XIII. CORTA DE TIEMPO

227 54 1
                                    

—Solo para recordarte que no tengo ni dónde caer muerta ahora mismo. Espero que al menos consideres proveer las herramientas que te solicite. No olvides que, si por obras del destino incautan esa cantidad, sería una dura pérdida para ti. Deberías ser un poco más considerado con tu futura socia.

—Seré considerado en esta ocasión, pero seré muy exigente al momento de cobrarte con creces este favor; porque estás consciente de que es un favor, ¿verdad? Y los favores no se hacen de gratis.

Este cabroncito me salió muy inteligente. Me parece que todo esto lo está haciendo con un propósito oculto. Esto no me da buena espina. Siento que va detrás de algo más, pero no logro descifrarlo. Lo peor es que no puedo echarme para atrás. Si quiero tomar el lugar de mi padre y hacer que mi madre esté orgullosa de mí, así me toque unirme al mismísimo diablo, estoy dispuesta. 

—Dame toda la información. Tendrás el encargo hecho en menos de lo que canta un gallo.

—¡Esa es la actitud, carajo! Haz las cosas bien y te consentiré como mereces, mamacita.

Me dio toda la información, como también me trajo directamente al lugar. Por lo visto ya tenía todo planeado. A la bóveda que me trajo, ya el cargamento estaba organizado. Debo pensar en un método infalible. Él dijo que no le importa cómo lo haga, por lo que no arriesgaré mi propio pellejo. No sé lo que está planeando, así que mejor prevenir cualquier sorpresa. Como es por tierra y la ruta al destino es un poco peligrosa por la cantidad de vigilancia y tránsito, necesitaré acudir a un método que no llame mucho la atención. Por la cantidad, con un camión bastaría, pero tendré que buscar la forma de que no puedan detectar nada y no corra peligro.

—Lo tengo.

—¿Qué está pasando por esa cabecita? ¿Qué planes tienes?

—Lo que debe importarte es el resultado. Como bien dijiste, no te importa cómo vaya a hacer las cosas, por lo que lo haré a mi forma y con absoluta discreción.

Su mano apretó mis dos mejillas y se acercó.

—Qué haré con esa boquita que no sabe hablarle bien a su dueño, ¿mmm?

—Soy una perra, pero no tengo dueño y tampoco tengo interés de tenerlo, así que quítate esa idea de la cabecita, papacito — le quito la mano de mi mejilla y arquea una ceja, dejando escapar una escandalosa y descabellada risa.

—El día que la situación cambie y tú rico trasero esté golpeando mi pelvis, procura gritarlo a los cuatro vientos de nuevo, a ver si aún te queda voz, energía o tu misma te lo crees, cabrona.

Lo miré fijamente debido a la misma sorpresa de haber escuchado tal cosa. A este tipo le hacen falta varios tornillos. No puedo negar que mi sucia imaginación ha volado demasiado rápido, recreando un escenario muy sucio. Creo que la falta de sexo me está afectando el cerebro. 

—Vámonos. Tengo cosas que hacer.

Regresamos a su casa y me acompañó hacia mi auto.

—Estoy brindándote un poquito de mi confianza, así que espero no me decepciones o las consecuencias podrían ser fatales, Sarita.

—Me ha quedado clara la advertencia.

Se quedó en la entrada mirando en dirección a mi auto. Cualquiera diría que estaba esperando algo. Tengo que sacar a ese sujeto de mi cabeza. Hay cosas más importantes, como lo de ese cargamento. Ewan es el único que se me cruza por la cabeza en este momento. No será fácil convencerlo, a no ser que acuda a su punto débil; su mujer. No tenemos una buena relación, pero a tipos como ese hay que saber cómo manejarlos.

Visité su casa solo para vigilar a su esposa y la seguí a los dos lugares donde se detuvo. Estacioné mi auto en la otra calle frente al salón que se encontraba y entré a una tienda que queda justo al frente en busca de un teléfono. Ewan a esta hora debe estar trabajando. Debo actuar rápido o perderé la oportunidad. Solo espero no haya cambiado su número.

El teléfono sonó varias veces y tan pronto a como escuché su voz, lo saludé de la mejor manera posible. Se puede percibir en su tono de voz que está disgustado con que le haya llamado, razón por la cual decidí contarle lo que necesito.

—Eres encargado de la distribución de carne, en especial de los pollos, Ewan. Que dos camiones de tu empresa sean interceptados a media entrega no sería tu problema. Piénsalo bien. Solo te encargarías de dos cosas; pasarme la ruta por donde estarán transitando los dos camiones y averiar el sistema de comunicaciones. Ese tipo de situaciones son muy comunes cuando no se les da mantenimiento a menudo, ¿no crees?

—Me estás poniendo en una posición muy difícil, Sara. ¿Sabes lo que me puede pasar si descubren algo así? Iría a la cárcel. No pienso poner mis manos en un picador por ti.

—Perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos sería mucho más difícil, ¿no crees?

—¿Qué dijiste?

—¿Me recomiendas un nuevo corte de cabello?  O mejor aún, ¿una manicura?

Escuché su respiración agitada y sonreí. 

—Sara, ¿dónde estás en este momento? No vayas a cometer una locura.

—Entonces haz lo que te pido y no me hagas perder la paciencia, o no me culpes por dejarte viudo siendo tan joven.

Desde Las Sombras [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora