- 《 oh no, there you go, making me a liar 》
La vida de Addison era normal comparada con la de su hermano el actor Owen Patrick Joyner pero su vida cambia cuando él le pide que se mude a Canadá junto a él y su compañero Charlie Gillespie, del que ell...
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—Querido, voy a llegar tarde.
—Tranquila, te hice café y te empaque el desayuno para que lo lleves para el camino.–levantó ambas manos suponiendo que sostenía una taza de café y una bolsa marrón con comida.
—¡Me salvaste!–suspiro con alivio.–¿Que haría sin ti?–canturreo y se acercó para besar levemente sus labios.
—Nos vemos en la cena.
—No puedo esperar.–murmuró ella lanzándole un beso en el aire mientras fingiría salir de la cocina.
—Harían una linda pareja de casados.–comento la encargada de aquel lujoso apartamento.
La pareja de jóvenes sonrió.
Encontrar un lugar donde vivir en Los Ángeles estaba resultando más difícil de lo que ambos pensaban. Dos semanas, quince días, habían pasado desde que Addison y Charlie habían llegado a Los Ángeles con la esperanza de encontrar un lugar para vivir juntos, pero nada llenaba sus expectativas y no querían conformarse solo porque el lugar estaba a 20 minutos de la playa.
—Tal vez estamos un poco jovenes para pensar en boda.–murmuro Addi enrojecida
—Nunca se es demasiado joven.–agrego Charlie guiñendole un ojo a la rubia.
—Los dejare solos para que tomen una decisión.–murmuró la agente de bienes raíces.
La pareja se quedó sola. Charlie observó a la rubia unos segundos antes de hablar; miraba cada detalle de la casa y aún así sabía que no estaba convencida. La conocía demasiado.
—¿Que opinas?–cuestiono tomándola por la cintura.
—Es muy linda.–murmuró llevando sus pequeñas manos al pecho del canadiense.–La cocina es grande, tiene dos cuartos y un patio para que koa y goodwin jueguen
—Pero...
—No es lo que imagine cuando pensamos en mudarnos cerca de la playa.–confesó.
Él sonrió.
—Te conozco lo suficiente para saber que este no es lugar donde te imaginas que viviremos.–comento tomando su rostro con sus manos, quitándole algunos mechones rebeldes de la cara.–Pero tenemos que encontrar un lugar esta semana, chèrie, no podemos seguir quedándonos con mis compañeros.
—Lo se, pero no quiero conformarme con cualquier cosa.–dijo con un pequeño puchero. Pensó unos segundos.–¿Que hay del primer lugar que vimos?
—¿La pequeña casa frente a la playa?
—¡Ese!–exclamo con un poco emoción.
—Es muy pequeño, chèrie. No tiene una habitación como tal y no tendríamos patio para los perros.