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Los meses han pasado tan rápido y Alycia no ha dado señales de vida, lo que nos preocupa porque en algún momento podría llegar con algún malévolo plan y acabar con todos, como tiene planeado.

Por otro lado, las clases comenzaron y ahora debemos fingir que nuestra vida es normal, aunque eso sea una vil mentira.

La escuela nunca me había parecido tan temerosa como ahora lo es, al estar parada frente a ella, un escalofrío comienza a recorrer mi cuerpo entero.

Una mano en mi hombro me hizo voltear exaltada, encontrándome con Jamie, el cual pareció asustarse un poco por mi reacción.

   —Lo lamento. – dice, soltando mi hombro. – No creí que estuvieras tan distraída.
   —Oh... lo siento. – dije, soltando una pequeña risa. – A veces me voy a mi propio mundo.
   —Te entiendo. – dijo, incitándome a caminar con él hacia el interior de la escuela, lo que hice. – Adivina quién me acaba de enviar una postal.
   —¿Quién? – lo miré, extrañada.
   —¡Robbie! – dice, sonriente, lo que me hizo sentir algo incomoda ya que sé lo que realmente sucedió con él. – Al parecer está en Asia con su madre, ¿puedes creerlo? A – S – I – A. – dice, pronunciando cada letra de la palabra y al final, pronunciándolo de la manera correcta, mostrando su emoción. – ¡Es genial!
   —Lo sé. – dije, sonriendo de lado, aunque sin quitar la incomodidad.
   —Demonios, quisiera tener su vida. – dijo Jamie sonriente, mientras caminaba hacia su casillero.

Si tan solo Jamie supiera lo que es Robbie, no querría tener su vida, por nada del mundo.

Nadie quisiera ser un demonio odiado por miles de ángeles y arcángeles que al final terminó muriendo en manos de una chica mitad Nephilim, mitad ángel que es portadora de la maldición que acabaría con su vida.

Al final, todo termina siendo un ciclo.

Di un gran suspiro antes de caminar directo hacia mi casillero, abriéndolo y guardando algunos cuadernos que no necesitaría este día.

Al finalizar cerré el casillero y me giré, topándome con Liz y Grayson, lo cual no me esperaba y menos aquí.

   —¿Qué hacen aquí? – los miré, extrañada. – Es decir, sé que Liz entrará a la escuela, pero... ¿Grayson? – lo miré y él sonrió.
   —También estaré aquí. – se cruzó de brazos, marcando sus bien formados músculos. – Es mejor estar cerca de ti, protegiéndote.
   —Bien... entonces, vamos a clase. – dije y ellos asintieron.

Los tres caminamos hacia la clase de Roy, en la cual él ya se encontraba afuera, y al vernos nos detuvo, o al menos a mí.

   —¿Recuerdas el apellido que me dio Kyle al inicio de sus clases? – preguntó, mirándome.
   —¿No recuerdas el apellido de tu amigo Kyle que lleva más de cien años conviviendo contigo? – alcé la ceja y él rio un poco.
   —¿De verdad creíste que los ángeles tenemos apellidos?
   —Espera... ¿No tienen? – pregunté, sorprendida, a lo que él negó con su cabeza. – Entonces... ¿por qué los inventan?
   —Para no levantar sospechas y así pasar desapercibidos. – se encogió de hombros.
   —Buen punto... en fin. – suspiré. – Creo que era... jones... Jon... Jhonson. – dije, tratando de recordar. – Algo así...
   —Bueno, espero que así sea, por qué debo firmar su salida de la escuela.
   —¿Se irá? – preguntó Liz y Roy la miró.
   —Claro, no es seguro que un ángel en estado de transición esté aquí, y menos si parece tener alguna especie de virus mortal, como el covid o algo por el estilo. – alzó la ceja. – No sería nada bueno para nosotros.

En eso tiene razón Roy, sinceramente, Kyle ha empeorado estos meses, ahora escupe sangre sin razón alguna, tan solo parece estar cortado por dentro, pero al parecer es normal, todos los ángeles han pasado por eso, bueno, todo ser como ellos, que portan alas.

[COMPLETA] ✓ARCÁNGEL: La Maldición de los Reinos II [SAGA: ARCÁNGEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora