La puerta estaba medio abierta, la luz aun se extendía por la habitación, inclinó su cabeza hacia la lejanía de sus pensamientos. ¿Qué acaba de hacer? –Pensó Math por un rato. Algo dentro de él se estaba consumiendo como una droga, como una simple imperfección en la vida.
Alguien entró por aquella puerta, los pasos que daba eran largos, sus desgastadas botas de color marrón chirreaban con la madera del suelo. Su padre se sentó a su lado mientras Math regresaba de aquellos pensamientos. –¿Necesitas hablar hijo? –Pronunció su padre por muy bajo de la habitación.
Math estaba aturdido, una barrera de lo bueno y lo malo estaban siendo carcomidos por su integridad, se sentía mal por un lado, había mentido a la corte sobre no saber el paradero de su novio, aunque ni él lo sabía con exactitud. Lo única prueba que ahora sostenía se hallaban en postales que él enviaba cada semana, una diferente de cada lugar. Tal como él se lo había prometido.
Pero muy adentro de él se sentía mejor al mentir, el pasado era una tormenta que lo segaba en muchas ocasiones, el dolor de recordar cada pequeña parte de lo sucedido se hacía cada vez menos intensa. Sus traumas habían cesado de una manera sorprendente. Pero ahora, se sentía más vacio que nunca.
–¿Crees que he hecho bien Padre? –Le preguntó Math con un hilo de voz agudo. Su padre aun sufría con la tragedia, le había costado trabajo superar que ahora solo estuvieran ellos dos solos.
–Prometí apoyarte en cada decisión que tomaras ¿Recuerdas? –Su padre había hecho esa misma promesa en cuanto fue liberado esa noche. Su dolor nunca abandonó ese horrendo lugar.
–Entonces… seguiremos mintiendo. –Math se levantó de la cama y caminó hacia la salida, no quería volver a pisar otra vez ese lugar, no si de eso implicaba su felicidad.
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La sangre se esparcía con el agua que se juntaba hacia la siguiente dirección. Math había perdido el conocimiento minutos después de contemplar el cielo. Los golpes lo habían dormido como una morfina antes de una operación. Se quiso levantar en más de una ocasión, pero todo lo tenía completamente dormido. Al final su cuerpo terminó rindiéndose ante la adversidad.
Acto siguiente fue la sorpresa de una mujer al verlo ahí tirado, sus gritos por un poco de ayuda se perdían entre el ruido de la lluvia que caía a cantaros. Aquella señora gritó y gritó hasta que fue captada por algunas personas de unas cuadras adelante, esas mismas personas llamaron a una ambulancia dando la dirección sin explicar nada más.
Un señor de edad avanzada intentó ver si Math aun respiraba, la sangre que se esparcía era tanta, que daba la impresión de estar muerto. –Aun respira. –Dijo aquel hombre colocando su oreja sobre el pecho robusto de Math. –Muy despacio pero lo hace.
Cuando Math despertó en el hospital no podía recordar mucho de lo sucedido, intentó mover algunas partes de su cuerpo, pero de inmediato, sintió una hinchazón sobre sus costillas, al tratar de hablar le dolió parte de su mejilla izquierda, haciéndose notar una gasa blanca sobre su frente.
Su médico que lo atendió fue quien le informó sobre las personas que lo trajeron, la señora que pedía ayuda desesperadamente no dejó la sala de espera hasta que se le informó que Math ya estaba mejor. –Es increíble que aun haya gente así. –Comentó el doctor, mientras revisaba algunas señales de Math con una lucecita de color amarillo que iluminaba gran parte de su pupila.
La enfermera que lo recibió lo cambió con una bata, ahí fue donde encontraron su cartera, y en ella una credencial de estudiante donde venían casi todos sus datos necesarios para identificarlo, al igual que un número referente al que llamar por si una emergencia ocurría. La enfermera marcó ese número rápidamente y fue atendida por una señora que reaccionó muy histéricamente a través del teléfono.
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El juego del amor (Gay)
Genç KurguMath es un adolescente común y corriente, con un físico diferente al que siempre hemos visto. Pero eso no lo detendrá para conocer lo que muchos llamamos "el juego del amor". Math no sólo tendrá que aprender el significado del amor verdadero. Sino q...