Capítulo siete: Presente

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No sé cuántos días han pasado o sí solo han pasado horas pero el asqueroso dolor de cabeza y los múltiples rayos de luz que pegan sobre mi rostros me hacen imposible la tarea de seguir durmiendo.

-Te digo algo sobre el caos, el caos es miedo- Carol me mira, se hecho no se como ha llegado a donde estoy y mucho menos se donde nos encontramos.

-¿Te encuentras bien?¿Donde estamos?- sonríe y se acuesta a mi lado en la sorprendentemente espaciosa cama.

-Pues nos encontramos en la casa del señor Digger ya que se encuentra de "vacaciones" y su madre hermana no están- bueno, no fue una idea tan descabellada, después de todo esta casa también me pertenece.

Sigue hablando de otras cosa pero no le presto atención, mi vista se oscurece y vuelvo a cerrar mis ojos, espero qu los puntos negros desaparezcan y los vuelvo abrir.

-¿Acaso escuchaste lo que dije?- la volteo a mirar y sonrio inocente. No escuche ni una sola cosa de lo que dijo.

"Necesito".
"Necesitamos".

-Algo sobre necesitar...- lo pienso pero nada viene a mi mente.

-Necesitamos un plan Lenore, un puto plan para descargar estas ganas de matar a todo el mundo... Necesitamos un nuevo baile, con sangre fresca- abro mis ojos completamente y me siento en la cama. Esta fue la mejor idea que se le pudo ocurrir.

-Hasta que por fin dices algo bueno- me mira molesta y lanza un cuchillo que no se de donde lo sacó a mi dirección, me acuesto rápidamente y el cuchillo queda clavado en el cabecero de la cama.

-¿Estas loca?- no le grito por pura cordura porque sí me encuentra molesta lo único que va a lograr es acabar tirada en el suelo con una bala en su sien.

-¡Sí lo estoy y ¿sabes que?!...¡Tú también estás loca!- me grita riendo.

-Ya basta, es hora de ponernos en regla. La fiesta será de disfraces, disfraces del cielo y el infierno- cuando termino de hablar me levanto de la cama y voy directo al armario.

Mi cuerpo huele a limpio lo cual me hace dudar.

-¿Me bañaste?- le pregunto y ella asiente-¿tu sola?- le vuelvo a preguntar incrédula, no es posible que pudiera con mi peso.

-No es como que seas un gordo y no pueda cargarte, si pude con el cuerpo de mí ex puedo contigo- levanto mis manos en son de paz y comienzo a cambiarme.

Unos shorts, una camiseta ancha negra y mis botas de punta.

- Esta noche tendremos reunión con Las Venenosas- me coloco la cazadora roja y volteó a verla.

-Las Venenosas- dice incrédula, alza sus cejas definidas como si no lo pudiera creer y segundos después se ríe-Discúlpame pero es que no lo puedo creer y menos viniendo de ti- la miro molesta, solo tiene que decir una palabra más estúpida y la mataré.

"¿Por qué esperar".
"MATALA".
"AHOGALA".

-Solo vístete y ya- salgo del cuarto dando un portazo y bajo las escaleras hasta la cocina, tomo una manzana y me siento sobre la barra a comerla.

Horas después salimos de la mansión de Lars y en menos de veinte minutos llegamos al almacén de Las Venenosas.

-¡Ha llegado perras!- desde el primer momento en que puse un pie frente a la puerta pude escuchar los gritos de una de las venenosas. Para ser honesta pensé que llegaría y me encontraría a un sin fin de matonas llenas de tatuajes y perforaciones con mucho cuero, algo así como una versión femenina del señor fortachón.

Al abrirse la puerta un grupo de seis chicas con chaquetas de cuero blanco y aparentemente llenas de frituras me miraron con caras de asesinas pero ni yo les creía el show con tanta basura sobre ellas.

-Eres la famosa señorita Venus- una de ellas, si no me equivoco era la más pequeña en edad del grupo. Me sostuvo la mirada y no pude evitar sonreír a boca cerrada, si le mostraba todos mis dientes era una clara invitación a morir.

La chica castaña se quedó en silencio mientras las demás me mostraban el lugar.

El almacén parecía ser un lugar para fiestas clandestinas de esas en las que solo asisten gordos fajados en oro, las paredes eran rojas como el color de la sangre, los sillones de cuero negro y un gran candelabro alumbrando el centro de aquel local. Pasando de esas actividades estaba el pasillo de cuarto donde cortar y embolsar era un trabajo para cinco; en segundos llegamos a la parte superior donde la oficina de las chicas mostraba toda la parte inferior a través de un gran ventanal de vidrio blindado.

-Es confuso que quiera una reunión con nosotras cuando puede tener a alguien más arriba- la mayor de ellas, de unos 30 años me miró confundida mientras las otras se sentaron a su lado.

-Y los tengo cariño. Pero, en este momento me interesan los proyectos en ascenso y ustedes tienen un futuro prometedor a mi lado. ¿No creen que ya es hora de mostrarle a eso viejos que ustedes también son peligrosas?- les sonreí mostrándole todos mis dientes, algunas de ellas desviaron su mirada pero la peli negra no dejó de mirarme.

-Tiene nuevas amistades señorita Venus- la peli negra me tendió su mano y yo se la acepté- soy Alana, la castaña es Kimberly, la pelirroja es Sophia, la morena es Ana, la teñida de azul es Karla y la otra teñida de rosa es su hermana Nina- me señaló a cada una de ellas y las saludé con un asentimiento.

-Ella es Rosa mi mano izuierda y mi mano derecha. Les agradecería que no nos tomaran a la ligera ya que debo confesarles que tengo algunos problemas mentales al igual que Rosa y puede que nos dejemos llevar por lo que nos dicen; nos veremos para la reunión obligatoria- sonrío abiertamente tomándolas a todas por sorpresa, pobres niñas no saben en lo que se están metiendo, no tienen ni una mínima idea de lo que podemos hacer, de lo sadica y peligrosa que puedo llegar a ser si me traicionan o si solo me miran mal. Me despedí de ellas y nos fuimos directo a casa.

A las tres de la madrugada cuando algunos estaban por despertar pude consolidar el sueño, bajo estrellas desapareciendo y dando paso a un pequeño cielo despejado.

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He tardado un mundo en actualizar, ¿no lo creen?

Algunos problemas personales y de inspiración pero ya he regresado y les tengo una sorpresa y un cambio de reglas. 🔥🔥

Juego de malditos (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora