Capítulo cuatro: Noches de maldad pura

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La noche de la reunión solté varias maldiciones mientras disipaba las voces en mi cabeza. Deje la ciudad al día siguiente junto a Rosa para que Lars no me encontrara.

Era cierto que muchas veces yo era la causante de sus ataques de ira, de sus maldiciones y de muchas muertes a su nombre, pero eso me importaba tan poco como la vida de las demás personas. Conocer a alguien que te entienda, que tenga el mismo entendimiento que tu, el mismo sadismo, la misma psicosis con la que vives, eso es mucho más que encontrar el paraíso en las puertas del cielo.

Entonces sin más tomamos nuestro camino con dirección a Italia, donde el conde Sailas me esperaba para probar un poco la cordura de sus lacayos.

-No te gustará lo que estoy viendo- las palabras de Rosa sonaron en mi mente como si fuera un bomba a punto de estallar, me giré y pude ver a Lars besándose con una Rubia, a los segundos él la separa y le apunta con su pistola, me volteo y las ganas de matarlos a los dos vienen a mi.

Esa puta rubia no supo en donde se estaba metiendo, no sabía con loca estaba tratando.

-No nos ha visto así que muévete- le dije entre gruñidos, la rabia me consumía a más no poder. Caminamos más rápido entre la multitud del aeropuerto de Italia y apenas salimos nos subimos al auto negro que ya nos esperaba.

Al cabo de media hora llegamos a la mansión del conde a las afueras de la gran ciudad.

-El señor las está esperando, compañenme- la señora nos conduce dentro de la mansión luego de revisar nos y quitarnos nuestras armas.

-Bienvenida querida Venus- su sonrisa es encantadora y espeluznante, me hace sentir como si estuviera frente a mi difunto padre o algo así.

Quizás y este de verdad sea mí padre, quizás y mamá tenía razón cuando me dijo que el no era mi padre.

"Quizás para eso nos trajo."
"Vamos a matarlo."

Mi mano se dirije a la pequeña pistola dentro de una de mis botas. Cada vez perdiendo más el control de mi propia mente.

Me detengo cuando la voz del hombre retumba en el amplio despacho.

-Quisiera hablar contigo a solas- Rosa se despide y me asegura que me estará esperando detrás de las grandes puertas del despacho.

-Ya me tiene a solas señor Sailas, dígame eso tan importante que no podía esperar- le sonrío mostrando cada uno de mis dientes alineados a la perfección.

-Esto debe ser difícil de digerir pero hice algunas pruebas más y resultaron positivas- me mira y toma una de mis manos que tenía sobre el escritorio.

No le suelto la mano, dejaría que llegara a donde se supone debe llegar.

-Hace algún tiempo tuve una aventura con una increíble mujer- no, la misma mierda.

-¿Eso que tiene que ver conmigo Conde Sailas?- las palabras que quise decir no fueron las que salieron de mi boca pero para algo servía ser altanera.

-Eres mi hija Lenore Snake y quisiera que me permita estar en tu vida-aquellas palabras ya las estaba esperando pero no que que quiere formar parte de mi vida. Como le digo que su querida hija es una maldita psicópata capaz de matarlo sin arrepentimiento.

¿Es esta un farsa solo para ganar poder o en realidad quiere ser parte de mi vida?

"Solo tienes que matarlo."
"Sácale los ojos y luego el corazón."

Malditas voces nunca se callan.

Me sigue mirando como si fuera un pequeño animal herido, como si yo fuera algo importante para él, cuando, en realidad solo lo conozco de algunos años y no de toda mi vida.

Juego de malditos (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora