Ángeles y demonios [1]

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Los ojos fríos como el hielo de Álvaro provocaron que Sora detuviera su paso. Él portaba la expresión de la muerte y todo el cuerpo de Sora respondió a la defensiva. Fría electricidad recorrió su cuerpo como un rayo.

Los labios de Álvaro se abrieron para dejar salir las palabras más siniestras que jamás había pensado escuchar de él.

—Hoy me demostrarás que eres un ángel —soltó entre dientes—, demuéstrame que eres lo que vales.

Dio media vuelta y continuó con sus pasos sin decir nada más.

¿Es una amenaza?, Sora no salía de su impresión.

—¿Sora? —Ana le dio el alcance— debes apurarte, tenemos que estar listos.

—¿Eh? —Ella no salía de su impresión.

—Ana, Sora ¿Qué hacen? —las apuró Mía en la entrada del pasillo— ¡Debemos ponerte el vestuario!

—¡Hai!

Con una sacudida de cabeza, Sora siguió a Ana y Mía.

Solo es la terquedad de Álvaro, pensó tratando de ignorar cualquier significado oculto. Él me está diciendo que participará en la obra.

⁀☆‿

El escenario principal rebosaba de gente, las tribunas estaban a rebosar y las pantallas led que anunciaban a las jóvenes estrellas causaban sensación cuando empezaron a mostrar los rostros de los protagonistas.

Todo parecía ir perfecto, la iluminación, la música y la puesta en escena.

El corazón de Sora latía en frenesí ante los gritos emocionados del público, ella no había escuchado nada igual cuando estuvo en otras presentaciones.

Quizás no lo noté, pensó tratando de restarle importancia. Los nervios amenazaban con comérsela viva como si fuera la primera vez que realizaba una actuación frente a tantas personas.

El primer vestuario era un elegante traje elaborado con dos alas revestidas con materiales ligeros que lo hacían ver más puro. Ella cerró los ojos inspirando con fuerza mientras se preparaba en lo alto del pedestal en donde ella haría su introducción.

Cerró los ojos y se lanzó.

⁀☆‿

En el escenario, Sora parecía volar con ayuda de los trapecios, su sonrisa iluminaba su rostro y el aire acariciaba su rostro a medida que ella realizaba sus acrobacias.

Álvaro apareció después, con un aura que causó duda en Sora, él no la miraba con su típica expresión juguetona o afilada. Había algo más y su indescifrable expresión le erizaba la piel.

Ninguno prestó atención a los suspiros y gritos emocionados del público, porque estaban inmersos en una batalla que no tenía nombre.

Sin embargo, cuando realizaron su danza en el aire, se hizo una conexión, ella tratando de alcanzarlo y él, un ángel guerrero, embutido en una armadura brillante y dorada. Que parecía haber regresado de una terrible lucha y solo buscaba el consuelo de su amante.

Las caricias fueron reales, giraban en el aire como una pareja real que no se había visto en mucho tiempo, ella inmersa en su papel consoló a Álvaro, él reclamó un beso que Sora cedió con lágrimas que surcaban su rostro y que descolocó la expresión de Álvaro en confusión pura.

Él había despertado de su sueño, uno que lo había invadido despierto. Por un instante, él había perdido la batalla que se llevaba a cabo en su mente con un mero beso que ella le ofrecía como parte de una actuación. 

Kaleido Star: Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora