Diablos, ¿a caso está loco? Ni siquiera me ha insinuado a mi algo como eso que pide, bueno, no directamente. Es todo lo que he estado dudando desde el momento en que me pidió que saliéramos.
Rápida y repentinamente el rostro de mi padre me regala una sonrisa serena. Por un microsegundo eso me desconcertó y mi ceño se frunció levemente.
— Si esos son los deseos de mi hija y ella está de acuerdo, no encuentro ningún inconveniente —contesta muy sonriente y complacido.
De acuerdo... juro que no me esperaba eso. Esa no es una reacción típica de mi padre. Supongo que esperan a que diga algo, pero no puedo pensar claramente en este instante, me cuesta adentrarme en un tema que trata exclusivamente sobre mi, ¿pueden creerlo?
Aún paralizada en mi lugar remuevo un poco la cabeza tratando de llegar a la situación. De acuerdo, al primero en acudir es a papá. Doy un paso hacia él y lo tomo de un brazo para ponerlo de pie, seguido lo llevo a rastras un poco más atrás del banco en el que estaba. Cuando ya está en mi campo visual, lo suelto. Noto a un padre confuso, con el ceño levemente fruncido ante mi reacción.
Oh si claro, la única con la cabeza patas arriba ahora mismo soy yo.
— ¿Qué fue eso papá? —cuestiono en voz baja, sorprendida y desconcertada.
— Mía... pareces loca —dice sin cuidado.
— Pues seguramente es por ver una actitud de mi padre demasiada inusual —replico.
El hombre exhala una sonrisa, pareciendo muy despreocupado por la situación. Esto es muy extraño.
Frunzo el ceño.
A continuación, mi padre coloca sus manos en mis hombros y acerca su rostro al mío. Tiene una mirada tranquila y serena, como si de verdad estuviera seguro de sus recientes acciones.
— Hija, te amo. Estuve toda mi vida protegiéndote. Protegiéndote de algo en lo que nunca diste ni hubo problemas, bueno a excepción de ese chico Erick, aún no lo olvido —me da una mirada regañona. Yo solo sonrío, feliz escuchando sus palabras—. Después, no he tenido que preocuparme, a excepción de una cosa: tú soledad. Desde ese chico me dije que no iba a ponerte tanta objeción, me di cuenta de que a parte de mi siempre has estado sola, así que... —suelta un pequeño suspiro— quien sea que decidas tener a tú lado, voy a darle el pase con orgullo.
Si, sus palabras llegaron hasta lo más profundo de mi. Hace tanto, tanto tiempo que ninguno de los dos tenemos una conversación tan cercana que mi rostro no puede evitar demostrar la emoción que me causaron sus palabras. Siento que es lo más lindo que me ha dicho desde que se fue de casa, y es algo que admiro y me hace muy feliz conocer.
No suelo llorar, literalmente nunca, pero mis ojos en momentos como este suelen querer romper ese bloque en mi, pero mis lágrimas se contienen... aunque mi rostro es tan expresivo que a parte de seguramente estar como un tomate, se puede casi palpar mi emoción.
Él aparta sus manos de mi.
Con las mías tomo el rostro del señor que amo con todo de mi.
— Tú eres el mejor papá del mundo —le murmuro mirando sus ojos.
Seguido casi me lanzo hacia él dándole un gran abrazo. Lo aprieto contra mi con fuerza y luego lo dejo libre.
— Pero oye —me remuevo recuperando la compostura y mi tono natural—, ni siquiera he dicho que me interesa su oferta —me encojo de hombros, repentinamente desinteresada.
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Su Realidad Y La Mía
RomantizmHablemos de posiciones en el mundo. Siempre estamos a cuestas de ellas. Dicen que debemos encajar siempre con nuestra posición social; cualquier sueño con ser, tomar, llegar más allá del destino que nos tocó es derribado por argumentos que, aunque...