Anoche había sido una muy movida en la sala de emergencias, mi turno había terminado unas 5 horas atrás y apenas eran las 10am y tenia que volver nuevamente a mi trabajo a la 1 pm. Fueron varios las casos que me tocó atender debido a un accidente en el expreso, uno muy fuerte y si no fuera por Michael no creo haber podido con tanto.Sólo había podido dormir unas tres horas en total. No tenia fuerzas y menos deseos de levantarme; estaba agotada y no quería más que mi cama y mi almohada en este momento. Ahora es cuando las palabras de mi primo Archie toman total realidad: Soy una dormilona. Pero debía levantarme, tenia una cita a la cual no podia faltar y dependían mucho de mí. Tenia que pasar a visitar a sor Maria al centro de niños.
Las monjas y sus niños eran lo mejor que me había pasado desde que volví a este país. Me aferré tanto a ese lugar para poder curar aquellas heridas que traía mi alma que aun ahora se me hace imposible siquiera imaginarme sin ellos. Recuerdo el grito en el cielo de la tia abuela cuando descubrió que estaba ayudando a aquel humilde hogar y a sus niños.
Más sin embargo, mi padre como siempre estuvo de mi lado defendiéndome. "El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza para su madre." Fueron sus palabras el día que se enteró y desde ese día se ha convertido en el benefactor número uno de aquel lugar.
Luego de un largo baño me vestí con un simple pantalón jeans, una camisa rosa y mis converse favoritos, los azules zafiro, los cuales me están pidiendo ya ser reemplazados, pero no puedo usar otro color, es mi color favorito. Es el color del recuerdo de aquel que fue y ya no está.
Camino hacia el espejo; me coloco un poco de brillo en los labios, es todo el maquillaje que uso regularmente. Y por segundos me pierdo en recuerdos mientras coloco mi pelo en una larga cola de caballo. varias veces Annie, mi cuñada, ha intentado que me lo cortara, pero no podia... Sé que a él le gustaba largo.
Trato de borrar estos tontos pensamientos, 10 años y siguen siendo parte de mis sombras.
Salgo de mi habitación y corriendo como siempre, como cuando era una niña bajo las escaleras camino a el comedor. Le doy un enorme beso a la tia abuela mientras le robo de su plato un pedazo de su pan integral.
Me mira y sonríe para luego comenzar con su discurso mañanero. Me lo sé de memoria, y lo que para otros seria un fastidió, para mí es disfrute, por que a su avanzada edad aún ella se preocupa por mí.
– ¿Cuándo vas a comenzar a comportarte como la mujer madura que eres? - Comenzó el discurso
– Abuela – Dijo mi madre intentando pararla, como siempre
– Letticia déjala, ella tiene razón. – Mi padre volteo la vista a mi – Ya es hora de que comiences a pensar en traernos nietas Candice White Ardley. Vas a cumplir 28 años y no me estoy haciendo más jovén.
– Para eso tendría que conocer el principe azul, casarme y luego entonces los nietos –dije sonriendo mientras me sentaba junto a la abuela para luego voltear mi mirada a ella – ¿Verdad abuela que en ese orden es que usted desea? –ella sonrió feliz y vi cómo mi abuela afirmaba con su cabeza que estaba en lo correcto.
– Pero como vas querida prima, te veo más de monjita que de mamá - Archie nunca dejaba pasar una para meterse conmigo y mi obra junto a las monjitas. El pensaba igual que mi abuela y el resto de la sociedad de Chicago.... Debía ser una muñequita de lujo como su esposa.. Mmmm no... Paso.
– Ponte a pensar primo –dije mientras colocaba un debo en mi barbilla como quien iba a pensar o decir algo muy importante– Tú tendrías a alguien que rezara por ti todos los días para que dejaras de ser tan tarado o por lo menos pusieras a funcionar tus neuronas–sonreí ante su cara y vi como Annie, Patricia y Stear se reían de él. –bueno me retiro tengo que pasar junto a las monjas y luego al hospital, tengo turno largo otra vez.
– Hija debes parar un poco. – me susurró. Reconozco que trabajo más de lo normal, pero me gusta.
– Madre estoy bien. –puse todas mis cosas en la mesa y la abracé fuertemente, adoraba los mimos de mi madre.
La solté, me despedí de todos y tomé mis cosas. Iba bajando las escaleras principales de la casa cuando de repente me choque con Anthony. Fue tan grande que todas mis cosas salieron volando al aire y caí sentada en el suelo. Me dolió.
Definitivamente este día ya comenzaba mal me dije mientras me paraba y recogía mis cosas.
– ¿No te han enseñado a mirar por dónde caminas pioja?
– Fuiste tú que te cruzaste en mi camino. Y deja de llamarme así que no tengo 5 años.
– No, pero sigues siendo tan atolondrada como antes –me dijo abrazándome y dándome un beso en la frente. Adoro a mi hermano mayor; siempre atento y cariñoso conmigo.
– Te dejo, me tengo que ir. –le dije depositando un suave beso en sus mejillas y saliendo de prisa.
Anthony vio cómo su hermanita se montó en su carro y se alejo. Pero su atención se fijó en aquel aparato rosa que brillaba debido al cobertor de brillo que poseía. Sonrió, ella a pesar del tiempo siempre seria Candy. Tomo aquel aparato y entró a la casa, al llegar al comedor vio cómo su padre tomaba en sus manos aquel periódico leyera la portada y palidecía al encontrar en primera plana aquella noticia.
– ¿Qué sucede William? –le pregunto Rosmery al ver la cara de preocupación de su esposo.
– Debo llamar a Candy – Le extendió el periódico a su esposa mientras se ponía de pie y pedía al mayordomo le trajera el teléfono.
– No te va a contestar – Dijo Anthony entrando mostrándole el celular de la joven a sus padres. Tomó el periódico de las manos de su madre quien también se encontraba pasmada ante aquella noticia. El rubio comenzó a leer junto a sus primos y esposas aquella noticia que no podían creer.
Luego de estar con las monjas y los niños por una hora me siento mucho mejor, las palabras de Sor Maria siempre me hacían sentir que todo iba a estar bien.
"Hagan todo con amor." Dice el Señor – Me dijo mientras me tocaba la cabeza como si fuese una niña pequeña.
Ahora por causa de tráfico estoy unos 10 minutos tarde y sé que asombraran nunca llego tarde.
Llego al hospital, me estaciono en el parqueadero de enfrente y paso junto a un grupo de descarga de medicina por la parte lateral del edificio, que por sugerencia de los mismos, ya que según ellos algo estaba sucediendo en el hospital pues se encontraba lleno de la prensa.
No me asombré mucho pues varias veces ha sucedido que un actor o cantante tiene que ser atendido y las puertas principales se llenan de curiosos.
Entro al área de doctores, coloco mi bata blanca, me lavo las manos y comienzo caminar cuando de lejos veo a Rossy y a Melissa que me esperan con las manos en la cintura. Ambas tienen cara de molestas y no sé por qué.
– Buenos tardes chicas –les saludo cordialmente a ambas tratando de pasar e ir a comenzar mi turno
– ¿Por qué no nos dijiste nada? – me exige Rossy. La miro sin entender a qué se refiere y vuelvo la mirada a Melissa quien me mira aún más molesta.
– Pensábamos que éramos amigas de verdad Candy. Nos has desilusionado
– ¿A qué.. –Intentó preguntar, pero la asistente del director nos interrumpe y me dice que debo ir a su oficina de carácter urgente. Dejo a las chicas y aunque la duda ante aquello que me preguntan me hace desear quedarme, debo ir.
Entro a las oficinas del director y para mi sorpresa aquella persona que no veía hace ya tanto tiempo estaba ahí. Al verme se coloca de pie. Mis labios se abrieron suavemente ante la sorpresa dejando salir su nombre.
– ¿John? – Mis ojos no creían a quién veían y peor aun fue mi asombro al escuchar las palabras que salieron de su boca.
– Su alteza. –dijo haciendo una reverencia – Es un placer volver a verla.
Hola mis bellezas... Aquí de vuelta...🥰🥰🥰
👉🏼👉🏼👉🏼¿Creo que ya saben cuál es el secreto?
ESTÁS LEYENDO
El secreto del Duque
FanfictionEl guarda un secreto que traería problemas a todo el reino. Pocos saben de aquel secreto que no le deja dormir y que le recuerda que le es imposible cambiar su futuro. ¿Podrá la reina perdonarlo? ¿Podrá perdonarse el joven duque? Los personajes de...