Capítulo 28: Adiós.

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Una vez que nos instalamos dentro de aquel camión, Jackson, Seungkwan y Mina volvieron a ofrecerse para realizar la primera guardia. Por mi parte, decidí salir del vehículo; sentía que el espacio reducido y el olor a metal y aceite me asfixiaban. Me senté afuera, mirando los edificios de la oscura ciudad de Incheón y las estrellas brillando en el cielo despejado, en parte gracias a la falta de luces en la ciudad.

El silencio era raro, un poco inquietante, pero también algo reconfortante después de tanto ruido y tensión. Cerré los ojos un momento, dejando que la brisa fresca me envolviera.

—Son hermosas, ¿Verdad? —dijo una voz suave detrás de mí. Me sobresalté y giré la cabeza. Era Jihyo, con su mirada perdida también en las estrellas.

—Sí... —respondí, asintiendo con la cabeza—. Hace tiempo que no las veía así de claras.

Jihyo se sentó a mí lado, cruzando las piernas y mirándome de reojo. Me di cuenta de que traía una de esas pequeñas sonrisas que siempre me había causado curiosidad, esa que parecía esconder algo...

—Sabes... —empezó, hablando en un susurro—. Cuando era niña, solía pensar que las estrellas eran deseos que la gente había pedido y que el cielo los guardaba ahí hasta cumplirlos.

Reí suavemente, algo en su tono me hizo relajarme.

—¿Y aún lo crees? —pregunté, mirándola de reojo.

Ella ladeó la cabeza, pensativa.

—No lo sé... pero me gusta la idea. A veces, pensar en cosas así ayuda a hacer todo esto... un poco menos terrible.

Asentí. Había algo en lo que decía que tenía sentido. Quizás, en un mundo donde las cosas normales y seguras parecían haberse desvanecido, aferrarse a pequeñas ideas como esa podía hacer una diferencia.

—¿Tú tienes algún deseo guardado ahí arriba, Jae? —preguntó, mirándome con curiosidad.

Le lancé una mirada incrédula y solté una carcajada.

—¿Yo? No soy de los que piden deseos, Jihyo.

Ella frunció los labios, en una expresión entre seria y juguetona.

—Ay, Yoo Jae-hoon. Vamos, ¿Ni uno solo? —insistió—. Tiene que haber algo... A ver, dime algo que realmente te gustaría si todo esto terminara.

Solté un suspiro y me quedé pensando.

—Supongo que... me gustaría volver a casa. A nuestra casa —respondí después de un momento—. No solo regresar físicamente, sino que todo volviera a ser como antes, ¿Sabes? Como si todo esto fuera solo un mal sueño y pudiéramos volver a nuestras vidas normales.

Jihyo asintió lentamente, y noté un destello de tristeza en sus ojos.

—Yo también quiero eso... Aunque, si soy honesta —confesó—. No puedo imaginarme cómo sería regresar y pretender que todo esto no ocurrió. Me asusta pensar que nos acostumbramos tanto a la lucha que ya no sabemos cómo vivir en paz.

La miré, sorprendido por lo que decía. Nunca la había escuchado hablar tan abiertamente sobre sus miedos.

—Siempre pensé que eras más fuerte y valiente que yo —admití.

—¿Qué?, ¿De verdad? —rió suavemente, aunque su risa fue breve y un poco triste—. A veces creo que eso es solo una fachada, oppa. Al final del día, soy tan vulnerable como cualquiera.

Ambos nos quedamos en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. Luego, después de un rato, volví a hablar.

—Oye, Jihyo... —dije, mirándola fijamente— Si alguna vez sientes que ya no puedes más, quiero que sepas que yo estaré aquí para ti. Siempre.

I Will Never Leave You AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora