Capítulo veintidós: La tortura de Richard

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-"Venimos de los más altos, diseñados para torturar y destruir, es por eso que nos hemos ganado el infierno. Un infierno perpetuo."


Lars alias "Digger".

La desesperación, la angustia, la ira, el resentimiento, los celos... ¡Maldición! Que todo lo que siento en este momento está fuera de mi razonamiento.

Es un pensamiento ilógico, creer que algún día ella no estaría conmigo, y ahora... Ahora no está y me estoy volviendo completamente loco por tratar de encontrarla.

Un nuevo día ha comenzado, ya van dos días desde que planeamos encontrar a Venus y no lo hemos logrado, Diablo está más enojado de lo que siempre está y yo, yo me encuentro fumado hasta las narices para poder mantenerme concentrado.

Las calles se han oscurecido con el paso de los días, las balas nunca faltan y la sangre escarlata es lo que le da color a cada pedazo de tierra en esta ciudad.

Es un desastre tras otro, quebrandonos en mil pedazos y esperando una salvación. Sonará la última melodía, en la que nos hallaremos en un infierno, ardiente como el fuego de una pasión.

La mansión ahora es más silenciosa y oscura de lo que antes era, a sucumbido en las penumbras y los juegos de poder fueron sustituidos por fantasmas de un ayer que ya no volverá. Hemos quedado en una totalidad de soledad, repleta de sombras marchitas en las que es imposible no asfixiarse o agotarse con todos los recuerdos de aquella pelirroja con peluca rubia.

—¿Piensas salir a buscarla?— la chica sentada a mi lado me mira esperando una respuesta. Para ser mi hermana no tiene nada parecido a mi.

—Parece que no me conoces. Lo haría todo por ella, incluso quemar toda una ciudad.

—¿Y por mí?¿Por mamá?. Es que, ¿la quieres más a ella?— las preguntas bajo sus voz histérica me hacen pensar que he descuidado mi rol de líder en esta mansión.

—Haría lo que sea por esta familia Amadea, así como lo hago por encontrar a Venus quien es mi esposa y también es parte de la familia. No quiero que vuelvas a hablar sobre el tema, si tienes alguna queja puedes decirlo y no andar de chismosa con tus amigas... Lo celos son malos, cariño— sonará hipócrita pero ya se lo dije. 

Me levanto de la mesa y salgo de la mansión como alma que lleva el diablo.

—Estamos listos. Es hora.

Dakar llega a mi lado, a penas me ve. Salimos de la mansión con tan sólo nuestras armas, llegamos a la ubicación establecida el día anterior y nos encontramos con Diablo y ocho hombres más.

—Ayer eran cinco y ahora son ocho. Al parecer Venus es muy querida— digo con total sarcasmo. Si alguno de ellos lograra ponerle un dedo arriba, estoy seguro de que los mataría con mis propias manos.

Las torturas comenzaron desde la noche del baile, nadie en la ciudad estaba a salvo, debíamos encontrar a Venus y eso es lo que estamos haciendo desde ese día.

Los últimos tres hombres que podían saber el paradero de ella se encuentran en el sótano de la mansión de Diablo y justo aquí es donde nos encontramos.

—Antes de que entremos debo decirte algo.

—Pues dilo de una buena vez, Dakar— lo miro molesto, puedo notar el nerviosismo bajo esa imperturbable mirada que se ha esforzado por mantener.

—Tienen a los hombres equivocados, no darán más que vueltas en círculos.

—Ya lo veremos.

Diablo se queda a una distancia prudente, cuando terminamos nuestra pequeña discusión le seguimos el paso a Diablo, quien nos lleva escaleras abajo hasta llegar a nuestros objetivos.

—Bienvenidos a su tortura, será simple y rápida— sonrío abiertamente, muestro cuán loco estoy, mientras más miedo doy más me vuelvo invencible.

Diablo y yo somos los únicos que participamos en la tortura de los hombres, Dakar estaba concentrado en su teléfono y los hombres de Diablo ocupados con sus peticiones.

—Venimos de los más altos, diseñados para torturar y destruir, es por eso que nos hemos ganado el infierno. Un infierno perpetuo y ahora ustedes están a un paso de confirmarlo.

La campana de electricidad en las manos de Diablo hace de las suyas cada vez que choca contra el miembro de los hombres. Sus gritos alimentan nuestra incontrolable ira, es satisfacción pura.

—El señor Richard está en el viejo almacén de la familia Clemont... es todo lo que sabemos, se lo...

Tres disparos llegan a sus cuerpos antes de que digan esa palabra, para nada nos servían, ya no quedaba de otra que matarlos.

—Es hora de buscar a ese desgraciado.

—Concuerdo contigo Diablo— suspiro derrotado y los tres salimos del sótano de su mansión. Tomamos nuestros caminos por separado, el buscaría a Richard y Dakar y yo estaríamos esperando en el sótano de mi casa para comenzar con la tortura.

Dos horas tardamos en una agonizante espera, dos horas esperando a Diablo y a su séquito.... Los últimos minutos los pasamos peleando entre nosotros, hasta que por fin llegó Diablo.

—¿Dónde estabas? Digger se estaba volviendo más loco de lo que está— asegura Dakar. Lo miro molesto, pero se lo dejo pasar.

—Que novedad. Estaba pidiendo un par de manos extras, él es Duck el encargado de los electro choques en los genitales— eso no me lo esperaba, no pensé que Diablo fuera tan sádico, igual a ella.

—Un gusto. ¿Podemos bajar ya?— el hombre insistente se presenta y tomándole la palabra lo llevamos al sótano.

—¿Qué...qué hago aquí?— un muy desorientado Richard nos recibe atado de manos a un muro en el medio del salón.

—Eso queremos saber, Richard. ¿Dónde está Venus?— el hombre experto en electro choques le hace la primera pregunta.

—No...no lo sé...

—Si lo sabes— eso es lo único que dice Duck antes de dar el primer choque de electricidad en la entrepierna de Richard.

—¡Vete...al diablo! ¡Ma...maldito imbecil!— su grito de dolor fue suplantado por maldiciones a Duck, dos choques de electricidad fue lo necesario para que maldiciera. ¿Cuántos serán necesarios para que diga la verdad?.

—Vamos Richard.

—Está...está bien! Lo único que sé es que un sin fin de hombres uniformados sacaron a las dos y a un chico que tenía secuestrado desde hace años.... No sé quiénes fueron, lo juro— las palabras de su boca salieron con una naturalidad ensayada.

Al menos nos dijo lo principal y creo saber quién fue el desgraciado que se la llevó.

—Disparale...

Al siguiente segundo de haberle dicho eso a Dakar, se escucha el sonido del cañón siendo vaciado.

Si esa familia sigue viva, tendrán que responder por tantas muertes en mi familia.

Juego de malditos (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora