Ángeles y demonios [2]

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Álvaro observó cada paso que dio Sora en el maldito escenario.

Sus manos temblaban por la presión que ejercía al sostener el maldito trapecio mientras esperaba su turno para volver a salir. Sora no actuaba con León, ella se entregaba al escenario y, sobre todo, a ese endemoniado dios de la muerte.

El beso esquimal de Sora y León rompió algo dentro de Álvaro Kornikof, él estuvo a un paso de largarse del escenario. Podía hacerlo. Ninguna penalidad era tan alta como para rasguñar sus finanzas.

Se detuvo al captar el pequeño intercambio entre León y Sora, se dijeron algo.

No en mi escenario, pensó, iniciando su aparición ante los gritos emocionados de sus fans.

Él decidió rendirse ante la locura que eran sus sentimientos, porque él la tuvo, a ella, el cuerpo, o al menos sus labios, sin embargo, su corazón jamás fue suyo. Ella nunca pensó en él como lo hacía con León Oswald.

Con la mente enfocada en una terrible lección se lanzó hacia el trapecio que lo impulsaría para darle el encuentro a Sora. Ella continuó con el guión, dedicando una mirada de anhelo hacia el maldito demonio después de que él la lanzara.

No voy a entregarte, pensó Álvaro con la mirada clavada en Sora y solo en ella mientras alcanzaba el punto de encuentro al mismo tiempo. Su mente fría no pensaba en León como un adversario, sino como una peste que sería puesta en su lugar con la importante lección que le demostraría.

El dulce aroma de Sora llegó a él primero, luego sus manos.

—Debías demostrarlo —susurró con los dientes apretados.

Acarició la piel de los brazos de Sora antes de sujetarla de los antebrazos para que no tocara el trapecio. La fuerza del impulso era tal que Sora aún permanecería en el aire como si volara. El punto álgido en donde Sora y Álvaro se encontrarían les daba esa percepción.

Que el tiempo se detenía por unos preciosos segundos.

Álvaro notó como Sora perdía la burda confianza que había depositado en él.

Tú no confías en mí, por eso, ahora dudas, pensó disfrutando del castigo que impartía en ella.

Porque él quería romperla y demostrarle que al final, era la fe en el compañero el que determinaba el éxito de una actuación, no el amor, no la destreza.

Él soltó a Sora y acarició su piel jugando con sus emociones, torturándola.

¿Piensas que te dejaré caer?

—¿Álvaro? —Los labios de Sora pronunciaron su nombre con la voz rota.

Rota, como debía estar sin mí.

—Redención —susurró él con fría calma mientras ella abría sus ojos como dos enormes platos, y el descenso iniciaba con la cuenta atrás.

Tres, dos, uno...

⁀☆‿

Al mismo tiempo, León que acababa de llegar a su posición y tomaba impulso para alcanzar a Saroa cuando ella saltara hacia el escenario con sus nuevas alas, se congeló.

Sus ojos captaron el preciso instante en el que Álvaro soltaba a Sora.

Nunca pensaron que sería Álvaro el que fallaría adrede y no había posibilidad de mover el sofisticado trampolín que fue hecho para proteger a Sora de la caída que podía surgir ante alguna eventualidad que León no lograra alcanzarla.

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⏰ Última actualización: Feb 28, 2022 ⏰

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