—Entonces, ¿qué es lo que desea usted que haga para cumplir con mi castigo, maestro?
—Pareces estar de muy buen humor.
Yamaguchi caminó detrás de Kuroo con la poca iluminación que el Tōrō de Akaashi les brindaba. Sentía ese molesto escalofrío cuando pisaba una hoja seca o una rama se movía inquieta por el viento.
—Pese a que mi primer enfrentamiento oficial fue vergonzoso —sin duda, sus palabras y su rostro admitía ese hecho— fue en general un buen día. Kuroo, ¿por, por esta vez puedo ir delante suyo? —suplicó, ojeando constantemente a un costado y luego al otro. El perímetro estaba despejado.
—Pecas, en serio, no hay ningún Hyosube o demonio siguiendonos el paso, el único se quedó en los baños pateando a un mitad ruso.
—No lo digo por los demonios, ellos solo pasean en la madrugada.
—¿Entonces, a qué le temes en este preciso instante? —enarcó una ceja. Sabía que esa era la única razón por la que Yamaguchi odiaba pasear solo en las noches, pero nunca estaba demás molestarlo con aquello.
—No importa.
—Vamos Pecas, ¿a qué podrías temerle cuando estás con el gran Kuroo–Sama defendiendo tu frente?
—No hay nadie a mi espalda —murmuró—. Es, me da muy mala sensación cuando soy el último de la fila. La última persona en un lugar siempre es la más perjudicada.
—Oh, claro que no, ¿qué no has aprendido nada tan sólo viendo la guerra? El frente es el peor lugar para estar. Siempre es peor estar en primer lugar. Eres el primero en morir.
—Pero no hay nadie esperando por nosotros al frente, Kuroo —Tadashi vociforeó en un tono de voz tan suplicante, seguía ojeando a sus costados casi esperando que una verdadera razón apareciera para excusarce de no ser el último entre los dos.
—Bien, bien, ven aquí —suspiró. Yamaguchi podía ser un niño en ciertas ocasiones –aunque eso lo encontraba muy tierno–. Lo tomó de los hombros y le dio un espacio delante suyo, tal como quería. Kuroo simplemente sirvió de niñero en ese instante, llevando a un complacido pecoso que caminaba al fin seguro.
—Entonces...
—Oh, sí. El castigo —Llevó una mano a su mentón y cerró sus ojos fingiendo pensar difícilmente en ello—. Dejame ver. ¿Qué podrías hacer para mejorar habilidades y de paso complacer mis caprichos?
Aquello le hizo mucha gracia al menor. Kuroo era muy directo y en realidad, él ya estaba acostumbrado a eso.
—¿Qué opinas de un masaje en los pies, Pecas?
—¿Un masaje en los pies?
—Un masaje en los pies —afirmó.
—¿Por...? ¿Y eso como me ayudará a mi a mejorar habilidades? —Tadashi frunció el entrecejo no por molestia, solo era un signo de mera curiosidad.
—¿En qué? Buf, muy sencillo —esta vez su silencio se debía porque en serio necesitaba pensarlo. Un castigo no implicaba parte de su trabajo como el maestro de Yamaguchi; la apuesta sólo era el hecho de aprovecharse de su compañero, sea cual fuese su relación—. El saber masajear los pies de una persona podría enseñarte a hacerlo tan maravillosamente que un futuro Tsukki agotado querría recibir tan placentera bienvenida.
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1830
FanficEl período Edo se conoció, en toda la historia de Japón, como uno de los períodos más tranquilos. Pese a que la paz se mantenía imperturbable sobre sus ciudadanos, la nuevas generaciones continuaban una tras otra entrenando para ser los próximos nob...