CAPÍTULO 31.

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Noche reveladora.
Parte I.

La cena terminó siendo un desastre, pero nadie se atrevió a echarle la culpa a la invitada que atacaron sin razón sino a la que fue grosera desde un principio, Sarah.

Lo que me hace pensar que, si esta noche fue un caos, no me imagino las reuniones de hace diez años con todos estos dementes pequeños y revoltosos, corriendo y rompiendo todo a su paso.

Hasta quitan las ganas de tener uno.

Camino por el segundo piso de la casa buscando la puerta que Gabriela me había indicado, la de calcomanías rosadas que llevaba un nombre hecho de brillantina morada.

Cuando giré la perilla y entré a la habitación, me topé con el culo de Diana en todo su esplendor.

Estaba en cuatro buscando no sé qué debajo de su cama. Reparo la habitación rosa y blanca que parece salida de un cuento de princesas y, aunque está hecha un desastre, se nota que trató de ordenarla en el último momento.

Cierro la puerta y un fuerte sonido me hace reír internamente, se había golpeado la cabeza intentando levantarse.

—Hola, Nova —la ignoro.

Hay dos camas, cada una pegada a la pared. Una habitación muy grande para una niña.

Dejo mis bolsos en la que estaba vacía y tenía un papel que decía «NOVA». Voltee a verla antes de tirar la hoja a la basura.

Ahora lo entiendo, eso era lo que me faltaba para completar su perfil psicológico.

Una familia numerosa, llena de mujeres, siendo una de las del medio... No le gusta el rechazo y la sumisión está siempre presente con el deseo de ser aceptada.

En resumen: Diana McCarthy es una chica presa de sus traumas con barrotes llenos de complejos.

— ¿El baño? —pregunté.

—Aquí. Digo al lado. En el pasillo, aquí—ay, por favor, ya decídete—. La puerta blanca. Disculpa, todas son blancas. La que está frente a la escalera.

De todos los escenarios que me plantee antes de venir, nunca me imaginé el que yo la intimidara a tal punto de hacerla un manojo de nervio.

Me lavé la cara, los dientes y tomé una bocanada de aire antes salir.

Siendo sincera no me sorprende encontrar a Brayden en la entrada del baño esperándome.

— ¿Qué haces acá? —pregunto.

—Comprobando que Diana se equivoca y que no escapaste por la ventana.

Créeme que ganas no faltan.

Paso de largo sabiendo que me sigue detrás.

—Me romperías el corazón si un día despierto y ya no estas.

Miro por encima de mi hombro viendo que hace un puchero. Definitivamente, Brayden McCarthy, no es normal, es todo lo contrario a mí, siempre alegre, siempre positivo, siempre sacando a la luz su idiotez con cualquier cosa que pasa por su mente.

—No tengo esa intención—respondo.

Vuelvo a la habitación de Diana y esta vez soy recibida por el horrendo zorrillo que alguna vez fue parte de mi plan y que ahora vive con su víctima.

No me reconoce, pero tampoco parece tener la intención de atacar, así que, pese a la ansiedad que me da, sigo caminando a la cama.

—Contraté a un entrenador de perros para él. ¡Lo llamé Edipo! —Lo pone encima de su cama—. Se ha adaptado bien y creo que le gusta más que lo consientan a estar en el bosque. ¿Dónde lo encontraste?

Los secretos de Nova. |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora