Lo inmenso que Aoba Johsai resultó no se comparaba al templo de Fukurodani y tampoco Nekoma, sólo si se unían podría equilibrar la balanza de espacio, estructura y genialidad. Al menos, eso seguía alardeando Oikawa mientras los novatos repasaban los nuevos corredores.
—¿Quieres callarte de una buena vez? —Kuroo, sin esconder una sonrisa, miró por encima del hombro A Tooru—. Es grande, pero ellos tan solo necesitan saber dónde está el dojo central y en dónde dormirán, el resto irá por nuestra cuenta —pero cuando Kuroo hablaba de "nuestra" se refería realmente a que Akaashi les guiaría en lo que hiciese falta y él ya tenía consciencia de ello.
—¿Tienes algún problema? —dijo Tooru—. No entiendo el motivo o la razón por la que tu tendrías que acompañarnos. La guía turística es mi responsabilidad, los novatos de vuestros clanes están ahora a mi breve cargo. Corre detrás de Bokuto y coman el resto de la noche —y pese a decir aquello Oikawa jugó a manitas calientes con Kuroo quien se negaba también a retirarse. Bien, debía admitirlo, podía entretener su noche al molestar al Gran Rey.
—Akaashi —Yamaguchi llamó la atención de su compañero halando apenas una manga.
—¿Qué sucede, Yamaguchi?
—¿Por qué esos dos tienen tan pésima relación? Me da la impresión de que en cualquier momento ellos...
—Van a matarse —respondió Akaashi y Tadashi asintió—. No deberías intentar descifrar la relación que tienen esos dos, al fin y al cabo sólo es un conflicto personal, pero ellos son más amigos de lo que tú podrías creer.
—¿Amigos?
—No, mi error. Buenos conocidos, es un mejor término.
Tan pronto como todo el templo fue recorrido, los entrenadores del Aoba hicieron una pequeña reunión, una asamblea general con todos los clanes a sus pies. Cada clan sostenía una fila bien organizada, uno al lado del otro, casi preparados a una sola palabra para ir a batallar.
Eran disciplinados.
—Bienvenidos seais porque el templo de los caballeros los recibirá y tratará con gran honor —Yamaguchi intentó concentrar su atención en el elegante discurso que el viejo anunciaba; imposible, su mirada seguía recorriendo todo alrededor hasta divisar una cabeza con el cabello rubio. Tsukishima era alto, difícil no resultó encontrarlo—. Combatid y aprended todos los días. Mejorad vuestras habilidades, los viejos guerreros tienen mucho que ofrecer y los nuevos nunca se quedan atrás. La localidad los atenderá fielmente y servirá en todo lo que necesiteis. Es todo.
Fueron muy breves palabras, las justas y necesarias para que todos comprendieran y recordaran a lo que iban.
—¡Tsukki! —Yamaguchi levantó su voz en cuanto las filas rompieron. Corrió entre un par de desconocidos y finalmente Tsukishima a su alcance llegó—. Tsukki —Tadashi parecía tan aliviado, entusiasmado. Llevaba ya dos semanas aproximadamente sin ver a su mejor amigo, claro que iba a estar entusiasmado—. Tsukki.
—¿Acaso no conoces otra palabra ahora? —respondió, pero pese a sus frías palabras, Tsukishima esbozó por encima de algo disimulado lo que parecía una pequeña sonrisa. Hinata y Kageyama apreciaron el gesto, lo vieron, podrían jurar que vieron a Tsukishima–me–importa–un–rábano–la–vida sonreír al desconocido chico de cabello oliva.
—¡Lo siento Tsukki! —se encogió de hombros. Quizás, sólo por un instante, Yamaguchi si había olvidado cualquier otra palabra de un extenso vocabulario ante la emoción de ver nuevamente a su amigo. Se sentía reconfortado.
—Hey, Tsukishima —una voz delgada se escuchó—, ¿a caso lo que estoy viendo es una sonrisa?
Y su respuesta fue la mirada más asqueada y soberbia al enano de cabello naranja.
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1830
FanfictionEl período Edo se conoció, en toda la historia de Japón, como uno de los períodos más tranquilos. Pese a que la paz se mantenía imperturbable sobre sus ciudadanos, la nuevas generaciones continuaban una tras otra entrenando para ser los próximos nob...