—Sugawara, hacia la derecha, si. Allí. No, espere un poco.
—Kuroo, deja de moverte tanto. ¡No hales del muerto así!
—¡Pero no lo diga de esa forma!
—¡Ah! ¡Está sangrando de nuevo!
—Eso duele —susurró Osamu.
Debían admitir que, por más cuidadosos que fuesen y por más fuerza que ellos tuvieran, cargar con un cuerpo 60% muerto y 40% vivo (no literalmente) y mantener sus presencias ocultas de los tantos jóvenes y veteranos que iban y venían, era demasiado difícil.
Entrando en el claro contexto de la guerra y actual situación, Sugawara y Kuroo intentaban esconder a Osamu, un norteño al cual Yamaguchi decidió salvarle la vida después de permitirle dormir al menos un par de horas. El joven yacía con un vendaje en su estómago y una pequeña mancha de sangre debajo de él, incapaz de levantarse aún por su propia cuenta debido a la medicina que Yamaguchi le había aplicado.
Cuando Atsumu marchó del templo, todos se quedaron dialogando en los distintos puntos a favor y en contra de tener al gemelo en su poder. Y aún más importante que eso: ¿Cómo iban a tenerle ellos allí sin que nadie se enterara de eso? Era muy difícil tenerlo lejos de cualquier visita. Cuando nuevos hombres heridos llegaron al cuidado de los primeros auxilios y la necesidad de camillas era primordial, fue en ese momento que Kuroo y compañía requirieron sacarlo de esa habitación.
Bien, quizás podían hacerlo pasar por un joven más del clan de Nekoma o Karasuno, podía robar algún uniforme de sus compañeros para vestir a Osamu, quizás para los veteranos él pasaría desapercibido, pero si hablaban de los entrenadores era un tema muy distinto. Generalmente Takeda se paseaba entre los enfermos preguntando por su estado y priorizando su "comodidad".
En una ocasión, Sugawara tuvo que acostarse al lado de Osamu y cubrir su rostro con una almohada, simulando que era Daichi de quien se trataba. Abrazó un cuerpo ajeno, ¡uno que no era el de su novio! El cargo de consciencia que ahora tenía encima era gigante y eso lo pagaría Yamaguchi.
En cuanto tuvieron una oportunidad, cuando la mayoría dormía o comía en la cafetería, Kuroo y Sugawara pusieron un brazo de Osamu en sus hombros y lo sacaron del pabellón principal. Yamaguchi era el guía, se aseguraba de que el perímetro estuviese sólo y ningún Hinata saltarín o un búho curioso estuviesen cerca. Realmente no sabían a dónde llevarlo, no es como si tuviesen una habitación propia o al menos una carpa pequeña y vacía. ¡Ellos no sabían dónde demonios dejarle!
Se escondieron detrás de la caseta de abluciones. No era precisamente el lugar perfecto para un escondite, no estaba muy alejado del camino, de hecho nada alejado, pero su pequeño almacén en la parte posterior del sitio era perfecto para Osamu. Por poco y gritaba su nombre.
—Es nuestra mejor opción hasta el momento —mencionó Yamaguchi. Habían un par de objetos que todo templo solía guardar en tiempos de antaño. Dejó caer un sábana que había estado cargando todo el tiempo en sus brazos y recostaron a Osamu sobre ella.
—Tendrás que cambiar el vendaje de nuevo —señaló Sugawara—. Yo volveré por el momento al pabellón, Kuroo estará vigilando por aquí cerca —dijo a pesar de que Tetsurou seguía negando con su cabeza.
—¿Está seguro? Pueden ir a descansar, yo me quedaré con 'Samu' —dijo Yamaguchi apoyando una de sus manos sobre el hombro del chico, una acción dudosa que el ajeno le permitió.
—Claro que no Yamaguchi, no puedes quedarte aquí solo —Suga golpeó la espalda de Kuroo con una 'sutil' fuerza.
—Supongo que..., no tengo opción —acarició y talló su nuca con pesadez. Él no quería dejar a Yamaguchi solo con un desconocido que había intentando asesinarlo antes—. Pero si necesitas algo, sólo grita, ¿de acuerdo?
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1830
FanfictionEl período Edo se conoció, en toda la historia de Japón, como uno de los períodos más tranquilos. Pese a que la paz se mantenía imperturbable sobre sus ciudadanos, la nuevas generaciones continuaban una tras otra entrenando para ser los próximos nob...