- Retomando el Camino -

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Capítulo 21

―Si eso es lo que pretenden, sólo hagan como monos, será lo mismo―

―Y tú si sabes ―musitó León imponente― ¿Qué tal un ejemplo de cómo deberíamos hacerlo? ―incitó pavoneándose de su posición, Mijaíl se mantuvo firme por unos segundos, luego, sin más, cogió su maletín de entre las butacas y sacó dos patines de hielo, una sardónica sonrisa se curvó en aquel rostro inexpresivo.

―Si tú eres un demonio, puede que yo sea el diablo ―enfatizó Mijaíl, ante la repentina ola de precaución que envolvía a León.

Mijaíl había impuesto una nueva demanda en León, por alguna razón, el tipo parecía más confiado de sí mismo que si se tratara de un mero entrenador de cuarta.

―Señorita. ―Clavó su encubierta mirada en May―. Veamos qué tiene para mí. ―Aquel maldito diálogo ya lo había escuchado en algún lugar, por lo que May en cierta forma, también se sintió alarmada.

―No quisiera cortarle la cara, León tardó poco más de un día para adaptarse a mis movimientos ―increpó May preparándose para lo que sería el más tormentoso día de ensayo, ella estaba más que segura de que enviaría a alguien al hospital y posiblemente en una bolsa.

―De acuerdo ―inquirió Mijaíl mientras ingresaba a la pista, May tenía ese maldito presentimiento de que NO DEBERÍA estar allí.

La contienda empezó, May inició la rutina con un Triple Axel, para luego coger la cuerda, impulsarse e iniciar los giros en aspas con sus pies, ella estaba en su elemento.

De repente, cuando ella se preparaba para arribar a tierra, Mijaíl ingresó cogiéndola suavemente de la cintura para luego manipularla como si ella fuese una delicada pieza de porcelana, con giros estilizados y movimientos pícaros, que a ella simplemente ruborizaron y dio inicio a un tango sobre hielo, en el que la cuerda parecía ser la fuente de su equilibrio, su centro, el eje para sus encuentros furtivos.

Al menos, esa fue la visión del público, parecían dos amantes que no debían ser encontrados juntos, aún así, entre la competencia y la picardía, se daban ese tiempo el uno al otro. May terminó descendiendo lentamente por el cuerpo de Mijaíl, agotada, sobre la pista y no podía evitar el rubor que afloraba poco a poco sobre sus mejillas. León se mostraba irascible.

―No importa si la chica te agrada o no, debes expresar la pasión de los personajes o simplemente serás una máquina ―arguyó Mijaíl ayudando a May a levantarse, ni si quiera Sora había escapado de la esencia de aquella escena.

―Así que debo coquetear con ella ―inquirió León sin más―. Bien, confundí el guión de la obra ―sentenció mientras se preparaba para dar inicio a la nueva rutina, sólo hasta este momento, se había sentido motivado a realizar su papel en la obra.

―Por supuesto que soy yo quien debería haber acabado a tus pies ―dicho esto a May, Mijaíl se retiró de la pista para infundir el pánico en el resto del elenco― Hasta que por fin dan la cara. ¿Qué pensaban que era esto? ―El elenco del Gran circo de Moscú no parecía complacido de estar bajo el mismo techo que los de Kaleido.

May se mantenía ruborizada en su sitio, hasta que la fría y penetrante mirada de León la obligó a sacudirse toda posible ilusión del rostro―. Bien, supongo que podemos empezar de nuevo, León ―Y de alguna forma, la mayoría se sorprendió con la nueva actuación de León y May.

Incluso Sora, quien colgaba del trapecio, observó embelesada por un momento más, Álvaro no parecía complacido, sin embargo, se había prometido así mismo que Sora necesitaba dar sus propios pasos, mantener la distancia por el momento aliviaría en algo la presión de su pecho, al menos eso pensó.

Kaleido Star: Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora