Capítulo diecinueve: Rojo, ira y muerte

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Lars alias "Digger".

La noche es cada vez más fría, la luna se ha ocultado bajo nubes grises que amenazan con arruinar los planes de algunos. Permanezco sentado frente a un escritorio de madera opaca, la otra silla se encuentra desocupada por los momentos.

El sonido de cadenas arrastrándose contra el suelo, las pesadas pisadas y el olor a muerte están cada vez más presentes.

—¡No. No. No. Por favor no!— múltiples suplicas salientes de la boca del hombre que colocan frente a mi.

—Por fin nos conocemos. Me han dicho que quiere la cabeza de mi esposa— mi voz sale rasposa junto al humo del cigarrillo que dejo escapar sobre el rostro desfigurado del hombre.

Me levanto de la silla en la que me encontraba, tomo con cuidado el rebanador eléctrico que permanece en  mis cosas favoritas para torturar, camino a su alrededor mientras el zumbido de la máquina se intensifica.

Dos de mis hombres custodian el pequeño cuarto y otros cuatro vigilan el lugar completo, así que no tiene escape y lo sabe.

—E...es meni...mentira se...señor Digger, no...no mataría nunca a su esposa— tartamudea cual niño pequeño aprendiendo hablar.

—Mintiendo no llegaremos a un acuerdo. Estoy seguro de que no lograrías matarla ni aunque te pagaran por ello– me quejo y coloco una de mis manos sobre su hombro derecho.

Es divertido ver la forma en que su mirada se oscurece cuando sabe que ha llegado su fin.

Aprieto mi mano sobre su hombro y paso el pelador eléctrico por todo su brazo.

—¡Agghhhhh...!— poco a poco sus gritos suben de tono, al mismo tiempo en que yo sigo peleando su piel, hasta traspasar el músculo de su brazo.

—Esto le pasa a las personas que quieren dañar a mí esposa. Espero que lo entiendan luego de esto— le sonrio descaradamente al hombre. Cambio de lugar y subiendo de nivel la máquina, comienzo a pelar la piel de su pecho sin remordimiento alguno.

A mitad de la operación se desmayada y no queda de otra que inyectarle un poco de adrenalina para que se despierte.

—N...no...puedo más...te diré lo que quieras saber— no le queda de otra que rendirse para evitar su próxima tortura.

— Ahora sí nos estamos entendiendo. Dímelo todo.

—Hace tan sólo unas horas, en la fiesta, se trazó un plan que nos llevaría a la captura de nuestra mayor rival, todos creen que la reina es tú madre, pero déjame decirte que están equivocados— al terminar de hablar comienza a reír como un desquiciado, le doy un puñetazo en el rostro y deja de reír.

—Continúa. ¿Quiénes son "nosotros"?— le digo impaciente.

—En la fiesta conocieron a Richard, él es quien tiene a Venus y no la dejará ir tan fácil.

— ¡¿Cómo qué tiene a Venus?!— la ira se hace presente, trato de controlarla hasta me diga todo lo que sabe, pero un segundo y un tercer puñetazo llegando a su rostro.

—Lo descubrirás cuando llegues a la mansión Greco.

—¡Y una mierda!. Ya no me sirves de nada— lo miro molesto, saco la pistola de mi pantalón y le disparo tres veces sin piedad.

Salgo de ese lugar con Joshua quien me esperaba recostado del auto mientras fumaba un cigarrillo.

—¿Qué ha pasado?— pregunta lanzando la colilla al piso.

—¡Aghh! ¡No lo sé!— grito y jalo mi cabello tratando de concentrarme.— Conduce lo más rápido que puedas hasta la mansión, creo que tienen a Venus.
Joshua al escuchar el nombre de su amiga deja todo de lado y al subirnos al auto, arranca cual piloto de carreras.

No tardamos más de media hora en llegar, media hora que perdimos en un maldito tráfico que nunca hay.

—¿Qué mierda pasó aquí?— la preocupación de Joshua es palpable cuando sostiene entre sus brazos a Rosa, la cuál mantiene un disparo sobre su brazo izquierdo.

No pierdo más tiempo y llamo al maldito médico que tarda veinte minutos en llegar. Sigo mi camino hasta la palabra superior de la mansión encontrándome a mí madre y a mí hermana, atadas de espaldas, una contra otra y con varios golpes en sus rostros.

—¡Maldición!¡Es qué nadie sabe hacer bien su trabajo!— grito desesperado. Juro que cuando encuentre al imbecil de Richard, lo voy a torturar hasta después de su muerte.

—Hi...hijo, se llevaron a Lenore y...

La puerta de la habitación se abre rápidamente y el cuerpo de Dakar cae de rodillas al suelo, corro hasta sostenerlo y visualizo la herida de bala sobre su abdomen.

Suelto las cuerdas que sostienen a mí familia y con la ayuda de mi madre bajamos el cuerpo de Dakar, lo dejamos sobre el sofá de la sala y esperamos para que el doctor lo revise.

La desesperación y la tensión son palpables, todo el odio y la ira reprimida la dejo salir golpeando con furia la pared más cercana. Lo primero que hago es llamar a Diablo... aunque no sea de mi agrado, sabe que su prioridad también es cuidar de Venus.

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Uno...dos...y tres tonos después...

—¿Qué quieres Digger?.

—El asqueroso gusano de Richard se ha llevado a Venus.

—¡Malditasea Digger! ¡¿No sabes cuidar de tu esposa o qué?!— se que merezco sus gritos y maldiciones, así que no le digo nada.

—Ya me hice la misma pregunta, de nada vale que me lo digas de nuevo. Te llamaba para avisarte y para pedirte ayuda, sé que...también te importa mí esposa— se me hace difícil decirlo pero le dejo claro que ella es mía.

—Llegaré en cinco minutos, con ayuda.

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Diablo me cuelga y trato de mantenerme en calma. Me distraigo escuchando las indicaciones del médico, más sin embargo no puedo calmar la ira que crece dentro de mi.


A los diez minutos Diablo llega con cinco de sus hombres y un plan ya trazado.

—Lamentablemente es un gusto verte— le soy sincero. Lo odio pero necesito su ayuda para encontrar a Venus.

—Digo lo mismo, Digger. ¿Cómo sucedió todo?. Para ser la mansión impenetrable, pudieron robarse a la mejor jugadora— él es despreciable y de igual forma tiene razón al preguntar eso.

—También quiero saberlo— lo digo mirando a Dakar.

— Nadie lo sabe. Llegamos a la mansión a la una de la madrugada. Tú te fuiste por tu lado así qué cuando llegamos las luces estaban apagadas, la electricidad cortada y un humo tóxico empezó a extenderse por todo el lugar; cinco minutos después de eso se escucharon gritos y un disparo en la planta superior, quise ir a ver pero me dispararon y lo último que recuerdo es a Venus decir que no me preocupara— la declaración de los hechos que Dakar nos proporciona, nos ayuda a entender un poco más la situación.

—Digger, nosotros tenemos un plan pero sin saber la ubicación exacta de Venus no podemos hacer nada. Hay que torturar a los amigos de Richard para averiguarlo— la idea de Diablo es descabellada, pero a todos nos gusta torturar y matar por placer, hacerlo para buscar a alguien no será diferente.

—Nos encargaremos de eso, tus hombres vigilarán a cada posible persona que sepa el escondite de Richard, cuando menos lo esperen tendrán un cuchillo en cada parte de sus cuerpos hasta que supliquen por su muerte...

—Ya lo entendieron Lars— mi madre interrumpe mi sádico relato, no me importa lo que acaba de decir, si fuera ella no estuviera diciendo nada.

Pero nadie sabe donde está Venus y eso sólo hace que quiera matar a la ciudad completa para averiguarlo.





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Estamos llegando casi al final de la historia. ¿Encontrarán a Venus antes de que suceda lo inesperado?

Gracias por acompañarme en este camino lleno de altibajos, son buenas las almas que me han regalado.

Juego de malditos (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora