Luz y ángel

1.3K 131 6
                                    

POV Wanda

- Creo que fallé como Sokoviana. - Dije en voz alta y Natasha me sonrió. - No entiendo casi nada de lo que le cantas. Solo estoy segura es en ruso, pero es demasiado fluido para mí. - Acoté y ella asintió.

- Mi madre se la cantaba a Yelena, decía también me la cantaba a mí pero la aprendí cuando lo hacía con ella. - Aclaró y sonreí ante su explicación.

- Nunca hablas mucho de ella. - Agregué y ella acomodó a la bebé en su cuna y me hizo una señal para que esperara. Revisó si estaba bien puesto el intercomunicador y me hizo un gesto para salir.

- Nunca surge el tema supongo. - Respondió y la miré imitando un gesto muy suyo, el de la ceja alzada.

- A ver, ¿qué quieres que te diga? - Cuestionó una vez entramos a la habitación que yo ocupaba y me senté en los pies de la cama y ella en un sofá bastante cercano que durante el embarazo ocupaba para reposar o leer.

- No sé, háblame de ella. - Dije sin más y ella suspiró.

- Era rubia, muy rubia, incluso más que Yelena, tenía los ojos entre verdes y azules - hizo un gesto con sus manos - físicamente soy bastante parecida a ella quizás - pareció pensar - sólo que su nariz era más similar a la de mi hermana que a la mía. Digamos que lo mío es más un sello Romanoff. - Dijo y me reí por su forma de ponerse de perfil para demostrar su punto.

- Era bellísima físicamente hablando pero si tuviese que hablar de cómo era como ser humano, quizás Lizzie se despertaría y yo aún tendría qué decir. - Acotó intentando bromear pero veía la forma en la que sus ojos parecían más brillantes ahora.

- ¿Cómo te llevabas con ella? - Pregunté y bajó la mirada a sus manos. - Era mi alma gemela, no solo era mi madre, era mi amiga también, ella en serio me entendía, papá también era genial, era como tener un hermano mayor, pero mamá era algo más, era diferente, fuerte, decidida, tenía mucho poder, incluso lograba controlarnos solo con la mirada y ya ves que los Romanoff no somos fáciles o dóciles. - Parecía recordar y veía cómo las lágrimas de felicidad se acumulaban en sus ojos. - No creo que nadie me haya querido de la forma en la que ella lo hacía, cuando me miraba sentía podía ver a través de mí y aún sin que se lo dijera ella sabía era el ser que más amaba. Ella era mi luz y mi ángel, me gusta pensar que aún lo es pero ya no la tengo, al menos no como me gustaría. - Dijo y vi un par de lágrimas rebeldes correr por su rostro.

No sabía qué decir, una parte de mí se sentía sumamente enternecida por sus palabras y la otra profundamente culpable por haberla empujado a ese punto.

- Esta es una de las razones por las que no suelo hablar de ella. - Hizo el sonido de algo parecido a una risa pero no lo era. Limpió rápidamente su rostro y me miró otra vez acercándose hasta mí en la cama. - Sin embargo, debes saber que aún cuando duele, me gusta hablar de ella y que tú me preguntes por cómo era, es aún más especial para mí. - Dijo y la miré sorprendida.

- ¿Por qué? - Pregunté con cuidado. - Porque ella es el tipo de madre que sé tú también serás. Sé que con el paso de los años voy a ver ese sentimiento que yo tenía por ella en los ojos de Lizzie. - Dijo y sonreí sintiendo un nudo en mi pecho. - Gracias. - Dije y la abracé.

- Espero que Lizzie también te pueda ver así algún día, después de todo tú fuiste nuestro ángel y nuestra luz. - Dije y ella negó. - Hice por ti lo que me hubiese gustado poder hacer por ella, cuidarla. - Dijo con cuidado y asentí. Nunca habíamos hablado de qué tan difícil había resultado para ella y para Yelena mi accidente, no precisamente por mí sino por la cantidad de recuerdos que ello conllevaba para las hermanas.

- ¿Eras muy joven cuando todo pasó verdad? - Cuestioné con cuidado y ella se encogió de hombros. - No importa la edad que sea, perder alguien que amas siempre es difícil y perder por partida doble lo es aún más. - Dijo llenando de aire sus mejillas y tragando el aire. Estaba intentando contenerse.

- Pero siendo adolescente o niño es aún peor. - Dije y ella sonrió triste pero hizo un gesto concediendo lo dicho por mí. - Estaba a unos cuantos meses de cumplir doce y Yelena tenia sólo siete. Cuando mi abuelo llegó a hablarme sobre lo sucedido no fue muy suave que digamos, era un hombre bueno pero con ideas particulares. Para él el dolor formaba y en gran medida no se equivocaba. - Reconoció. - Cuando me lo dijo, recuerdo sentir que no era real, que era una mentira o un mal sueño y que con el pasar de las horas mis padres llegarían a casa. - Recordé aquel pensamiento respecto a la muerte de Robbie. - Los días pasaban y yo me había quedado exactamente en el momento que me dijeron los había perdido. Vivía en automático.- Asentí. - Creo que solo reaccioné cuando noté no solo yo sufría y Yelena necesitaba de mí. No importaba si aún teníamos a más personas, no los teníamos a ellos, solo éramos ella y yo, y mi misión era proteger de ella como no logré proteger a mamá y como le había jurado a papá lo haría desde el día que nació. Además, quería ayudar a que aún sin compartir todo el tiempo que yo tuve con ellos, los amara, apreciará su recuerdo y no sintiese también me había perdido a mí. - Solo podía mirarla y admirar lo fuerte que era, ella había sido solo una niña cuando vivió todo eso.

La historia luego de, la conocía mejor. Cuando tenía 17 habían perdido a su abuela y algunos años después a su abuelo. La única familia de sangre que les quedaba eran ellas. Natasha había sido la hermana mayor de Yelena siempre, pero había cubierto en gran medida el vacío que había dejado su madre también. Eso lo sabía por la rubia ya que mi mejor amiga no era algo que mencionara jamás en realidad, no con tanta libertad, hasta ahora.

- Cuando pasó lo tuyo y lo de Robbie, muchos recuerdos vinieron como cascadas a mí. No te quería perder y no quería que lo pierdas tampoco. Incluso pensé en lo mucho que me hubiese gustado ser yo y que él estuviese bien si eso iba significar tú lo estuvieras también. - Dijo y una parte de mi corazón se quebró. Sentí las lágrimas picando en mis ojos. - No quería para ti y para tu bebé el dolor que vivimos Yelena y yo, no otra vez, no de esa forma, no sin un adiós. - Dijo y tomé sus manos.

- Han pasado cerca de seis meses desde que sucedió y créeme ya sido difícil pero lo he aceptado y aún cuando creo jamás dejara de doler, he logrado avanzar, a pasos cortos y a mi forma pero lo he hecho y eso no es solo mérito mío o de mi psicóloga, es también tuyo Nataska. - Dije y ella me miró sorprendida por cómo usé mi acento con su nombre. - Sé que sin importar a quién hubiese perdido si no se hubiese tratado de ti, la conclusión sería la misma, no sé si alguien más hubiese sido igual de empático o tolerante que tú a mi dolor. Pero tu abuelo tenía razón cuando te decía que el dolor te forma y a ti te formó como el mejor ser humano que he conocido y el que tiene el corazón más puro y noble que alguna vez he visto. Lamento que hayas sufrido lo que tuviste que sufrir y más siendo tan joven, lamento que hayas perdido y haber perdido también, pero agradezco profundamente que nos hayamos encontrado. - Dije sincera y esta vez ella me abrazó.

- No me cansaré de decir tú eres mi luz y mi ángel. - Dije sincera y ella sonrió.

_______________________________

Este capítulo es especial para mí, en especial porque siempre he sentido que de alguna forma el dolor vincula a la gente.

"Lamento hayas perdido y haber perdido también, pero agradezco profundamente que nos hayamos encontrado".

Real e Ideal  - Scarletwidow / WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora