24: Sacrificio Mortis

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Entramos al comedor luciendo como dos muertos vivientes. Las mangas de la sudadera de Nathan se resbalan por mis brazos, haciendo parecer que llevo puesta la ropa de un gigante pese a no haber una drástica diferencia de alturas entre ambos.

Logro ver las dos mesas pegadas una a la otra y a los chicos sentados desayunando. Jade eleva su mano en el aire, llamándonos con una enorme sonrisa en el rostro.

Señalo la barra de comida y ella asiente.

—Quiero un gran vaso de café muy cargado —lloriqueo dirigiéndome hacia la zona de servicio.

—Yo no, me electrocuté a mí mismo antes de venir —bromea.

—¿Te puedes electrocutar? —pregunto.

—No realmente —ríe.

Las cosas se sienten un poco tensas entre nosotros después de haber despertado con mi mano en su cara y una de sus piernas enredada junto con las mías. No era una incomodidad mala, era ese específico vacío en la boca del estómago y ese tontamente dulce hormigueo que sientes cuando ves a quien te gusta.

Creo que lo más mata pasiones fue dejar que me vea lavar mis dientes con mis dedos.

En cuanto tenemos nuestras bandejas con desayuno vamos a la mesa con los demás chicos.

—Heey... —saluda Kian, acomodando su gorra sobre su cabello rizado.

—Buenos días —digo, dejándome caer en una de las sillas.

—¿Alex, dónde estabas en la mañana? —pregunta Malika, confundida.

Siva se atora con su té antes de reír.

—Salimos a correr —Nathan responde por mí.

Malika eleva una ceja.

—¿Correr más de lo que corrimos anoche? —cuestiona confundida— Vaya... qué atléticos.

Solo bajo la mirada y me dedico a comer. Jade me observa desde el otro extremo de la mesa con un amago de sonrisa en sus labios y mirada traviesa.

"Descarada". Articula.

Sonrío como tonta antes de negar con la cabeza.

—¿Quieres más tostada? —me pregunta Nathan—. Odio la integral.

—Sí, claro —respondo, tomando sus tostadas.

Elevo la mirada, solo para encontrar a James mirándonos de una manera muy extraña.

—¿Ahora qué te picó? —le pregunta Nathan, fingiendo que nada sucede.

—Ustedes hoy tienen una vibra muy ridícula —responde—, es todo.

—Sí —secunda Caleb, con una expresión acusadora— ¿Están seguros de que solo salieron a correr?

—Oh, wow... —murmuro—, no sabía que esto era La Ley y el Orden.

—No podemos ignorar por siempre el enorme elefante en la habitación —Nash eleva ambas cejas.

—¿Cuál? —pregunto.

—Ustedes dos —responde Jake riendo.

—No importa si se acostaron —dice Siva—, nada arruinará nuestro grupo, solo digan cómo despistaron a Garret, necesito saber...

¿Qué demonios...?

—¡¿Qué?! ¡NO! ¡Apenas y nos besamos! —exclamo más fuerte de lo que me hubiese gustado.

—Ahh... —dicen todos al unísono, como si todo tuviese sentido ahora.

Cada vez me confundo más.

Academia WindstormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora