Para que guardes consejo

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Ya tenia dos días sin salir de su recámara, esta molesta, abrumada y lo peor de todo es que se había convertido en la burla de todas sus amistades y conocidos. Ella que era la mujer más deseada de toda Inglaterra y sobre todo era soñada por más de un hombre sin importar que fuese casado o no.

«Soy la comidilla de todo los tabloides de mala muerte», pensó mientras rompía con sus manos las hojas arrugadas de papel periódico donde mostraban a un Terrence siendo cariñoso con su esposa. Una mujer inferior de nacimiento, sin estilo ni presencia y de posición social muy por debajo de lo que se espera de una duquesa.

«Ese título le queda grande a la americana de pacotillas», fue su pensamiento al ver el rostro de satisfacción y felicidad que su rival tenia en aquella foto. Su rival, sí, porque nadie le quitaría aquello por lo que había luchado tanto durante años.

Ella había aguantado los desplantes de Terrence, el que este nunca le diera el lugar que ella merecía, por que ella sí que merecía ser la esposa del duque de Granchester. Merecía ser la duquesa.

Su madrina le había asegurado que ella seria la esposa de su hijo, habían hecho de todo para llamar su atención, hasta dejar plantado en el altar a su ex prometido. Un hombre que no tenia título, pero que tenia una muy buena fortuna y que le amaba e idolatraba por la belleza sin igual que ella era. «Ninguna mujer en la monarquía podría compararse conmigo. Tengo todo lo que un hombre necesita en una mujer y sé como hacerlo feliz», pensó para sí mientras se colocaba de pie desnuda frente al enorme espejo de su habitación y examinaba su cuerpo de forma vana. Estaba muy feliz con los últimos toques que le había hecho su médico en la parte posterior de su cuerpo y aunque no era algo que la monarquía practicaba, ella no le importaba con tal de atraer la mirada de Terrence. Sin embargo, él no lo había notado.

En un principio había pensado que Williams seria su objetivo, con el tendría la posibilidad de llegar a ser la reina de su país, pero había desistido al darse cuenta de que este la evadía de forma abierta y ni hablar de Harry, ese era un caso perdido sin siquiera comenzar, ya sabia perdería su tiempo. Entonces, hay estaba Terrence, tan hermoso, gallardo, elegante y soltero. Un joven duque, el cual deseo desde que volvió del colegio a su casa y durante la muerte de su padrino se encargó de mostrarle que ella sería excelente pareja. Los primeros 5 años no tuvo éxito, pero luego el comenzó a aceptar el estar con ella, salir juntos y pasar noches de pasión, pero nunca mostró que pasarían al siguiente nivel, pero ella estaba segura, que más temprano que tarde la unión con Terrence sería una realidad.

Se había asegurado espantar todas las cazas fortunas que le habían rodeado, especialmente la desabrida rubia actriz americana que se había metido con lo suyo. Había logrado llamar la atención de Terrence, pero la felicidad de la rubia le duró muy poco. Le había demostrado que nadie se mete en su camino y había hecho que volviera a su tierra con el rabo entre las piernas «Esta americana no seria la excepción», pensó mientras acariciaba sus roja cabellera.

Se dirigió a su guardarropa y sacó el traje que mejor se le acomodara a su figura, tenia que hablar con su madrina, buscar la forma de reparar la absurda situación en la que se encontraba y no dudaría de hacer lo que fuese necesario para tener a Terrence comiendo de su mano como antes que apareciera la americana.

Se colocó su traje amarillo y pintó sus labios de rojo; no iba a demostrarse destruida ante aquellos que le envidiaban; esto en pocos días sería noticia vieja y su matrimonio con el duque de Granchester sería la noticia de primera plana. Sus pies los calzó de tacones negro y tomó su bolso del mismo color para dirigirse a casa de su madrina, ella le debía y le cobraría la ayuda que una vez le había ofrecido.

La salida de su casa fue mucho peor de lo que había esperado, varios periodistas la abordaron en el momento en que la vieron salir y subir sola a su Mercedes rojo. Mientras conducía al castillo Granchester la rabia le carcomía el alma, ese castillo debía ser suyo como lo sería Terrence, así le costara la vida ella sería la duquesa y dueña de todo lo que sus ojos en estos momentos veían.

Al llegar pudo darse cuenta cómo la sirvienta le miro y sonrió de forma burlona, subió su nariz lo más alto que pudo y sin saludar siquiera se dirigió al cuarto de té de su madrina para esperarla; no había llamado para anunciar su presencia, pero no importaba en estos momentos el tonto protocolo, lo que importaba era Terrence.

Estaba ya aburrida de esperar, 30 minutos habían pasado desde su llegada y aún la tonta de su madrina no aparecía, ni daba señas de vida. Se levantó molesta del sofa y cuando tomaba su cartera para salir, el ruido de la puerta le hizo volver a sentarse y ver cómo la elegante figura de Eleonor entraba a la habitación.

– Madrina. –se levantó y corrió a los brazos de ella con lagrimas en los ojos. Eleonor la tomó en sus brazos de forma asombrada y poco a poco la comenzó a retirar de su si.

– Margot deja las niñadas. –le recriminó, si algo sabia Eleonor era manipular y jamás se dejaría engañar por una de menos experiencia que ella. «Las lagrimas de cocodrilo no funcionan en mi», pensó mientras seguía alejando de ella la pelirroja.

– Estoy aún en shock con todo esto. –la antigua duquesa le hizo señas para que se sentará y ella procedió a sentarse frente a la joven, a una distancia bastante considerada.– Terrence casado con otra.

– Eso se solucionará en cuanto regresen. –dijo de forma serena y segura.

– ¿Regresen? ¿Qué quieres decir con eso? Esta mañana salió en el periódico y la prensa amarillista fotos de ellos de forma muy irrespetuosa.

– Esa mujer no es buena para mi hijo. Tú lo eres y serás su esposa. –añadió mientras se acercaba a su ahijada y le acariciaba el rostro.

– ¿Dónde están? –inquirió mirando como su madrina se acercaba a la ventana y miraba al jardín.

– No sé. Terrence salió temprano con ella y espero que al volver venga determinado a terminar con la aberración de matrimonio del cual es parte en este momento.

– ¿Y si no? –se levantó y caminó detrás del mueble.– ¿A caso no viste cómo estaban en las fotos del periódico? Él se ve enamorado, prendado y ella se nota que tiene el control.

– Eso no durará ya verás como encontraremos algo en su pasado que alejen completamente a Terrence de la mugrosa esa. Ya tengo gente trabajando en ello.

– Eso espero madrina por que tu me prometiste que él seria mi esposo y me tienes que cumplir. –pronunció pausadamente para que su madrina comprendiera que estaba en deuda con ella.– Nunca te he fallado y menos hablado de tu pequeño secreto y no queremos que salga a la luz ¿Verdad madrina querida? –amenazó la joven mientras Eleonor le miraba sin pestañear.

Para que guardes consejo,

Y tus labios conserven la ciencia.


OoOoOoOo

Otra que sabe de secretos... 

¿Lo dira la ensalada rusa a todos el secreto de Eleonor?

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El secreto del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora