¡150 puntos para Gryffindor!

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Esto de fingir salir con James Potter no estaba tan mal después de todo. O al menos eso piensa Cal mientras ve desde las gradas de Slytherin el partido de quidditch.

A ella le fascina jugarlo, y a pesar de que no le encanta verlo si su equipo no es el que está en el campo, el partido de hoy no pude ser más entretenido. 

Estudiantes vestidos con túnicas rojas y azules vuelan por el campo a toda velocidad, cada uno cumpliendo su función. Del lado de Ravenclaw se encuentran sus dos amigas Lena y Idonny, dirigiendo las bludgers con una puntería aterradora y protegiendo los aros, respectivamente. Mientras que en la casa de los leones estaba su amiga Issy, quien blandía el bate con fuerza. Pero se supone que Calypso no está ahí para ver a sus amigas ni a su hermano. No, ella solo fue a congelarse a esas gradas, en esa fría mañana de octubre, porque tiene un objetivo bien claro.

—¡Vamos James! —gritó lo más fuerte que pudo, haciéndose oír, de alguna manera, sobre el estruendo del público. 

El aludido se pasa una mano por el revoltoso cabello negro, alborotado más que de costumbre debido al fuerte viento, y le guiña un ojo a la menor de los Black, la cual ignora la mueca en el rostro de su hermano antes de que este sea golpeado por una bludger.

—¡Sirius! ¡James! ¡Presten atención! —les reprocha Remus algo irritado. ¿Quién diría que el más calmado y sensato del grupo también compartiría cierta pasión por el deporte mágico? El hombre lobo vuelve a su tono imparcial para seguir narrando el partido— ¡Y otro tiro impecable de parte de Helena! En verdad, alguien debería introducirla al baseball...

Se escuchan risas generales del público, de las cuales la mayoría le pertenecen a nacidos de muggles. La aludida le dirige una sonrisa al narrador a la vez que varios sangre pura se preguntan que tanto daño le ha hecho a Remus juntarse con los Merodeadores.

Cal vuelve a coquetearle a James, quien intenta lucirse lanzándole la quaffle directamente al rostro a Idonny, la cual la atrapa en el aire y se la lanza a un cazador de su equipo. 

—Bueno Cornamenta, esa fue una jugada bastante estúpida. —comenta Remus— Ahora Ravenclaw tiene la quaffle. Thumwood se la pasa a Colfer. Sirius Black envía una bludger... ¡Y es interceptada por Helena! Colfer está a punto de anotar... ¡Wow! ¿Vieron eso? ¡Issidora Potter se ha robado la quaffle! Gryffindor lleva la delantera...

A la Slytherin le gusta escuchar los partidos narrados por Remus, especialmente si está participando Gryffindor. Estaría absorta en el juego, de no ser por las miradas asesinas que le son dirigidas desde las gradas de Gryffindor. Dirige su mirada hacia estas, dando de lleno con unos ojos verde esmeralda que la fulminan. 

Calypso esboza una sonrisa, una burlona, de superioridad... o al menos eso intenta. Hace el mayor esfuerzo posible para que no se le note lo que realmente está pasando por su cabeza; una serie de pensamientos incoherentes, algo nerviosos y ligeramente desesperados que se podrían resumir en: «Por favor, Evans, date prisa. Es raro salir con el mejor amigo de mi hermano»

Se apresura a despegar su mirada de la pelirroja en un gesto lo más casual posible, para volver a clavarla en James, cosa que solo termina de enfurecer a la celosa Gryffindor. 

—¿Qué pasó Ravenclaw? —pregunta Lupin diciendo el marcador— 140 a 70 puntos con Gryffindor a la delantera. La única forma de que ganen es que atrapen la... Oigan ¿Esa bludger debería de moverse así? 

Todos enfocan su atención en la pelota mencionada. En efecto se mueve de forma extraña; se sacude de arriba a abajo y hacia los lados, saliendo disparada uno o dos metros en espasmos aleatorios. Parece poseída.

A pesar de la distracción, la actividad sigue en el campo, y ninguno de los dos buscadores tarda mucho en localizar la snitch. El público observa todo al borde de sus asientos

Gryffindor anota otro punto. La bludger ha empezado a dar vueltas sobre su propio eje. Los buscadores corretean a la snitch, golpeando sus escobas, codos y hombros, intentando evitar que el contrario se les adelante. La bludger ahora rota alrededor del jugador más cercano... James. 

—La snitch parece estar jugando con ustedes, chicos... Canuto, deshazte de esa bludger antes de que mate a James. ¡Oh! ¡Punto para Ravenclaw! Marcador 150 a 80, Gryffindor lleva la delantera...

Sirius obedece a su amigo y se acerca rápidamente a Potter, quien es rodeado por la bludger poseída.

—¿Ves? Incluso les gusto a las bludgers más que tú. —intenta bromear el de alborotado cabello negro a pesar del nerviosismo en su voz.

Su amigo ríe y levanta el bate... justo en el momento en que la bludger sale disparada hacia las gradas a toda velocidad. 

Calypso no sabe en que momento todo se detiene. Los segundos pasan lentamente. Escucha a Remus decir algo. Sirius y sus amigas se paralizan. Regulus la mira alarmado unas filas más adelante. Los profesores parecen palidecer. Y Lily Evans muestra una expresión de horror puro.

Cal nunca ha temido sentarse en las bancas de hasta arriba, considera que son las que mejor vista le dan. 

Como se arrepiente de haber pensado eso en el momento en que la bludger se estrella con su cabeza...

Y cae.

Un grito abandona su garganta; aterrado, desesperado. Ese es, definitivamente, su fin.

«Bueno» intenta consolarse durante la caída «Al menos no tendré que casarme con Rodolphus»  

No entiende nada de lo que sucede a continuación. Solo que no está muerta.

Tal y como en una novela muggle, James sale del campo de quidditch disparado como un rayo, pasando por encima de las cabezas de los alumnos de Slytherin para lanzarse en picada hacia la menor de los Black y atraparla en plena caída. 

Cal se aferra a James como si su vida dependiera de ello, y de hecho así es, mientras vuelan de regreso al campo. 

En cuanto pisan tierra firme y el mayor de los Potter se baja de su escoba, la pelinegra rodea su cuello con sus brazos y le da un beso apasionado.

Escuchan que todos enmudecen a su alrededor, ya sea por asombro, incomodidad o porque no quieren arruinar el momento. Ni siquiera los profesores dicen nada.

El licántropo deja que se besen por un rato antes de golpear el micrófono levemente con su dedo y aclararse la garganta.

—Entonces... ¿150 puntos para Gryffindor?

Eso trae a los Ravenclaw de regreso, quienes suspiran y asienten. Saben que tras esto, no se puede seguir el partido.

Entonces empiezan los vítores y festejos. La casa de Gryffindor sonríe triunfal... todos menos una pelirroja que baja de las gradas llorando.

A partir de ese día, Calypso siempre se sienta en las gradas de en medio junto a su hermano.

Entre todos los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora