Capítulo nueve: Condiciones

465 76 5
                                    

Condiciones del pasado.


La muerte te acecha cada vida, y cada minuto que pasa es uno que desperdicias. En la vida existen una serie de condiciones que todos los mortales respetamos, leyes que superan nuestros propios principios, leyes que rigen nuestra forma de ser y de como debemos ser ante la sociedad. En los rincones más oscuros donde los muertos del pasado son fantasmas, en esos rincones también existen condiciones y reglas que solo la familia más poderosa puede modificar.

Oh como me gusta llamarlos, la familia de la risa malvada.

Nunca saben lo que tienen al frente cuando ya están tratando de buscar algo por atrás. Sí, por que así fue mí relación con Lars.

Dicen que los psicópatas  no aman, dicen que los locos no entienden de razones, pero les puedo asegurar que todo lo que dicen es verdad, señores tenemos que admitir que ninguna persona que maté por placer tiene la capacidad de amar.

Oh! Tal vez solo quiero evitar tener esta conversación con el irresponsable e irresistible de Lars.

—Imagino que ya puedes estar feliz— y aquí vamos de nuevo, molesto por recibir una bala dirigida a él—¿No fui claro con lo que dije?¿ No fui claro al decirte que sí volvía a ver una bala sobre tu cuerpo mataría a toda la ciudad— respira entrecortado, causando así que Rosa retroceda y que yo solo pueda pensar mejor en mi próxima jugada. El niño no entiende de razones, me quiere para él, quiere que sea su reina, quiere que sea como cuando estábamos juntos pero no tiene ni la menor idea de lo que su ausencia durante tantos años a llegado a beneficiarme a mí.

—Con más razón aún te puedo decir que lo que intenta hacer no está bien visto por mí. ¿Acaso quieres gobernar una ciudad de cadáveres?¿Donde estaría la diversión en eso?— como nunca me hace caso es probable que deje pasar este aviso.

"Que tonto".
"Matalo".
"Matalo".
"¡MATALO!".

¡MALDICIÓN! ¡DEJENME!

Estamos los tres sentados en la mesa desayunando cuando nos vemos en la necesidad de dejar de hablar al instante en que sentimos la presencia de algunos intrusos.

—No queríamos molestar señor y señora Greco— saben muy bien que esa apellido ya no es el mío. Pero al girar mi rostro y encontrarme con unos cinco pares de ojos curiosos puedo notar algunas caras conocidas y las palabras del viejo ya no me son de molestia alguna, tiene suerte de que mi persona se encuentre celebrando la cara de idiotas que tienen dos de sus acompañantes al escuchar que volvemos a estar juntos cuando en realidad ya no es así.

—Mi esposa, su amiga y yo discutíamos temas con respecto a su seguridad, digamos que Venus siempre será algo impulsiva— calmo mis ganas de ahorcar su cuello con mis propias manos y le dejo pasar los comentarios.

Los presentes esperan a que terminemos de comer y luego toman asiento en los lugares vacíos frente a Rosa, mientras Lars y yo nos mantenemos juntos en una sola cabecera de la mesa.

Me levanto de la mesa al igual que todos los presentes quienes sin necesidad de darles una orden, me siguen hasta la sala principal.

—Es un gusto volver a encontrarla señorita Venus— sonríe arrogante como si supiera algo que yo estoy ignorando.

—Le puedo decir lo mismo señor S, o mejor dicho Demonio Alemán— vaya cara de susto la que puso cuando le dije su seudónimo de las carreras, pero la que se llevó la sorpresa después fui yo.

Le sonrió de lado, me toma por sorpresa llegando hasta mi y tomándome del cuello empotrandome contra la pared.

Su respiración se volvió más pesada y yo solo me divertía con ello.

Juego de malditos (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora