04 años después.
— ¡Ha llegado el rey del lugar! —exclaman.
Giro por completo tras la barra para observar la entrada de mi hermoso lugar; y con eso, la triunfante y alocada presentación repetitiva de mi padre cada vez que entra por esas puertas de cristal. Lo observo caminar con orgullo, una felicidad intacta y energía renovada hasta mas no poder. Todo esto luego de una conversación bastante íntima y necesaria entre padre e hija, y tras varios años practicando la buena comunicación y convivencia; en conjunto con las reflexiones y enseñanzas de la vida, echando una mirada bastante capciosa a las cosas más apremiantes de nuestros pequeños rincones importantes y bonitos. Eso ha sido; apreciar todo lo bonito que nos rodea, ya que aunque siempre nos sostuvimos, pasamos bastantes años sumergidos en el deseo de una felicidad completa, esa donde nos encontremos los dos sin murallas por escalar.
Sonrío para mi misma mientras lo observo llegar hasta la barra. Me observa exasperado.
— Cariño —frunce los labios—, ¿quieres explicarme por qué siendo la jefa siempre te empeñas en estar aquí?
Ya lo imaginaba.
— Papá, te he dicho unas 2,458 veces que me gusta estar en todo —observo por encima de su hombro el personaje que viene entrando—. Ahora si me disculpas —lo miro y empiezo a quitarme el delantal—, voy al encuentro con mi hombre —sonrío como niñita.
Empiezo a rodear la barra y papá se va en dirección a los estantes de galletas.
En cuanto me visualiza un pequeño brillo rellena sus ojos. Los pocos clientes en el lugar se detienen un momento para observarlo. Siempre todo galán, radiante y con su típica maldición sexy; pasan los años y cada vez luce más enloquecedor.
Ya al frente, me apoyo de la barra mientras llega a mi.
— ¿Qué hay príncipe? —pregunto cuando se detiene muy cerca de mi.
Mis ojos escanean rápidamente su rostro, y me mi mente toma una fotografía inmediata de su belleza en el día de hoy. Me detengo en sus ojos y me devuelve la mirada con ternura.
— Mis días son los mejores cuando mis ojos se detienen en los tuyos ¿sabías?
No me permitió decir algo porque rápidamente estampó sus labios contra los míos. Es un beso tierno, lleno de dulzura y de la felicidad de tenernos.
— ¿Te vas a poner en modo sensual desde temprano? —pregunto divertida mientras me aparto para ir en dirección a su mesa de siempre.
— Eso es lo más enloquecedor de mi parte Mía, no tienes que negarlo —dice siguiéndome.
Suelto una risa y niego. A pesar de que ambos mejoramos nuestros hábitos un poco maliciosos, siempre sobresalen de alguna forma. A mi chico no le hace falta más arrogancia de la que tiene, es más, creo que ha empeorado con los años; pero en realidad es alguien muy humilde, solo lo hace por diversión, es un tonto sin remedio.
— Solo ven siéntate —doy una palmada al sillón en frente de la mesa— y deja tú orgullo por un rato ¿bien? —curvo mis labios.
Pasa la punta de la lengua por su labio inferior, y luego con una sonrisa picarona en el rostro, se sienta en el sillón de en frente.
Ruedo los ojos con diversión.
— Bien, ¿quieres el trozo de pastel de inmediato o algo más primero?
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Su Realidad Y La Mía
RomansHablemos de posiciones en el mundo. Siempre estamos a cuestas de ellas. Dicen que debemos encajar siempre con nuestra posición social; cualquier sueño con ser, tomar, llegar más allá del destino que nos tocó es derribado por argumentos que, aunque...