—Debe de estar bromeando. —exclama Sirius— No sabía que usted podía bromear... ¡Ouch!
James le mete un codazo entre las costillas para que guarde silencio mientras que Remus le habla a la profesora.
—Profesora ¿Por qué todos nos están diciendo eso? ¿No sabe donde están Idonny, Issy y Cal?
—Lamento decirle, Señor Lupin, que no tengo idea de quienes me está hablando.
—¿Cómo no se acuerda de sus propias alumnas?
—¿De qué está hablando profesora? —el tono de Sirius se altera más y más— ¡Claro que tengo una hermana! Se llama Calipso, va en Slytherin ¡Y usted le da clases!
—Señor Black, —contesta la profesora, impasible— No se en que clase de broma usted y sus amigos se encuentren involucrados, pero le recomiendo que no intenten retar a sus profesores. —Sirius estaba a punto de replicar, pero la animaga prosigue— Y ahora váyanse a dormir, a menos que quieran detención por violar el toque de queda. Déjenme recordarles que entre los tres ya tienen toda esta semana ocupada con otras sanciones.
Y sin agregar nada más, se va dejando a los tres chicos en el aula.
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Claramente ellos no se fueron a dormir. Aún no podían creer que la profesora McGonagall negara la existencia de sus hermanas junto con lo que parecía ser toda la escuela. Sabían que estaban recurriendo a medidas desesperadas una vez que se encontraban parados afuera de la sala común de Slytherin.
—Entonces... —habla el licántropo después de un largo silencio, en el que los tres sopesaban lo que estaban por hacer— ¿Tocamos a ver si nos abren o algo así?
James suelta un hondo suspiro antes de tomar un paso adelante.
—Déjenmelo a mí.
Saca su varita del pantalón de pijama y murmura algo que los otros dos no llegaron a oír. Sirius se moría de ganas por preguntarle de donde había sacado la contraseña, pero decidió dejarlo para después cuando una habitación llena de Slytherins se extendió frente a ellos.
Pronto, uno tras otro par de ojos serpentinos se posaron sobre ellos. Los leones sabían que no eran bien recibidos, pero ya no tenían idea de donde más buscar a sus hermanas.
Sirius no tardó en localizar a su hermano y a sus primas, pero no había rastro de su hermana.
—Oye, Regulus, —le hablo sin adentrarse a la sala común— ¿Calipso y Idonny están contigo?
—¿Quienes?
Los Merodeadores sintieron que les habían tirado una cubeta de agua helada. Regulus podría negar que conocía a los amigos "indignos" de sus hermanos. Podría negar que le simpatizaba Issy. Podría negar que se llevaba especialmente bien con Idonny. Incluso podría negar que estaba emparentado con Sirius. Pero jamás negaría a Calipso.
—Tú hermana, idiota. ¿Quién más?
El silencio se apoderó de la habitación mientras los hermanos se sostenían la mirada. Sirius estaba nervioso a más no poder, tanto que no notó que su hermano se moría por desviar la vista.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, alguien habló.
—¿Quién les dio la contraseña a estos traidores de sangre?
Muchos estallaron en carcajadas, mientras que otros empezaban a gritarles que se largasen.
—No tenemos ninguna hermana, Sirius. —murmuró el menor de los chicos Black a través del bullicio— Solo somos tú y yo.
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Entre todos los colores
Fanfiction6 amigas de diferentes casas, histrias se unen para ayudar a la incusion del mundo magico