27: Doppelgänger

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No quise permanecer en Rosemont más tiempo luego del funeral, la policía y sus constantes preguntas que nunca podría responder me enfermaban. Tres días para llorar en cama fueron suficientes para mí, estando sola en esa casa. Los chicos regresaron a Windstorm el lunes en la mañana, el privilegio del descanso no era para todos.

Papá me trajo de vuelta a la academia después de varias insistencias de mi parte. Parecía que iba a instalarse en la casa el tiempo que fuese necesario, no habíamos hablado sobre ser una familia otra vez sobre todo ahora que la parte más importante de ella no estaba con nosotros.

Mi madre no sanó y no lo iba a hacer. Había salido en busca de un Rhegar, en busca de uno de los pocos que aún quedan en la tierra, la razón no creo que alguna vez lleguemos a saberla. Al parecer halló a uno de estos seres y su respuesta fue asesinarla por haber perdido el Athyo.

¿No podían guardarlo ellos mismos? ¿Por qué dárselo a alguien más? Quizá el que sean criaturas más viejas que el tiempo mismo no significa que tengan sentido común.

Sacrificio Mortis. Ella se había sacrificado por la familia y quizá no pensó que jamás volvería a Rosemont y su única manera de decirnos sin involucrarnos con la policía era esa.

Pero ¿Qué sucedió durante todo este tiempo que estuvo perdida?

Avanzo por el pasillo, escoltada por mis amigos rumbo a clases. Se siente bien tener de donde aferrarme y tener tantas personas con las que hablar.

—¿Sabes? No tenías que ignorarme en el desayuno —dice Nash, agachando la cabeza.

—¿Qué? —pregunto, confundida.

—No te sentaste con nosotros —se queja Mary, ajustando las tiras de su mochila a sus hombros—, nos ignoraste.

—No tengo la menor idea de lo que están hablando —respondo—. Estuve toda la hora del desayuno en el studio de ballet, tenía mi primera prueba de vestuario.

Nash, ríe, una risa incómoda, confusa.

—¿Qué? No... Estabas en el comedor —repite, convencido—, estabas en el comedor esta mañana.

—No, yo estaba en el studio —repito—, no hay manera de que yo...

—Ay, mierda —gruñe, Caleb.

Sus hermanos se detienen y por ende nosotras también.

—Ay, no... ¿Ahora qué? —digo, cerrando los ojos con fuera.

—¿Dónde está Derek? —pregunta.

—No lo sé —respondo—, tengo clase de trigonometría y no puedo darme el lujo de reprobar materias... No ahora que estoy sola.

—¿Tu padre no es tu tutor? —pregunta Malika— Digo... Ya volvió.

—Lo es, pero apenas y nos estamos conociendo de nuevo —respondo—, no puedo pedirle que se haga cargo de mí por lo que debo cuidar la beca que amablemente me ofrece la academia.

No era para nada algo que estuviese en nuestros planes. Mi idea era poco a poco acostumbrarme a su presencia, derrumbar de a pocos esos muros que con el paso de los años construí yo misma para protegerme pero esto nos ha obligado a atar lazos muy rápido. A él esto lo ha empujado a cumplir el rol total de padre y a mí de hija.

*****

Nathan Clark.

Dejo caer la soga de saltar al césped y elevo la vista al cielo, cegándome con el sol. Sacudo la cabeza, dispuesto a ir por el segundo circuito pero entonces la veo. Veo a Alex observarme a través de las rejas del campo cerrado. Le sonrío y elevo mi mano, saludando.

Academia WindstormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora