II. Angustia

488 65 2
                                    

—¡Esa mujer tiene un arma! — gritó una mujer detrás nuestro y no tuvieron de otra que desaparecer en un mínimo instante.

Había planeado muchas cosas en mi cabeza, pero tardé en ejecutarlas. 

—¿Te encuentras bien? 

—Sí— la miré desconfiada, en este lugar no se puede confiar en nadie y menos ahora. 

—¿Eres nueva? — no me agrada la idea de que me busque conversación, así como se visten de corderos, pueden fácilmente apuñalarte por la espalda.  

—Sí. Supongo que debo agradecerte. ¿Es suficiente con eso?

—No buscaba que me agradecieras. Ten mucho cuidado con Eva y su grupito de subnormales, ya vi que te puso el ojo encima.

—Fíjate que ni cuenta me había dado — sin despedirme, me alejo de ella por el mismo pasillo. 

Hablé con la guardia para ver si me dejaba realizar una llamada y me lo permitió, pero estoy siendo supervisada. No le digo lo de esas mujeres, porque sé claramente que no me prestarán atención. Tengo que aprender a cuidarme yo misma la espalda. Llamé a Arturo en varias ocasiones, pero no me respondió. Incluso le marqué a nuestros amigos, pero tampoco respondieron. ¿Cómo demonios saldré de aquí si no logro dar con él? ¿Acaso no está preocupado de que no lo llamé a la hora acordada? Quisiera comunicarme con ese abogado que atendió el caso de mi madre, pero por desgracia no recuerdo su número, ni tampoco el de mi madre. No logré contactar a nadie. Es como si todos me hubieran dado la espalda. 

Me quedé en el pasillo, recostada de la pared y viendo quienes pasaban de un lado para otro. Por suerte, no vi a ese grupito de perras por ninguna parte. Mantuve la distancia de todas hasta el momento que anunciaron el baño. No había privacidad ni para bañarse, todas estaban como Dios las trajo al mundo. Dudé mucho en desnudarme, pero no tengo opción; era eso o no bañarme. Las miradas de todas son inquietantes, me siento violada por ellas. Terminé vistiéndome a toda prisa con la ropa que nos dieron y salí del baño para ir en dirección a mi celda. Me acosté en mi catre y mi compañera de celda no estaba, algo que no me agrada. 

Leonel

Recibí a Malik en mi despacho, esperando que las noticias que traiga de mi mujer sean positivas. 

—¿Qué me tienes? — busco otra copa para que tome conmigo. 

—Mañana iré a reunirme con tu mujer. He manejado todo como lo acordado. En menos de 48 horas estará fuera.  

—¡Esas si son noticias, carajo! Tómate este trago conmigo, cabrón. Le tengo un regalito preparado para cuando salga del bote. Regalito que, conociéndola, sabrá darle un buen uso. Dicen que no hay mal que por bien no venga, así que es momento de abrirle esos ojazos. 

—Me llamó Keyla hace un momento para informarme que Manuel ha movido sus fichas, ni siquiera le dio tiempo a tu mujer de ponerse cómoda allá dentro. 

—¿Le hicieron algo?

—No, Keyla intervino y la tiene bien vigilada.

—Al menos esa perra está haciendo bien su trabajo. Todos hacen leña del árbol caído, pero a ese hijo de puta lo pondré de rodillas y le haré desear no haberse metido con mi bizcochito. 

—¿Le darás la cara o seguirás manteniéndote en las sombras? 

—Mi bizcochito tiene que encargarse de esos escombros que la rodean primero, luego yo mismo la recibiré con los brazos abiertos y con este pechito que ha esperado tanto con este reencuentro. 

Sara

Durante la noche no logré dormir nada. Mi compañera de celda regresó un tiempo después y no nos dirigimos palabra alguna, ella se durmió muy rápido y escuché sus escandalosos ronquidos. Sin contar que se levantó varias veces a evacuar y tuve que cambiarme varias veces de posición. No puedo explicarme cómo alguien puede dormir tan profundamente en este lugar. Sentía mis párpados pesados, pero luché para soportar el sueño. Gran parte de la mañana estuve evitando a todas y manteniéndome cerca de las guardias, alerta a cualquier cosa. Una guardia se me acercó y me enseñó las esposas.

—Tienes visita. Junta las manos.

—¿Visita? ¿De quién? 

—De tu abogado.

Maldita sea, pensé que se trataba de Arturo. No voy a tener de otra que rezar de que ese abogado que me asignaron pueda ayudarme a salir de aquí. Acompañé a la guardia al cuarto para encontrarme con el abogado y me sorprendí al ver que se trataba de Malik Price, el abogado que atendió el caso de mi madre. No puedo creer que sea el abogado que me asignaron. 

—¿Malik? —me senté en la silla, descansando mis manos esposadas encima de la mesa.

—Nos volvemos a encontrar, querida Sara.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

—¿No estás feliz de ver esta carita? 

—Veo que has sacado tu lado narcisista a pasear. Eres mi única esperanza. Tienes que ayudarme a salir de aquí. 

—Relájate, toma algo de aire. Aunque en este lugar, tomar aire es lo menos que puedes hacer. Cuéntame una cosa, ¿cómo te va? ¿Te están tratando bien?

—La comida apesta literal y figurativamente a mierda. Ayer intentaron matarme, en cualquier momento vendrán de nuevo. Este lugar es una pesadilla. Además, anoche pensé que alguien había muerto al lado de mi cama, pero no, solo era mi compañera haciendo sus necesidades a centímetros de mi cara. 

—Bueno, no te acostumbres a esos olores. Tengo una muy buena estrategia para sacarte de aquí. Radiqué una moción delante del juez para que nos permitiera estudiar la evidencia que había sido utilizada en su contra y noté algunas cosas muy interesantes. Primero que nada, las declaraciones juradas de los oficiales que hicieron el arresto se contradicen unos a otros, las horas que exponen en cada relato no concuerdan entre sí, al igual que el proceso a seguir para recopilar las evidencias. Aparentemente la evidencia fue tomada sin una orden de registro y, más fuerte aún, se encontró un cabello de uno de los oficiales en la evidencia recopilada, todo esto señala a que la prueba fue manipulada y contaminada por los oficiales en la escena. Ha habido precedentes en muchos casos anteriores en los que los jueces han tenido que revocar todos los cargos en contra de una persona por tratarse de un caso amañado y hasta posiblemente fabricado.

—Veo que estás al tanto de todo lo que me pasó. ¿Entonces estás queriendo decir que alguien ha fabricado esto para a joderme? 

—Sí, a eso me refiero. ¿Sabes quién pudo haberlo hecho? 

—No tengo idea, pero lo averiguaré. ¿Crees que lo que dijiste funcione?

—Puedo apostar mi licencia de abogado en que sí va a funcionar, eso sí; luego de esto mi tarifa va a subir exponencialmente, después de todo, si no fuera por mi peritaje, pasarías mucho más tiempo aspirando los aromas de tu compañera en el inodoro.

—No seas tan hijo de puta. Solo sácame de aquí, es lo único que te pido. 

—¿Alguna vez me has visto fracasar? 

—Tu seguridad y lo egocéntrico que eres, es lo único que me tranquiliza en este momento. Te daré todo el dinero que tengo, pero sácame de aquí. 

—En menos de 48 horas estarás fuera. 

—Cualquiera diría que tienes todo planchado.

—Confío plenamente en mis habilidades y mañas. 

Desde Las Sombras [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora