Juego de malditos (+21)

Capítulo doce: Cazador

🔞A partir de éste capítulo serán bienvenidas mis almas pecadoras, tengan en cuenta que deben ser mayores de 18.
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Nuestro mundo siempre fue, es y será corrupción, muertes y jerarquía. Nacidos para matar, cazar o ser cazados, nacidos de aquellos pecados que hoy nos hacen seres despiadados.

Vivimos y morimos en un mundo de destrucción masiva, definidos por una cadena que dicta lo que muchos saben.

"El más fuerte sobrevive y el más débil muere."

Pero. Me concentro en el hombre que tengo frente a mí, saliendo de la ducha, cubierto por pequeñas gotas de agua que descienden sobre su formada musculatura, bajando hasta perderse en el inicio de su pelvis, donde más abajo yace escondido por una toalla gris el resto de su cuerpo. Paso mi lengua sobre mis labios al sentir la resequedad en ellos, todo bajo su atenta mirada.

Detallando cada parte de su cuerpo, recordando los viejos tiempos en los que él y yo éramos uno solo; cuando le dije por primera vez "sí", cuando lo único que me importaba era borrar las voces.

Pero ahora quiero ver el mundo arder. Quiero que todo el mundo sepa quién soy yo, quienes somos nosotros y quienes vamos a ser.

El cazador estaba esperando a su presa pero esta vez solo serían dos cazadores en busca de sus armas.

—Sabes que todo esto es tuyo— dice Lars. Me mira y sonriendo con arrogancia deja caer la toalla, quedando completamente desnudo bajo mi atenta mirada.

Sabe lo que hace. Es sexy a su manera y muy bien puede tener a cualquiera.

—Y también todas las veces que lo has compartido— lo miro molesta. De estúpida no tengo nada y menos cuando lo tengo vigilado. Piensa que no sé lo que hace, que todo lo que sé es nada.

Pero que equivocado está al pensar que soy una tonta. Que puede manipular. Ya no soy aquella chica que rogaba por dispersar las voces.

Vuelve a sonreír con arrogancia.

—Seré tuyo para siempre mi reina malvada— eso es lo que estaba buscando. Lars tiene la manera de convencer a cualquier persona y suficiente poder como para hacerlo conmigo.

—Se lo que necesitas— dicta arrogante.

—Pero no sabes lo que quiero. Es una gran diferencia— le digo sosteniendo mis costados, parada al borde la cama.

Camina hasta llegar frente a mi. Entonces me toma del cuello y acerca su boca al borde de mis labios.

—El infierno nos pertenece a los dos, ya es hora de que regreses a tu reinado— susurra sobre mis labios, desarmando cada barrera que las voces en mí cabeza habían construido.

Era matar o morir. El y yo sabíamos que nuestro reinado estaba comenzando.

—El infierno nos pertenece— le digo antes de besarlo, introduciendo mi lengua dentro de su boca, saboreando el licor en sus labios mientras sus manos recorren mi cuerpo casi desnudo.

Sé lo que dije pero lo que de verdad quise decir fue que el infierno me pertenece a mí.

"Lars sólo será uno más."
"No lo escuches."
"Tienes que matarlo."

Regreso a la realidad cuando me encuentro con la mirada molesta de Lars.

—Otra vez te fuiste— dice furioso. Lo miro sin responderle por algunos segundos hasta que lo vuelvo a besar.

Sus manos se cuelan por el borde de la camiseta y la quitan sin ningún esfuerzo, dejándome solo en unas pequeñas bragas de encaje. Jalo su cabello mientras mi lengua deja pequeños círculos en su cuello, alternando mi lengua con pequeñas mordidas hasta dejar un pequeño mordisco sobre su hombro.

—Sigue así— susurra jadeando. Bajo mis labios por su pecho, humedeciendo cada camino hasta llegar al borde de su pelvis donde dejo una mordida. Sin previo aviso me toma por mis nalgas, cargandome entre sus brazos.

Empieza a besar mi cuello, justo en el punto exacto donde sabe que voy a ceder ante sus caricias.

Esto es algo más que sexo, esto es una guerra entre quien posee a quien.

Se acuesta en la cama y me deja sobre su cuerpo, arranca de un tirón mis bragas y quedamos completamente desnudos. Uno sobre el otro, hielo y fuego consumiéndose por la lujuria y lasividad.

Introduzco su polla sin previo aviso dentro de mi. Cabalgo su polla, rasguñando su espalda mientras mis gemidos son callados por su boca. Él me toma por mis nalgas, abriéndose paso entre ellas para llenarme por completo, saboreando mis jadeos y exigiendo más.

Una y otra vez, jugando un maldito juego en el que ninguno de los dos quiere perder.

Deja de besarme y toma entre sus dientes uno de mis pezones, lamiendo, mordiendo y chupando ese pequeño botón que me hace apretar más mis uñas contra sus hombros.

—Ahhh— grito subiendo y bajando sobre su polla. Jadeo al sentir una nalgada y dejo de pensar en el momento en que siento el creciente calor en mi vientre bajo, dando paso a un torbellino de jadeos hasta que me vengo entre su piel y él entre mis piernas.

Sudando y jadeando. Piel contra piel, sin ningún impedimento.

Toma mi cuello y me obliga a mirarlo sin salir todavía dentro de mi.

—Regresa— humedece sus labios, provocándome. Llevándome al límite.

—Lo haré— susurro viendo esos ojos del color de la plata.

—Necesitaras esto— dice. Estira su mano hasta la mesa de noche al lado de la cama y me tiende la pequeña caja abierta, donde un pequeño anillo con una piedra azul en el centro. Toma el anillo y lo desciende lento sobre mi dedo, al terminar la tarea deja un beso en mis nudillos y sale de mi interior acomodándose sobre él.

—Casados o no, siempre serás la dueña de mi alma— observo como sus brazos se tensan al sostener mi cuerpo y como sus ojos entre cerrados me miran con devoción.

—Y aunque no viviremos por siempre, tú siempre serás el dueño de mi infierno— susurro sobre sus labios y cómodo mi cabeza sobre su pecho.

Las noches serían largas pero por lo menos ya no estarían frías como hace tanto tiempo.

"No estés tan segura de eso."
"Nada es igual desde su muerte."

Trato de dormir la noche entera sin importar las estridentes voces que impiden mi descanso, pero no lo logro. Ya nada puede ser igual y esas voces lo saben.

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Capítulo algo corto, ¿no lo creen?

Sé que todos queremos más de nuestro caliente señor Lars.