- Sombras de un Demonio -

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Capítulo 11

―Elige Sora. Él o yo.

Aquellas palabras calaron profundamente en el corazón de Sora. Para ella, era como si le hubiesen cortado las sogas de los trapecios y ella tuviera que elegir a quién salvar.

Eran los sueños de ella y también estaban los de Álvaro. Mientras que por el otro, el amor que sentía por León y el sueño del francés. Y jamás olvidaría ese sueño, jamás.

Fool se agregaba al momento, presentándose frente a ella con la mirada firme, no eran necesarias las predicciones, no cuando sabía de ante mano lo que debía hacer.

Al menos hasta que oyó lo siguiente―: Fui yo. El estúpido sin importancia de la carta. Un admirador más de Kaleido, de Sora Naegino. ―León estaba dejando caer su última carta, su último intento por retenerla, por mantenerla a su lado, sin pensar que ahora sólo acentuaba su posición como un demonio tratando de imponerse ante un ángel.

«Quiero compartir mi sueño contigo»

«¿Y qué hay de tus sueños Sora?»

«Sólo es una tonta carta»

«¿Estás lista para defender tu sueño Sora?»

Todas aquellas frases sucumbieron sobre su inocente corazón, ahora todo cobraba más sentido, más crudeza. Esto era el mundo real. Del cual siempre había huido.

Ella no hizo más que vivir en un cielo, un paraíso utópico y sabía perfectamente que May tenía más que una razón para enfadarse con ella y claro, quizá lo de Álvaro no fue mentira o una estúpida broma. Quizá en el fondo lo había herido.

Había herido a todos. Todos.

Las lágrimas resbalaban de sus orbes y dejaban un fino rastro sobre sus mejillas. Estaban en el momento más inoportuno de su vida. Mía trataría de ayudarla pero el Dios de la muerte no le dejaría terminar. ―Sora―

―Piénsalo ―bramó impasible―. Quiero la respuesta antes de la función ―Y se retiró dejando un halo frío tras su paso. Jamás lo habían visto tan descolocado en toda su vida.

Al menos, no en Kaleido. Excepto Sora.

El ambiente era tenso y permaneció así, como un estado de tiempo congelado en donde no cabía la continuidad y nadie quería o podía continuar con sus vidas, no tras ese penoso espectáculo que tuvieron que presenciar.

Sora por su parte se había quedado en shock.

Álvaro la observaba fastidiado, asqueado por así decirlo. Estaba decepcionado por cómo había tomado aquella amenaza con claras intenciones de retenerla. Robársela a él.

―Al menos esperaba que respondieras, Sora ―Álvaro se encaminó al escenario para emprender su revisión de rutina para antes de la función.

Sora apretó los puños con fuerza, no escuchaba las voces de los demás, ni los murmullos del elenco, ni la discusión de May y Rossetta. Tenía que hacer entender a León. Tenía que...

―¡León, León! ―Emprendió el camino hacia aquel demonio perdido. Le diría, le explicaría y así el...él...

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Horas más tarde, la función empezó. Sora no era la misma, había pasado de ser la intrépida y energética trapecista a la socavada estrella del escenario, león se mostraba frío y distante, mientras que Álvaro procuraba mantenerse cerca de su ángel. Presentía que algo andaba mal. Como si no se conociera él mismo. Y sobre todo al Dios de la muerte.

Kaleido Star: Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora