro son las 10 de la mañana. «¿En qué momento el tiempo paseo tan rápido? ¿Cómo es posible que durmiera tanto y tan plácidamente?», pienso mientras miro a la que ha logrado lo que nadie más ha hecho jamás.... Darle paz a mi alma.
¡Cuán bella eres, amada mía!
¡Cuán bella eres!
Le envío un mensaje de texto a John diciéndole que tomaré unos días libres; no sé de dónde me ha salido esta idea, pero sólo tener la esperanza de estar con ella a solas me alegra como nada jamás. Le pido a mi fiel amigo que se encargue de todos mis asuntos y me envía una cara feliz me acompañado de un "Sí".
Salgo de la cama suavemente sin despertarla y entro a la habitación adjunto; la que le habían preparado, tomo todas sus cosas para pasarla a nuestra habitación, por que después de esta noche jamás la dejaré fuera de mi cama o de mi vida.
Regreso a la habitación, coloco todo en el mueble cerca de la ventana y vuelvo a la cama junto a Candy. La miro detenidamente, analizando cada milímetro de su piel y sus pecas... Sus pecas que me vuelven loco; quisiera besar cada una de su cuerpo y amarla cómo sólo yo lo haría.
Amarla como un hombre ama a la mujer que le ha entregado el alma. Demostrarle con mis caricias que ella es todo en mi vida.
Bajo la mirada a su boca y recuerdo lo dulce de la misma, me acerco aún mas a ella logrando que mi respiración y la de ella se mezclen. Es tan delicioso pensar que esos labios han estado en los míos y en los besos que me han hecho volver a vivir; si ella supiera cómo estoy ardiendo en deseos por tenerla.
Tus labios son cual cinta escarlata;
tus palabras me tienen hechizado.
Tus mejillas, tras el velo,
parecen dos mitades de granadas.
Tu cuello se asemeja a la torre de David,
construida con piedras labradas;
de ella penden mil escudos,
escudos de guerreros todos ellos.
Tus pechos parecen dos cervatillos,
dos crías mellizas de gacela
que pastan entre azucenas.
Antes de que el día despunte
y se desvanezcan las sombras,
subiré a la montaña de la mirra,
a la colina del incienso.
Luego de despertarla y de convencerla para que me acompañe tres días en un supuesto viaje de negocio; alegre acepta y veo cómo con una mirada tímida me muestra lo que se pondrá y si soy sincero, la preferiría como está ahora.
Ese pequeño set de pijama rosa me ha martirizado toda la noche.
«¿Quién diría que una pieza de Hello Kitty la hiciera ver tan sensual?», pienso y sonrío ante mi tonto pensamiento
Y es que esos short y blusa.... Bendito el que los ha inventado; me han hecho tener los más pecaminosos pensamientos con mi esposa. Nos preparamos para salir y debo decir que todo lo que pone le queda hermoso.
Salimos y al bajar la escalera escucho a mi madre histérica. Lleva el diario en las manos y ya sé por donde viene la pelea.
Pienso en que sólo tengo dos opciones; pararme y escuchar su largo sermón o salir corriendo junto a Candy y ser libre. Y sin más ya sabía que hacer, la tomé por la mano y salimos corriendo, subimos al automóvil y sin mirar atrás comencé a conducir super rápido para dejar cualquier cosa que nublara mi felicidad.
Tomo su mano y la beso para responde a su curiosidad y al decirle que nos dirigíamos a Escocía, veo como sonríe y sigue acariciando mi mano.
Llegamos al aeropuerto donde nos espera el avión privado, me bajo y voy a ella mientras le doy las llave a unos de los empleados del aeropuerto. La tomo por la mano y subimos.
Serán sólo 48 minutos en avión y luego será sólo mía.
Esta vez para siempre.
La azafata nos trae desayuno y como si fuésemos dos niños jugamos con él. Ella pretende darme del suyo en la boca mientras yo tomo una fresa, la lleno de Nutella y se la coloco en sus labios. La miro directamente mientras me acerco y con los míos limpio los de ella. Degusto suavemente el sabor de la Nutella en su boca y el dulce natural de la misma.
Miro su rostro y la veo con los ojos cerrados y sonrojada.
– Me gusta la Nutella –digo mientras me saboreo mis labios y luego con el indice le quito el residuo que le quedaba en los suyos y me lo llevo a la boca.
No dice nada, sólo me mira y se muerde el labio inferior.
El vuelo pasa tan rápido que para cuando terminamos de desayunar ya estábamos aterrizando en Escocia. Bajamos agarrados de la mano y subimos a mí BMW blanco convertible de sillones rojos, es mi favorito por que es parecido al que tenia cuando estaba en la escuela junto a ella. Sube, me mira y sonríe al tocar el asiento. Sé que al igual que a mi, los recuerdos surgen de nuestro noviazgo.
Seguimos sin hablar y nos dirigimos al castillo Granchester. Entre nosotros el silencio nunca ha sido un Problema.
Llegamos y era como si el tiempo se hubiese detenido. Todo está como la última vez que estuve aquí. 10 años para ser exacto sin pisar este lugar por que volver aquí sin ella era volver a morir, pero hoy la luz brilla ante mi, ella está conmigo.
Salgo del auto, le abro la puerta y veo cómo mira a todos lados. Debe sentir igual lo que yo siento en este momento. Entramos y nos saluda la señora Martha, ella recuerda a mí pecosa y felizmente le da un abrazo sin dejar de llenarla de halagos.
– ¿Tiene todo preparado? –le pregunto a Martha, mientras ella envía a uno de los jóvenes empleados a subir nuestras cosas a la habitación.
– Sí señor, ya he enviado a colocar todo a su auto.
Tomo la mano de Candy, me despido sin explicarle nada y nos dirigimos nuevamente al auto.
