Tan pronto como Yamaguchi escapó, se escondió de verdad en su habitación no de algún demonio -comenzaba a sospechar de su existencia- si no de su maestro.
Akiteru nunca le había hablado sobre una relación bu-shudo y gracias a eso su primer beso se había esfumado como el chasquido de un dedo. Rápido. Se ahogó en sus sueños tan consciente ahora de que sus estudios en la escuela de guerreros avanzaría rápidamente. Se esforzaría realmente en ser una gran vaina.
-Olvidé mi linterna en el patio trasero -talló sus ojos fastidiado. Ya fuera por Kuroo u otro individuo, luego recuperaría su precioso Tōrō que le acompañaba todas las noches y debía asegurarse de solicitar más velas, necesitaba abastecerse de recursos sagrados.
Tan pronto como la mañana llegó, Yamaguchi se sorprendió al notar que era casi el único en el templo. A penas dos de sus compañeros se avistaron caminando con total relajación. Era domingo, lo había olvidado. Todos debían estar visitando a sus familiares o seguramente aprovechaban el día de descanso para dormir como nunca. Tadashi buscó su desayuno, tan solitario y silencioso que se aterró. La falta de Bokuto en el comedor se sentía tan inmensa que terminó su comida en tiempo récord, aturdido de escuchar la cuchara chocar contra el plato.
Visitó como dijo todos los alrededores de los templos. Solo una semana después por fin recorría a Nekoma por primera vez, tan silencioso también. Eran después de todo las diez de la mañana. El templo de Fukurodani y Nekoma no eran muy diferentes, se distinguían por la distribución de sus estructuras, pero no veía un cambio.
El almuerzo pronto llegó y, esta vez, Bokuto y Akaashi le invitaron a almorzar en el comedor de Nekoma, quiso negarse, pero era Bokuto después de todo de quien hablaban. Era también la misma comida y el mismo barullo entre los pocos compañeros que aún permanecían en esas tierras. No fue de extrañar que Kuroo se uniera al almuerzo. Yamaguchi mantuvo su mirada tan fija en el plato de comida que determinar el material, las grietas y cuándo fue fabricado no fue ningún problema. Kuroo, en cambio, por cada cucharada que llevaba a su boca, una mirada llegaba a Tadashi.
-Akaashi.
-¿Qué sucede Bokuto-san?
-Hace un rato Konoha estuvo buscándote. Parecía importante. ¿Sucedió algo?
Akaashi pareció pensarselo unos segundos, eso llamó la atención de los otros tres jóvenes en la mesa. Al fin Yamaguchi levantaba su miraba.
-Los entrenadores tuvieron una reunión. Recibieron una carta por parte del Aoba Johsai -picó el katsudon con sus palillos.
-¿El Aoba Johsai? -Kuroo preguntó, sorbiendo la sopa de miso que consumía-. ¿Qué quieren ahora esos engreídos?
-Sólo lo dices por Oikawa El-Gran-Rey Tooru, ¿verdad? -mencionó Bokuto, usando su codo para empujar el brazo del gato.
-Así es. ¿Qué decía la carta? -reiteró.
-Un campamento de tres días en su territorio.
-¿Eso decía? -Bokuto se mostró muy sorprendido. Akaashi asintió. Normalmente era Nekoma quien tomaba siempre la iniciativa de un campamento de entrenamiento donde los guerreros experimentados compartían su conocimiento mientras los novatos se llenaban de nueva experiencia. Aún era bastante apresurado hacer un campamento cuando los nuevos nisiquiera se acostumbraban al horario que tenían-. Eso sí es toda una sorpresa. ¿Los entrenadores aceptaron?
-Aún está en debate.
-¿Lo están considerando? -Kuroo llevó el puño a la mesa con algo de fuerza, sorprendiendo superficialmente a Tadashi-. No llevamos más que una semana con los recién iniciados. Estudiantes como Yamaguchi ni siquiera conocen códigos básicos que se requieren antes de una batalla. ¿Qué creen que están pensando?
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1830
FanficEl período Edo se conoció, en toda la historia de Japón, como uno de los períodos más tranquilos. Pese a que la paz se mantenía imperturbable sobre sus ciudadanos, la nuevas generaciones continuaban una tras otra entrenando para ser los próximos nob...