XXVIII. NO ES CASUALIDAD

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—¿Por qué me miras así? ¿A poco has visto un fantasma, o peor aún, un muerto? — su risa me dejó atónita.

¿Aún puede bromear teniendo el cadáver de su madre en una habitación de su propia casa?

—Solo fui por un vaso de agua. No sé cómo terminé aquí.

—Uno va para un lado y termina en otro. No te preocupes, esas cosas pasan. Vamos a la camita.

No se escucha molesto. Llegué a pensar que me reclamaría o algo, pero por lo visto se ve tranquilo. ¿Quién en su sano juicio haría algo así? Esto es enfermizo y retorcido.

Regresamos a la habitación y me mantuve alerta a cualquier cosa. No sé qué esperar de él. Cuando pienso que lo he visto todo en la vida, este hombre me sale con una sorpresa.

—¿Por qué estás tan distante? — se giró hacia mí y me acercó a su cuerpo.

—Te he dicho que no me gusta que sean melosos conmigo. Eso de abrazos y esas huevadas no son lo mío.

—Siempre tan arisca, mamacita. Como me encantas, condenada.

Se siente incómodo que me mire de esa manera tan tonta.

Leonel

Ella era mi mundo. No lo supe, hasta que ese desgraciado me la arrebató de las manos. Bárbara, mi madre. Ella era lo único que tenía. Fue la única persona que me entendía y sobre todas las cosas me amaba. Nunca tuvo la culpa de enamorarse del hombre equivocado. Supe que él sería su perdición, pese a eso, nunca hice nada. Estuve mucho tiempo ajeno a las razones por la que mi santa madre quería que viviera bajo el mismo techo de ese maldito.

Creyó hasta el final que ese tipo nunca la iba a lastimar. Guardó esperanzas de que él sentía algo puro por ella y que sería capaz de dejarlo todo por nosotros. Que equivocada estuvo. No la culpo. Yo también he caído en esa misma mentira con Sarita. La única diferencia es que no pienso permitir que la historia de mi madre se repita.

Hasta el sol de hoy, no ha habido día en que no recuerde las palabras de ese hombre. Él quería convertirme en su imagen y semejanza, pero prometí jamás ser como él. Tener su sangre corriendo por mis venas no me hace sentir orgulloso en lo absoluto. Todo lo contrario, para mí es como tener veneno.

Ese hombre engañó a mi madre. Le vendió sueños para al final darle la apuñalada por la espalda. Mi madre solo quería asegurarse de que cumpliera con su parte del trato y me aceptara como parte de su familia; sí, de esa familia que tenía con otra mujer. Un hijo ilegítimo no merecía la misma atención e importancia que los demás. Estuve marcado desde mi nacimiento. Mi destino estaba escrito.

Él nunca supo que había sido testigo de todo el infierno que le hizo vivir a mi santa madre, no hasta que lo tuve frente a frente y le cobré con creces cada lágrima y dolor que le provocó. Algo por lo que al sol de hoy no me arrepiento.

Todavía hoy recuerdo su llanto, es algo que me despierta noche tras noche. Los recuerdos vienen en cadena, uno detrás del otro. Recordándome que pude haber evitado esa desgracia, pero por cobarde y débil no lo hice. Fui testigo de cómo ese cerdo abusó de ella una y otra vez. No satisfecho con eso, atrajo a todos sus empleados para que pudieran tomar su turno. Ensució lo más preciado que tenía y no podía quedarme con eso.

Esa noche jamás podré olvidarla, luego de ver cómo su vida fue arrancada frente a mis ojos, así como así. El templo de mi santa madre había sido totalmente destruido y las pocas piezas que quedaba de ella las armé como un rompe cabezas. No pude despedirme. Sabía que muy pronto iban a desaparecerla, por esa misma razón me adelanté. Quería guardar así fuera un vivo recuerdo de lo que era, pues mi mente estaba saturada de los peores recuerdos que pude haber tenido de ella.

Si fui el hijo varón que tanto deseaba, le cumplí el deseo de darle lo que se merecía. Mi traición nunca la esperó. Le hice creer a todos que estaba de acuerdo en seguir sus pasos, pero la verdad nunca estuve interesado en tan poco.

Contemplé a Sara mientras dormía en mi pecho y acaricié su suave cabello. Que irónica es la vida. Antes hubiera hecho todo por desquitarme con ella, pero yo conozco la verdadera Sarita que vive dentro y trata de ocultar. No somos tan diferentes. Ambos hemos vivido en una mentira. Luchamos arduamente por sobrevivir en este mundo tan despiadado que nos tocó vivir.

—Aunque no te des cuenta o tal vez trates de ocultarlo, soy la única persona con la que te sientes libre de ser tu. Si me odiaras tanto como dices hacerlo, no estarías durmiendo tan profundamente entre mis brazos. Tu orgullo no te permitiría cerrar los ojos, porque lo ves como símbolo de debilidad — acaricié su mejilla y no pareció sentirlo—. Ay, mi Sarita. Me estremeces el corazón con solo mirarte. Estamos hechos el uno para el otro. No es casualidad que después de tantos años nos volvamos a cruzar. No importa lo que tenga que hacer, tú solo puedes ser mía.

Desde Las Sombras [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora