XVI - La Tierra de Nadie

112 13 14
                                    

Advertencia: El capítulo que leerán a continuación, tiene en cierto punto escenas descriptivas de violencia. Recomiendo discreción. Las prácticas que aquí observen y lean es mera ciencia ficción. Esto es un fanfic hecho por y para medios de entretención. No busco propagar con ello violencia en ningún sentido. Muchas gracias. Con esta advertencia clara, pueden proseguir.

—————————————


—¿Qué ocurre? —Akaashi preguntó—. ¿Bokuto–san? Bokuto–san, ¿está bien?

Insistió una y otra vez en llamar al hombre que estaba cabalgando a su costado. Había estado acariciando la piel roñosa del animal, atento al camino y en guardia, pero definitivamente algo le sucedía, su ánimo lo delataban. Estaba (muy) tranquilo.

—Bokuto–san, si no responde pensaré que está ignorandome...

—Akaashi, ¿qué crees que sucedió entre esos dos?

—¿Esos dos? ¿Quiénes? —buscó lo que Bokuto estuviese mirando. Caminó más a prisa para verlo y allí estaba. Al otro lado del caballo y justo detrás de Bokuto, Kuroo caminaba con su espada en mano. Una expresión neutral, de todos los días—. ¿Habla de Kuroo–san? —Bokuto asintió—. Como todos los días, no parece haber nada diferente.

—Akaashi, ¿acaso no te das cuenta?

—¿Qué debería?

—Está molesto —Bokuto señaló su propia mandíbula—. Cuando lo está siempre hace el mismo gesto. Muerde el interior de sus mejillas y aprieta la mandíbula con fuerza.

Y Akaashi regresó la vista a Kuroo. Tal como lo decía su pareja, estaba ejerciendo fuerza en la mordida—. ¿Quiere que hable con él?

Bokuto negó—. Dejale solo. Lo haré yo después.

—¿Y a qué otra también se refería?

—Tada–chan —Bokuto tenía una expresión tan calmada y concentrada en sus palabras—. Ha estado nervioso desde esta mañana; incluso ansioso, diría yo. Pero definitivamente no es por el viaje o la frontera. Y de nuevo, se evitan.

—¿De nuevo?

—De nuevo.

Akaashi no dijo nada no porque no le importara. ¿Qué tan evidente debían ser esos dos para que Bokuto también lo notara? Kuroo y Yamaguchi no habían cruzado palabra en toda la mañana y parte de la tarde que habían caminado. Si lo hicieron en algún momento, fueron palabras muy breves.

—Bien —Nekomata levantó su mano y todos se detuvieron—. Tomaremos un corto descanso —era hora del almuerzo. No tardaron nada en festejar el receso con alimentos en mano y abrigos en el cuerpo. El frío amenazaba finalmente con congelar—. Ukai, permite a los caballos descansar y abastecerce en ese rincón...

—¡Yamaguchi! —Hinata saltó sobre el chico. Kageyama caminaba detrás suyo y Yachi también. Tsukishima ya estaba sentado su lado y todos comían—. Deja de ser tan egoísta. Compartes todo el tiempo solo con Tsukishima. Siempre que preguntamos por tí, el Idiota niega una respuesta verdadera.

—¿Una respuesta verdadera? —Yamaguchi se burló. Podía imaginar qué respuestas le daba su mejor amigo al hombrecillo, no le resultaba nada difícil escuchar la voz en su cabeza—. ¿Cómo es una respuesta verdadera para ti, Hinata?

—Uh... —apretó el palillo entre sus dedos y comió más a prisa—. No lo sé, ¡algo bueno! Una pregunta conlleva una respuesta.

—Vaya, ¿y la lluvia también moja? —respondió Tsukishima. De nuevo, Tadashi se burló y ello comenzó una discusión en la que Kei parecía poco o nada interesado en escuchar. Disfrutaba provocarlos, que cruel era.

1830Donde viven las historias. Descúbrelo ahora