XII - Advertencias

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Camino a Karasuno, Yamaguchi brincó. Brincó de felicidad, de emoción, de temor y ansiedad.

Los sucesos de la última noche lo habían dejado mentalmente agotado y físicamente, el viaje a Karasuno también iba a joderlo un poco más.

Cuando llegó junto a Kuroo y buscó comida para Airhead, Akaashi le dio la noticia. Su expresión no denotaba más que cansancio, sin embargo, compartió parte de su alegría. 

—Pecas, ¿estás listo? Ya todos terminaron de redactar sus cartas, ¿qué te toma tanto tiempo? —recostado en el marco de la puerta y cruzado de brazos, seguía observando a Yamaguchi tan ferozmente que el chico temía y al final tendría un hueco en su nuca.

—Kuroo, te dije que esperaras afuera junto a los demás —con la pluma en su mano, el dedo índice daba leve golpecitos a la mesa de madera—, quiero avisarle a mi madre todo lo sucedido, pero no quiero asustarla.

—Tarde o temprano ella se enterará, será mejor que sea por tu mano y no por otra. Nekomata se molestará si no regresas pronto —y se marchó.

Al final, después de echar tanta mente a las palabras correctas, Yamaguchi tuvo que enviar una carta con tachones y malos borrones, pero era su mejor carta escrita en tiempo express. Nada que preocupara a su madre para imaginarla en vela cada noche.

Retomaron el viaje. A diferencia del viaje anterior, todos iban más abrigados, el clima seguía disminuyendo lentamente. A veces, Bokuto recalcaba lo muy buena que era Airhead y lo poco que debía caminar gracias a ella. A veces, le ofrecía su puesto a Akaashi y en otras ocasiones era robado por el equipo de Nekoma.

—Deja de fanfarronear con tu caballo —escupió Kuroo.

—Yo lo gané, puedo fanfarronear todo lo que quiera... —estiró su cuello un poco para preguntar a Akaashi—. ¿Qué es fanfarronear?

—Fanfarronear significa alardear Bokuto–san, hablar todo el tiempo de una misma persona, animal o cosa. Presumir.

—Exacto. Puedo fanfarronear todo lo que quiera de él —infló su pecho orgulloso.

—Ella —corrigió Kuroo.

—¿Es mujer?

—Claro, su nombre deriva también del femenino.

—¿Y cómo estás tan seguro que es hembra y no un macho como yo?

—Porque ella —recalcó su género—, no tiene algo que a ti y a mi nos sobra entre las piernas —señaló el trasero del caballo que galopaba enérgicamente en frente suyo moviendo su cola de un lado a otro. En este momento, Yamaguchi era el encargado de dirigir a Airhead mientras los superiores discutían tontamente.

Bokuto achinó los ojos y se agachó. Seguía el paso observando más y más bajo. ¡Era cierto! ¡No había nada entre sus piernas!

Airhead, en cambio, al notar las risas de los dos hombres detrás suyo, decidió que era hora de obtener  privacidad y ahuyentarlos con lo mejor que podía hacer: expulsar sus alimentos luego de ser procesados.

—¡Qué asco! —gritaron los hombres partiendo por la derecha y la izquierda para avanzar. Todos lo hicieron, dejaron atrás a Airhead con su peste y culparon a los maestros de los clanes por provocarlo. Allí comenzó una pequeña discusión absurda.

No mires hacia atrás Tadashi, no lo hagas. Se repitió mentalmente el pecoso.

—Siempre es vuestra culpa —murmuró Yaku, no queriendo ser parte de la bulla sin dejar de estar presente. Era un pequeño debate entre a quién dirigía la palabra.

1830Donde viven las historias. Descúbrelo ahora