Capítulo once: Dame lo que quiero

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Dame lo que quiero.

𝓐𝓵  𝓓𝓲𝓪𝓫𝓵𝓸 𝓷𝓸 𝓵𝓮 𝓹𝓲𝓭𝓮𝓼 𝓮𝓵 𝓬𝓲𝓮𝓵𝓸 𝓬𝓾𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓵𝓸 𝓾𝓷𝓲𝓬𝓸 𝓺𝓾𝓮 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓮 𝓭𝓪𝓻 𝓮𝓼 𝓮𝓵 𝓲𝓷𝓯𝓲𝓮𝓻𝓷𝓸.

Los unicornios no existen pero eso no es lo que nos enseñas a los seis; en cambio nos enseñan que robar es malo, que mentir no es de buenos y que matar es pecado. Conocemos tan bien como mal nuestros propios pecados a lo largo de los años y sabemos que, aunque  pensamos que son los peores, nada se compara con matar a diario.

Y ahora yo me pregunto, ¿cómo llegué a convertirme en lo que soy?¿cómo llegué a ser un persona maldita y llena de pecados?. Pasé de ser un maldito angel vestido de blanco a ser un diablo repartidor de muertes.

Desato el nudo de lo que parece una soga al rededor del cuello en aquel cuerpo, sus ojos negros yacen sin vida y su piel se ha tornado fría.

—Alguien te quiere hundir— la voz de la chica me hace querer matar a cada persona dentro de esta habitación pero desgraciadamente los necesito por ahora.

—Eso fue lo que escuchó el Diablo antes de que fuera desterrado del cielo—sonrío y susurro aquellas palabras marcando una gran "V" en el cuerpo del hombre.

Si quieren hundirme, tienen que saber que no será fácil.

—¡A la mierda todo el mundo!¡Quien me quiera hundir que venga y me lo diga a la puta cara!— les grito a las personas presentes.

Nadie en este maldito mundo me va a venir a decir que es lo que tengo que hacer y mucho menos a quien debo matar.

—Señorita Venus, solo le estamos dando las noticias que nos hacen llegar. El señor Diablo está especialmente interesado en hacer negocios con usted a pesar de las amenazas del señor Digger— la rasposa voz de aquel molesto señor me deja claro que nada más le importa su trabajo.

El silencio reina en aquel lugar tan nefasto hasta que una lluvia de balas se hace escuchar. Saco mi arma de entre mis piernas y le apunto al bastardo que nos vendió.

—Sabía que serías el traidor— el gordo maldito cae al suelo en el momento en que la primera bala impacta contra su frente, algunas gotas de sus sangre salpican la camisa del hombre enviado por Diablo, me mira molesto pero se levanta al igual que yo para acabar con quien sea que venga por nuestras cabezas.

Las puertas son abiertas de par en par, dejando ver a una agitada Rosa con un arma en cada mano.

—Vienen por los tres— grita señalando al hombre, a la jefa de las Venenosas y a mí.

Cada uno toma su lugar y salimos de la sala.

—Eran veinte, quedan diez. Los hombres han hecho su trabajo como debían— esas son las noticias que estaba esperando.

Nadie me mataría hasta que consiguiera lo que tanto estoy buscando.

"Que comience la guerra."
"Déjame salir."

Lo hago, dejo salir mi peor lado. El lado al que todos le temen. Sonrío con malicia y empieza a correr con los demás tras de mi, disparando a todo lo que se mueva y sin importarme salir herida en el proceso.

Las paredes desteñidas quedan atrás y nos dejan a la intemperie mientras cinco hombres nos rodean. Somos cinco contra cinco pero a ninguno nos quedan balas.

"Saca tus garras perra."
"Es hora de matar."

El hombre va tras de un joven al que deja tirado en el suelo mientras entierra una y otra vez su cuchillo en su pecho. La chica sonríe y va tras el mayor del grupo, se le abalanza y entierra sus dientes en el cuello del hombre, arrancando le un trozo de piel. Rosa y yo esperamos a que los otros lleguen, retrocediendo y grabando cada uno de los movimientos que hacen.

Los hombre sonríen como si fueran uno solo y al mismo tiempo sacan dos puñales con los que piensan matarnos.

Me río, Rosa ríe y les hace una seña para que se acerquen. Al parecer no tienen miedo, no les han contado a quienes vienen a matar.

—Recibirán una lección. Esta noche moriran— al escuchar aquellas estúpidas palabras salir de sus bocas no puedo evitar soltar una sonora carcajada que hace que se lancen contra nosotras.

Me toma un tiempo reaccionar a su acción dejándole un hueco libre para que el hombre clave su puñal en mi hombro.

—¡Mierda!— grito adolorida. Lo miro con rabia y sacando con mis propias manos el puñal de mi hombro, le sonrió y se lo entierro en uno de sus ojos. Una, dos, tres y más veces mientras deja puños cerrados sobre mi cuerpo. Vuelvo a clavarle el puñal pero esta vez deja de moverse, deja de gritar, deja de respirar.

La sangre a quedado acumulada en mi rostro, en mis manos y en mi ropa. Pruebo un poco al pasar la lengua sobre mis labios, la dulce sangre del hombre sabe a gloria mezclada con mi propia saliva.

El rojo carmesí brilla sobre mis manos, dándome una vista de lo que puedo llegar hacer sin un arma.

—Lo haz dejado irreconocible— me descolocó escuchar la voz del hombre quitando mi atención del cadáver abajo de mi cuerpo. Me levanto y limpio mis manos con mi ropa.

—Eso le sucederá a usted si llega a joder mis planes. Procure no tomárselo personal pero, negocios son negocios y usted está haciendo negocios con una psicópata— le digo mirándolo con arrogancia.

El hombre asiente en señal de respeto. Hacer negocios conmigo es mejor que volver a la alcantarilla de donde vino.

—Traiga ante mí al hombre que destruyó la vida de la hija de Joshua, y usted y yo seremos amigos por un buen tiempo... Sabe que a mis amigos les doy todo— se lo dejo claro. El hombre o mejor dicho Isra, deja escapar un jadeo por la sorpresa y alejándose despacio sonríe. Le conviene el trato.

A cada hombre o mujer en esta ciudad de malditos les conviene tenerme como aliada que como enemiga. A mis amigos les doy todo, a mis enemigos les robo la vida y sus millones.

—Solo quedamos las tres— la jefa de las Venenosas nos mira a la espera de instrucciones.

—Dame lo que quiero y conseguirás todo lo prometido. La hija de Joshua será una de las tuyas, ya sabe todo lo necesario para sobrevivir— le digo y soltando un "sí Venus" sale de mi vista.

—Estas prometiendo muchas cosas esta noche,  ¿alguna vez te prometes algo tú?— Rosa ladea la cabeza esperando respuesta.

—¿Quieres la verdad o quieres la respuesta corta?— sonrío abiertamente entrando en el auto.

Ella rodea el auto y entra en el lugar del copiloto.

—Quiero la verdad— suelta sin un mínimo de respeto ante mi.

—Volveré al lugar que me pertenece junto a Lars y a la primera mujer que vea cerca de él. La mato— la miro por el rabillo del ojo mientras acelero por la carretera.

—La familia Greco estará feliz de volver a tener a la esposa del jefe con ellos— dice despacio. Sonríe con sinceridad pero deja de sonreír al momento— Digger no se metería con cualquier mujer sabiendo que la dueña de su infierno eres tú— rueda los ojos y deja de hablar.

Sé muy bien que él no lo haría, pero todas las mujeres quieren lo que no pueden tener y hacen lo que sea por conseguirlo.

—Joshua me ayudará a cumplir nuestra tarea. Luego de tener el total control de la ciudad, tu volverás a ser lo que que quieras ser— paso la lengua por mis labios al sentirlos resecos y la miro por un segundo.

—Quiero... Quiero de regreso al hermano de Digger— su petición me toma por sorpresa. Pensé que había olvidado a aquel chico de ojos verdes pero no es así.

¿Traería de las sombras al León?¿Podría hacerle eso a la familia Greco con tal de mantener a Rosa feliz?



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¿Piensan que todo está bien?

No saben lo que les espera ja ja ja 😏

Juego de malditos (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora