El camino

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Si tuviese que expresar mi certeza por algo, sería por el viaje conjunto de las almas. A veces, reconocemos a algunas personas de inmediato y ni siquiera las conocemos, Natasha lo supo cuando conoció a Wanda, no esperaba ni tenía la más remota o mínima idea del lugar que ella ocuparía en su vida, pero sabía sería importante.

Wanda, cuando vio por primera vez a Natasha sonrió, sus cabellos rojos y esa sonrisa de lado que solía acompañar su actitud y personalidad segura le llamaron la atención, no obstante, cuando se presentaron Natasha marcó un límite que la castaña no podía entender.

Pese a cuestionarse una y otra vez, por qué demonios todos estaban en las redes de una mujer que ni siquiera era capaz de compartir más de cinco palabras y un saludo con ella, cuando ella la dejó entrar, no solo dio respuesta a su cuestionamiento, sino que se quedó prendida también y sin saberlo.

Pero la vida es como un avión de papel al aire, piensas que llevas el control porque eres quien decide la dirección al lanzarlo, pero es el viento, la construcción y mil factores que no dependen de ti, lo que genera su punto de aterrizaje cambie. La vida resultó así para ellas.

Natasha estaba resignada, Wanda no estaba enterada y un accidente les cambiaría la vida. Una estuvo a punto de morir, la otra tuvo que aprender a vivir por ambas, una estaba dispuesta a renunciar a sus sentimientos, la otra empezó a sentirlos.

Ninguna estaba preparada para amarse, Wanda tenía miedo, Natasha inseguridades, aceptar que por fin la vida las había dejado en un mismo punto era incomprensible para ambas, irreal e idealista incluso, pero daba igual, ella iban a aferrarse a ello y a intentar que lo que sea que hicieran, sea para bien y para hacer de su naciente relación algo real e ideal.

A decir verdad, la celebración de su matrimonio era una gran confirmación para ellas, la confirmación de que lo estaban logrando; pero las relaciones y el amor, no se consiguen, se luchan, se cultivan y se protegen, y ambas sabían que este momento era solo uno de los tantos peldaños que tenían que pisar para conseguir una vida juntas.

***

Cada paso que una daba, lo estaba también dando la otra. Ambas iban al mismo lugar pero atravesando caminos distintos. Su llegada al altar sería como había sido su relación y la decisión de casarse, algo conjunto. Ninguna iba a esperar por la otra, ambas llegarían al lado de la otra en el tiempo justo.

Natasha iba del brazo de Steve y Wanda del de su padre. Erik era un hueso duro de roer, quizás la última vez que había llorado a mares fue cuando su esposa murió y luego, unas cuantas lágrimas de frustración cuando Wanda se accidentó, pocas veces en su vida había llorado de felicidad, en el nacimiento de sus hijos quizás y ahora que su hija menor se casaba también.

Él se cuestionaba porqué llorar, Wanda era madre, se había casado ya una vez, él la había entregado a alguien más también en aquella oportunidad, pero él sabía, esto no era como aquella vez, era algo más.

Cuando Wanda se casó con Robbie estaba feliz y nerviosa, tenía miedo y parecía en cualquier momento pese a su alegría, saldría huyendo, ahora no, el nervioso era él, tenía que andar a paso calmado porque su hija parecía querer correr hasta el lugar donde se encontraría con su aún prometida. Aquello lo hizo sonreír y no poder controlar la lágrima rebelde que descendió por su rostro, su hija antes había sido feliz, ahora era plena. Él sabía que casarte con alguien que amas era genial, pero casarte y unir tu vida a el amor de tu vida y a tu alma gemela era algo que te calaba hasta los huesos y se te grababa hasta en la piel, él lo había vivido con Charles.

Por otra parte, estaba Steve, él había perdido a su padre siendo joven también, no tan joven como Natasha quizás, pero cuando aquello sucedió, la única persona que supo entenderlo y darle la mano mientras él sufría en silencio había sido la mujer que ahora sostenía su brazo mientras él la llevaba al altar.

Natasha había sido una persona sombría por mucho tiempo, lidiaba con cosas que los niños y adolescentes no debían lidiar, sin embargo, jamás se quejó por ello. Aquella actitud, y su voluntad, eran quizás lo que más había impactado en la vida adolescente y adulta de Steve, porque había convertido todo su mundo de emociones negativas en calidez, en amor, en madurez. Él nunca lo mencionaba pero la adoraba, era su mejor amiga, su hermana, su familia y su referente.

Le daba gusto que este último tramo hacia el logro de uno de sus sueños, fuese de su mano. Ella tenía para elegir entre Loki, Clint, Thor, Bucky, e incluso Sam, Tony y Scott, pero lo había elegido a él ¿por qué? No tenía la menor idea, pero se sentía agradecido porque sentía que por fin le devolvía el favor, que por fin era su sustento también, y agradecía fuese en la ruta de algo que la pelirroja tanto hubiese anhelado, una vida con Wanda.

***

Cuando estuvieron a solo dos metros del altar y a cuatro metros de ellas, las sonrisas en los rostros de Wanda y Natasha decían todo. A ojos de los demás, ellas estaban radiantes, perfectas, hermosas; a sus ojos, ellas estaban perfectas, radiantes, hermosas pero también desnudas. Y no, no me refiero al tipo de desnudez que se asocia a la ausencia de ropa, me refiero a la desnudez que se percibe cuando sin importar si tienes mil personas alrededor, solo una te ve, solo una te entiende, solo una te importa. Es el tipo de desnudez donde la persona que amas te lee, donde sin palabras se logran entender, donde en leves sonrisas y gestos brillantes, ni siquiera te lo cuestionas, sabes que ahí es y el cuerpo se te escarapela, una calidez y un nerviosismo te recorre de pies a cabeza pero nunca te has sentido, irónicamente, tan seguro de nada más.

En los últimos pasos hasta el lugar donde se debían posicionar y un último intercambio de miradas entre Natasha y Erik, y entre Wanda y Steve, ambas avanzaron y cuando entrelazaron sus manos, todos los presentes, motivados por el alarido de Loki y Tony, comenzaron a aplaudir.

Ambas se comenzaron a reír y Natasha llevó una de las manos de Wanda hasta sus labios para dejar un beso ahí y luego preguntar: ¿Preparada?, a lo cual, Wanda, con una expresión que podía igualar quizás la calidez del sol, y dejando de lado sus buenas costumbres, respondió la pregunta con otra más. ¿Estarás a mi lado?, la duda hizo los ojos de ambas comenzaran a brillar aún más. Siempre, respondió Natasha y Wanda ahora fue quien llevó una de las manos de la rusa hasta sus labios y la besó. Entonces sí, si es contigo, sí que lo estoy, para esto y para más; respondió la Sokoviana y ambas por fin se giraron hacia el juez.

Real e Ideal  - Scarletwidow / WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora