CAPÍTULO 40.

189 34 7
                                    

10 preguntas.

Me quedo viendo a Brayden jugar con su perro en el sofá.

Su llegada en mi vida me hizo querer salir del acojonamiento de la sombra de Adrián, aun no sé si eso es bueno o malo, pero ya tengo pensado lo que le diré a la policía de L. A.

Para la hora del almuerzo, frente a toda su familia sentada en la mesa, Brayden dijo:

—No, abuela, no hagas tanta comida; mañana en la mañana tengo que llevar a Nova.

— ¿¡Por qué?!

Tanto como la abuela, su tía, hermana y hasta la madrasta se pusieron de acuerdo para reclamarle, dejándolo casi acorralado. 

Él me lanza una mirada estupefacto mientras yo me tomo el juguito.

—La tengo que llevar a su casa —se defendió.

—Oh —suelta Nora algo decepcionada—. Me hubiese gustado que te quedaras más tiempo.

—Podemos seguir en comunicación.

Pero que metida de pata.

La metí hasta el ombligo.

— ¡Una estupenda idea! —Exclamó Gabriela—. Diana, anota.

—No tengo el teléfono.

— ¡Ni pa' eso sirves!

Casi escupo con la expresión boquiabierta de la rubia que mira a su madrastra buscando papel y lápiz, su padre le palmea el hombro y ella me lo extiende haciéndome anotar mi número.

Lo que quedo de la mañana Diana me había prácticamente secuestrado en su habitación para que leyera con ella la nueva creación de Megan.

—Pero Novicia no podía quedarse así. Era la reina, la descendiente de Atenea. Nadie podía dudar de su poder porque el miedo era su mayor arma, la fidelidad de los soldados su fuerte; pero el simple hecho de que Brandon despertara en ella un deseo... ¡QUÉ RARO SE SIENTE ESTO! —Chilla—. No puedo seguir leyendo sin pensar en mi hermano.

—Recuerdo haberte dicho que NO lo hicieras —reprocho sin separar la mirada de mi teléfono.

— ¡Pero acaba de actualizar!

— ¿Y? Sabias muy bien que esa mierda trata de Brayden y de mí, ¿cómo querías que lo describiera? ¿Negro con pelo rojo?

Se inclina a tomar al zorrillo.

—Jamás pensé imaginármelo y ahora con la escena en el calabozo ¡AAAAAH!

Se me cae el teléfono en la cara con la entrada repentina de su hermano.

— ¡Deja de gritar que pareces mandrágora! Nova, acompáñame.

— ¿Disculpa? —Espeto—. No soy un perro.

¿Pero qué se cree este?

—Por favor —bate las pestañas y el ojo me comienza a temblar.

Diana hace una arcada en tanto yo me levanto y lo sigo escalera abajo.

— ¿Qué quieres? —Sus manos me cogieron por la cintura atrayéndome hacía su boca dejándome en shock.

—Nada realmente, mamá me mandó un mensaje. Nos toca hacer el almuerzo.

De repente, él se agacha ligeramente y me levantan en el aire colocandome sobre su hombro,

—¡Woo! Bájame.

—En el tiempo que nos conocemos ¿Cuándo te he hecho caso?

Nunca, y por eso estamos en esta situación.

Los secretos de Nova. |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora