Adivinen quien viene a cenar...

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Todo parecía marchar muy bien aquel verano de 1975 para Calipso Black; su hermano Sirius no se había vuelto a meter en problemas y ella recibía constantes cartas de sus amigas preguntando por ella. ¿Cómo pudo arruinarse todo en una noche?

La chica de ojos grises y facciones finas que reflejaban su linaje se encontraba jugando ajedrez con un chico muy parecido a ella. Regulus le preguntaba en voz baja, por temor a ser escuchados por sus padres, por la conversación que tuvo lugar en su habitación la noche anterior. 

—Ya te he dicho que está bien, se la pasa con Potter y Lupin...

—Igual que tú —le muestra su sonrisa ladina.

La menor de los Black frunce el ceño ante la comparación.

—La diferencia entre Sirius y yo, es que yo si tengo instinto de auto preservación. El muy idiota por otro lado solo va buscando pelea. 

—Eres más parecida a él de lo que crees —insiste él.

—¿Entonces porque no eres capaz de hablar con él de esta manera? 

Calipso siempre ha sido el puente entre ambos hermanos, los cuales usualmente se evitan,  la chica esto le parecía ridículo ya que sabe cuanto se preocupan el uno por el otro, aunque con los años fue comprendiendo que para sobrevivir en el número 12 de Grimmuald Place evitar a su hermano mayor era la opción más segura. 

Aunque a veces, solo a veces, los tres se reunían en la habitación de la chica y fingían ser una familia normal, sin estatus que defender ni imagen que cuidar, solo tres niños que se querían como hermanos. Lamentablemente las mayorías de las noches solo eran Sirius y Calipso. 

El mayor evita la pregunta moviendo su alfil hasta la reina de las piezas blancas.

—Jaque mate —le dice burlón.

La menor, al sentirse ignorada, niega con la cabeza mientras llama a Kreacher, el elfo doméstico, para que limpie los restos de las piezas que yacen en la mesa. 

—Déjalo, —le dice su hermano en el momento en el que aparece el elfo— lo hago yo. 

—¡Regulus! ¡Calipso! —la gélida voz de Walburga Black se escuchan por toda la lúgubre casona— ¡También tú, traidor de la sangre! 

Los hermanos intercambian miradas. Que su madre le dirija la palabra a Sirius quiere significar que sucedió algo grave. 

—¿Si, madre? —pregunta Regulus con su porte aristocrático.

La mujer sonríe con satisfacción al ver a sus dos Slytherins. Le dirige una mirada de adoración a su hijo, a quien si ha seguido las costumbres de los Black debidamente, antes de mostrar un cariño, que uno pensaría inexistente viniendo de aquella mujer, hacia su niña. 

—Arréglense, esta noche tendremos visitas. —luego dirige una mirada a Sirius, quien está bajando las escaleras vestido con ropa muggle de la cual Calipso desconoce su procedencia— Y tú no te atrevas a arruinar nada, compórtate a la altura del apellido que llevas.

Él parece querer contestar algo pero al ver las muecas que le hacen sus hermanos mantiene la boca cerrada. 

A la menor todo esto le parecía muy extraño, y su confusión no hizo más que aumentar cuando su madre le indicó como debía vestirse para la ocasión. Esa misma noche se encontraba en la entrada, enfundada en un vestido negro que la fundía con la deprimente casa, para recibir a quien reconoció como Rodolphus Lestrange. 

Recordaba haberlo conocido en una reunión familiar, tambien recordó que le pareció un hombre asqueroso y repugnante.

Él saludo a la familia con amabilidad, pero reparó especialmente en la muchacha de trece. Walburga y Orion lo invitaron a pasar. Kreacher les sirvió la cena mientras que el invitado hablaba de artes oscuras. Ante esto Sirius mostraba una enorme mueca de disgusto a diferencia de Regulus, quien se mostraba, o al menos aparentaba, estar interesado. Calipso por otra parte intentaba disimular su aburrimiento. 

Entonces fue cuando cayó la bomba. 

Orion se levanto y mostró sus dientes perlados en una enorme sonrisa ante el anuncio que estaba  por dar.

—Muchas gracias, Rodolphus, por estar aquí. Como bien sabes, está cena fue para anunciarle a nuestra querida Calipso la buena noticia. —ante la mención de su nombre, la chica levantó la mirada— ¡Tan pronto te gradúes de Hogwarts, te casarás con Rodolphus!

—¿QUÉ? —exclamó Sirius, expresando lo que su hermana no podía— ¡Tan solo es una niña!

Regulus y Calipso se mantuvieron en silencio, pero por debajo de la mesa el mayor le tomó la mano a su hermanita y le dirigió una rápida mirada de genuina lástima. 

Ella por otro lado no sabía como reaccionar. Sus padres le gritaban a Sirius y este les respondía, pero realmente ya no escuchaba nada. Fue como si todo se volviera negro por un instante. Entonces cometió el grave error de mirar a Rodolphus a los ojos.

El hombre le sonrió en una forma que ella describiría como malévola. Se obligó a sonreírle de vuelta, a pesar que se moría de ganas de vomitar.

Sirius se levantó de la mesa y se encerró en su habitación, dejando a sus padres molestos, los chicos ya sabían como le iría a su hermano mayor.

Los mayores se disculparon e intentaron restablecer  el brindis, en el cual los chicos se vieron forzados a participar. 

Calipso no recuerda el resto de la cena, es como si hubiera actuado de manera automática el resto de la noche. La pobre no tenía idea de que esto apenas estaba por comenzar.

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A la mañana siguiente se levantó con el grito de su madre. Se encontró con Regulus en el pasillo, ambos en albornoz, y compartieron miradas preocupadas. Pronto entendieron la razón por la que su madre rabiaba tan temprano en la mañana. 

La habitación de Sirius estaba vacía con las ventanas abiertas de par en par. El desgraciado se ha ido.

Los gritos de Walburga no cesaron en todo el día, y los otros tres Black igual se veían furiosos. 

Calipso no era capaz de entender por qué. ¿Por qué la había abandonado? ¿Por qué justo en este momento cuando más lo necesitaba? Se sentía traicionada. 

Nunca en la vida había resentido alguna de las acciones de Sirius, pero esta desató un odio inimaginable. 

Durante los siguientes días la casa se mantuvo en silencio. Ella ya no abría las cartas de sus amigas por temor a que sus sospechas fueran ciertas, que Sirius se hubiera ido con los Potter y ahora mismo estuviera ahí, pasándola genial con sus amigos mientras que a ella solo le quedaba la cuenta atrás de los días que faltaban para cumplir con su matrimonio arreglado. 

¿Cuánto falta para volver a Hogwarts? 

Entre todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora