CAPÍTULO 38.

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Día de la boda.
Parte II.

La boda fue un tanto peculiar, como cualquier evento McCarthy.

Pensaba que la niña de las flores seria Dayana, pero noo, fue un cerdo. No me pregunten de donde salió, tampoco es como si me hubiese molestado en preguntar.

Ya nada me sorprende de esta gente.

Pensé que no podía ser más extraño hasta que al finalizar un tipo de unos años más que yo se me acerco con pinta de depredador.

—Te vi durante la ceremonia y me llamaste la atención —sus ojos oscuros me devoran, cada milímetro que observaba sentía que desgarraba mi vestido—. Muy guapa, un ángel vestido de azul.

«¿Ángel?» quise reírme en su cara. Me han dicho de todo menos eso.

—Cuelga, numero ocupado —Miguel o Jeremy se interpone saliendo de la nada poniendo un brazo en mi hombro—. Es de Brayden, Harry —y por cómo se toma la molestia de explicarme quien es, puedo reconocer que es Jeremy—. Él es Harry, sobrino de Carlos.

—Gracias. Y no soy un animal para ser de alguien —me aparto de ambos—. Mucho menos de Brayden.

—No es lo que él dice.

Los tres volteamos a ver al susodicho cuando el gemelo lo señala. Viene con el perro en mano y una sonrisa resplandeciente. El esmoquin negro y corbata azul le da el toque maduro de alguien de su edad y el cabello peinado hacia atrás un porte elegante.

Aunque me cueste admitirlo, él sí parece un ángel.

Si tan solo aprendiera a cerrar la boca...

— ¿Estás diciendo que ¡ella!? —me señala casi en el ojo—. ¿Empatiza contigo y no te ha clavado un hacha?

Ganas no faltan.

Brayden sigue sin entender en que conversación se metió, y me pide con la mirada que le explique.

—Rubia, sabes que te amamos, pero eres bastante saca canas de culo —se me escapa una risa que lo hace molestar—. Tu novia es linda cuando sonríe.

—Siempre se lo digo —secunda Jeremy.

—No soy su novia.

—Sí, claro —sonrieron los tres.

Inclusive Zeus me miró.

Nunca había visto tanta brutalidad junta, añádanle a Diana y hacen un pastel de estúpidos.

Después de la ceremonia cada quien se subió a los autos en dirección al club donde se llevaría a cabo la celebración.

Los novios saludan y reciben los obsequios, mientras los solteros desesperados buscan la forma de llamar la atención.

Lo que roba las miradas no es el escandaloso vestido rojo de Sarah sino el perro con esmoquin.

El retriver no se separa de Brayden y pienso que el de la idea de ponerle un moño azul fue suyo por la forma en que lo sostiene de la correa con tanto orgullo.

Ahora que lo analizo, Brayden y Zeus son muy parecidos. Ambos son rubios, grandes, con un pelo asombrosamente más suave que el mío y me causan alergia.

Si, Brayden McCarthy es como un perro.

Camino hacia el vestido de lentejuelas que baila con pasos lentos mientras el mesero insiste en volver a trabajar.

—Quiero la siguiente pieza —más tardé yo pidiendo su mano que el chico yéndose.

Nora me sonríe coqueta y pone las manos en mi hombro.

— ¿Crees que le guste las arrugadas? —la risa brota mientras los padres de Brayden se acercan a preguntarme como la he pasado hasta ahora y que el latoso de su hijo me anda buscado.

Justo cuando el Sr. Abraham le pide bailar a su madre, otra vieja aparece poniéndolos rígidos, haciendo pesado el ambiente; esta mujer parece más seria, desprende educación y serenidad con su vestido negro.

Se dirigió a nosotros y a diferencia de todos en esta familia, ella ni siquiera me miró, hasta dudo que se haya dado cuenta de mi presencia, su atención estaba fija en...

—Abraham —masticó el nombre.

—¿Sigues viva? —la recibió con el mismo tono.

—Nunca te daré el placer de verme morir.

Ese odio tan diplomático, esa confianza tan odiosa... debe ser la suegra.

—Apuesto que hasta fantaseas con mi funeral.

—Como no tienes idea.

—Mamá —Gabriela la regaña con los dientes pegados.

¡Bingo!

Es que soy una cosa tremenda.

—Un hombre que te baja el trabajo, frustra tus sueños y te encadena a tres bastardos que no son tuyos no es más que un maldito.

—Hierba mala nunca muere —Gruñó el padre de Brayden saliendo con su esposa agarrada de la mano.

Pero ella se devolvió.

—Y déjame repetirte de nuevo, madre, que yo amo a esos tres bastardos como tú les dices. Que hasta donde sé, son los únicos nietos que vas a llegar a tener en tu vida.

Ella me miró y se sorprendió al ver que no reaccione ante la escena, no hable cuando el matrimonio se fue y tampoco me impresionó su semblante frívolo.

—Tú debes ser Nova —se dirigió a mí, esta vez con un tono más relajante y menos intimidante que el que uso con el Sr. Abraham.

Opté por hacer una reverencia con la cabeza. Su aspecto me decía que no le gustaba el contacto físico y cuando vi la comisura de su labio levantarse supe que había hecho bien.

— ¡Abuelita! —di un brinco del susto cuando Brayden fue a abrazarla llevándome por el medio.

Dice estar enamorado y me trata como caricatura.

A la vieja solo le bastó un simple gesto para paralizarlo como en un juego de niños.

Tengo que aprender a hacer eso.

—Por favor, Eva, Bry no te ve desde hace mucho —sermoneó Nora.

—Nora... con el amargo que me da tu hijo ni me dio chance de saludarte como es debido —se acercó a besarle ambas mejillas.

—Ivana debe estar por ahí, planeando como robarse los centros de mesas —Giro a verme—. Es la abuela materna de los muchachos.

—Tres abuelas es el triple de amor —me sonrió Brayden.

Sí, se nota que lo que le sobra es amor.

—Un día de estos podríamos reunirnos y hacer una pijamada.

—Ya estamos viejas para eso, Nora —le sonrió Eva con amargura—. A demás, acaba de morir Irma.

— ¡Pero murió feliz! —Le paso un brazo por la cintura—. En el funeral estaba el chiquillo de treinta ese con el que salía, si murió así yo también quiero.

—Ay, por favor, ya madura. Estas vieja para andar en eso.

—No tan vieja como tú, yo estoy modernizada.

— ¡No quiero escuchar a mis abuelas hablar de sexo!

Nora le guiñó un ojo a su nieto y pude captar el instante en que la Sra. Eva rodó los ojos de forma discreta, pero no parecía molesta o irritada, fue un gesto de diversión y ternura que detonaba años y años de amistad.

—Eso no te quita las arrugas, Nora.

—Esta App si, mira —y saco el teléfono mostrándole con euforia la aplicación.

Esta familia sí que es peculiar.

Los secretos de Nova. |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora