Capítulo 08

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3, 2, 1…

Me remuevo un poco apartando la mirada.

— De acuerdo pequeño príncipe, yo ya debo irme —anuncio levantándome de la silla.

Créanme, esa última declaración fue un “boom”. Pero ahora no puedo concentrarme en esto.

El chico deja dinero sobre la mesa y se levanta rápidamente para llegar hasta a mi antes de girar por completo y seguir el camino a la salida.

— Te acompaño —afirma directo hacia mi rostro.

Su fresco aroma inunda mi olfato. Lo pienso; en realidad, creo que no me molestaría. Digo, ya llegamos hasta aquí así que…

Aprieto mis labios.

— Que más da —digo tronando mi lengua mientras ladeo la cabeza.

El chico sonríe satisfecho.

Durante todo el camino hasta el edificio donde vivo nos mantuvimos en silencio. No era uno incómodo, más bien… reflexivo; por lo menos de mi parte. Aunque pude percibir en su rostro algo de eso también.

¿Qué reflexionaba? Bueno, pues que al parecer el señor Prior tiene más que ofrecer a parte de estúpida arrogancia. No voy a adelantarme a darle todos los halagos, pero después de todo no fue una mala tarde.

Cuando fuimos acercándonos a los edificios cercanos al mío noté que su expresión empezó a cambiar. El gesto no fue muy lindo, su rostro se arrugó mínimamente, casi imperceptible. Pero, yo si pude percibirlo. Obvio no todo iba a ser copitos de dulce nieve, el estúpido tenía que sacar su arrogancia y desagrado por lo inferior.

Lo mejor que decidí hacer fue no decir, ni reprochar nada. Total, ya se lo había dicho, no sé si me prestó atención pero por ahora solo dejaré pasar esa estúpida actitud y veremos que más hay.

Me detuve justo al frente del pequeño árbol que se encuentra en la separación de dos de los edificios de la calle; el mío, y el que está al lado. El chico se detiene después de mi.

— Bien, aquí vivo —señalo el edificio color crema tras mi derecha.

Asiente.

— Am, ¿puedo preguntar qué es lo que te tiene ocupada? —indaga con interés.

— Estudios —esbozo una pequeña sonrisa de labios sellados—; estudio cocina.

Sus cejas se elevan.

— Eso está genial.

Dicho eso, noto que desvía su mirada hacia muchos lados y el ambiente se torna algo… extraño. Es como si estuviera buscando la forma de decir algo. Luego de casi un minuto, lanza la pregunta:

— ¿Sería muy atrevido pedirte que saliéramos el próximo sábado?

Mis ojos no pueden evitar demostrar mi asombro al escuchar esa pregunta. Es algo obvio que no congeniamos bien, por su estupidez de niño rico claro está.

El chico es masoquista al parecer. Créanme, yo no tuviera la paciencia para soportarme; y tampoco está de maravilla seguir presenciando su altivez del poder.

— ¿Estás hablando en serio?, ¿a caso has estado consiente de nuestro evidente conflicto? —pregunto curiosa mientras río un poco.

Asoma una pequeña sonrisa.

— Bueno, podemos ingeniárnosla… —se encoje de hombros.

Entorno los ojos y lo observo minuciosamente mientras pienso por unos segundos.

Su Realidad Y La MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora