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Esto no podía creerlo.

Me negaba a hacerlo.

Todo este tiempo siempre había creído que Kyle llegó al pueblo para traicionarnos, luego para ser el ángel guardián y después... resultó que era por enamoramiento hacia mí, hacia la prometida de su mejor amigo.

Eso es una traición, aunque, de acuerdo con la historia, Kyle se enamoró antes de que Alexander me conociera, pero quizá nadie más lo sabía, solo Azael, el cual le perdonó ese pecado, pero lo extraño es que solo a él le ha perdonado tanto y sinceramente, quisiera saber el por qué.

Los chicos decidieron irse de la cabaña para poder buscar respuestas y Gabriella debía encargarse de unas cosas antes de entrar a clases, así es, en unas semanas entraríamos a clases, aunque yo no quiero que eso suceda, no estoy lista para avanzar, lo único que quiero es recuperar a Alexander, aunque deba sacrificarme por él, lo necesito en el pueblo, salvando vidas como todos esos años en los que ha vivido.

Unos jadeos me hicieron girarme y mirar a un Kyle que comenzaba a abrir los ojos, mostrando dolor en ellos.

Su mirada recorrió la habitación hasta llegar a mí, haciendo que se comience a sentar con dolor, por lo que me acerqué y lo ayudé un poco.

   —Gracias. – murmuró y yo me senté a su lado.
   —Debo saber la verdad...
   —¿La verdad? – me miró y asentí.
   —Sobre esa conexión entre nosotros...
   —Oh... eso. – bajó la mirada y yo tragué saliva.
   —Kyle... – murmuré y me miró. – Por favor... dime lo que sucede.
   —Hace dieciséis años provoqué un accidente. – miró sus manos, las cuales temblaban. – Todo por el juramento que le hice a Azael...
   —¿Un accidente? – me mordí el labio, tratando de comprender lo que me dice.
   —La maldición ya estaba hecha y Roy necesitaba un nuevo sacrificio, una nueva alma pura que se iría, tomando el lugar que le correspondía a su hija, así que fui detrás de ese auto en el cual el sacrificio se encontraba, la maldición se puede completar con un alma recién nacida o hasta cumplir los cien años, solo en esas dos oportunidades. – me miró. – Cuando provoqué el accidente, la mujer seguía viva, por lo que iba a clavarle una daga al bebé que nacería en cuestión de minutos, la ayudé a parir y al tener a ese bebé en mis manos, no pude hacerlo, el bebé nació muerto, por lo que lo tuve que revivir, porque así no podría cumplir con la maldición, así que el bebé regresó a la vida y abrió los ojos, esos enormes ojos que... me hicieron sentir algo dentro de mí, me hicieron recuperar la humanidad que creía perdida. – se relamió los labios y miró los míos. – Le dije a Azael que algo sucedía, le conté lo que sentí. – me miró a los ojos y pude ver cómo estaba siendo sincero. – Él me castigó, pero al final, decidió perdonarme porque en algún momento él cometió un pecado que tampoco no tenía perdón.
   —Así que... ¿decidiste dejarme vivir por tus sentimientos?
   —Así es... y te protegeré toda la vida, te salvaré si es necesario en todo momento. – tomó mi mano. – No dejaré que nada te suceda, aunque tu destino ya esté escrito...
   —Entonces en verdad moriré...
   —¿Alexander no te lo dijo?
   —¿Él lo sabía? – pregunté y él asintió.
   —Él siempre lo supo, desde el inicio. – murmuró y yo miré hacia un punto fijo, sin comprender lo que sucede.

Sinceramente, me siento algo decepcionada.

Más que nada, porque Alexander no pudo decirme con exactitud lo que me sucedería.

Si lo hubiera sabido, habría disfrutado al máximo mi vida, pero ahora solo me quedan dos años, todo este y el otro.

A mis dieciocho años mi vida terminaría para siempre, completando la maldición.

   —Puedo leer tus pensamientos. – dijo, interrumpiendo mis pensamientos.
   —Lo sé...
   —Alexander no lo hizo con maldad, quizá él quería protegerte y hacerte tener una buena vida, sin demonios en ella, aunque eso fue imposible ya que, de alguna manera, te metiste en esto.
   —Lo dices como si tuviese la culpa. – lo miré y él rio un poco.
   —Tú no tienes culpa de nada... no es tu culpa el que completes la maldición. – suspiró.
   —Quisiera saber cómo es que pude leer tus pensamientos. – lo miré y él inmediatamente me miró confuso.
   —¿Qué?
   —En el bosque... pude oír tus pensamientos antes de saltar...
   —Estás cambiando...
   —¿De qué hablas?
   —Tu eres una Nephilim... pero también eres un ángel. – lo miré. – Sólo que nunca salieron a la luz.
   —Eso de ser mitad de cada uno lo sé... pero como es eso de "cambiar".
   —Tu lado Nephilim está comenzando a salir a la luz. – sonrió de lado. – Los Nephilims pueden leer los pensamientos, bueno, solo algunos.
   —¿Algunos?
   —Los que son Nephilims puros, es decir, hijos de dos Nephilim, pero en tu caso, tu lado ángel te hace tener esa capacidad de leer pensamientos, es algo complicado de comprender…
   —Esto es tan... extraño. – suspiré y lo miré.
   —Así ha sido mi vida desde mi nacimiento. – murmuró y me miró a los ojos.

Bajé la mirada, con algo de nerviosismo.

Sinceramente, su mirada me produce tantos nervios y sé que él lo nota, no es tonto, él sabe que algo sucede y es por nuestra conexión, no es algo que se pueda cambiar fácilmente.

Pero, aun así, mi corazón le pertenece a Alexander, aunque me sienta confusa.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el tacto de Kyle en mi rostro, me acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja, por lo que lo miré, sintiendo escalofríos que recorren mi cuerpo entero.

Su mano se dirigió hacia mi mentón y alzó mi rostro, mientras se comenzaba a acercar a mí.

Nuestras respiraciones comenzaron a chocar entre sí hasta quedar a milímetros, él me miró a los ojos, dejándome ver un brillo en ellos, un brillo que me incitaba a acercarme más.

Pero él fue más rápido y unió nuestros labios.

El beso comenzó siendo lento y apasionado, sin necesidad de ser duro ni rápido, tan solo mostrando sus sentimientos puros hacia mí, lo que me hacía sentir de nuevo esos escalofríos.

Poco a poco, fui retrocediendo mientras él se posicionaba encima de mí sin dejar de besarnos, sentí sus pequeñas mordidas hacia mi labio inferior, lo que me hizo sentir tantas cosas dentro de mí.

Realmente, no puedo reaccionar de ninguna manera, tan solo siento la necesidad de besarlo, de estar con él, de tenerlo.

Abrí mis ojos con algo de miedo y de pronto, reaccioné empujándolo y levantándome con rapidez.

   —Arella...
   —No puedo. – dije, con un hilo de voz.

No podía creer que le fui infiel a Alexander, no podía creer que me besé con Kyle y lo sentí correcto, como si todo estuviese bien.

Pero está claro que no es bueno esto, definitivamente no.

   —Arella...
   —Debo... Debo irme. – murmuré, sin poder mirarlo.
   —Perdón...
   —Yo... – murmuré y lo miré. – Tengo novio, Kyle... Aún tengo la esperanza de su regreso...
   —Yo...
   —No puedo hacer esto...

Me giré y caminé hacia la salida, pero unos quejidos me hicieron voltear y ver a Kyle en el suelo, con sangre saliendo de sus heridas en su espalda.

Sin pensarlo, corrí hacia él y me agaché, sosteniéndolo de los hombros, aunque él no reaccionaba a mi tacto, tan solo se quejaba de dolor por lo que pudiese dañarlo.

   —Kyle... – murmuré, al ver como su camisa comenzaba a agujerarse.

Él acercó una de sus manos al cuello de su camisa y sin dudarlo se la arrancó, quedando con el torso desnudo mientras la sangre seguía saliendo sin parar.

Fijé mi vista hacia sus heridas y pude ver como estas comenzaban a abrirse, la piel comenzaba a cortarse mientras algo salía de ahí.

Acerqué mi mano hacia las heridas, pero la mano de Kyle me tomó de la muñeca con fuerza, por lo que lo miré y vi como el sudor comenzaba a recorrer su cuerpo.

   —N.…No. – murmuró, con dolor.
   —Pero...

Volví mi vista a su espalda y pude ver algo que, sinceramente, nunca en la vida creí ver.

Realmente Kyle comienza a cambiar.

Unas pequeñas plumas salieron de sus heridas, haciendo que Kyle caiga al suelo, inconsciente.

Tomé una de las plumas y la miré con curiosidad.

Kyle hace tiempo perdió sus alas, pero estas siempre fueron blancas, aunque ahora...

Las plumas que salieron son negras.

Lo que significa que el ángel de la muerte está a punto de salir y no será nada bueno.


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[COMPLETA] ✓ARCÁNGEL: La Maldición de los Reinos II [SAGA: ARCÁNGEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora