Café

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Mi cuerpo se encontraba en un largo y profundo respiro ¿en verdad? claro que si, por fin me encontraba tan ligera y tranquila que podía flotar simplemente en mi cama. Hace días la oficina era mi unico hogar, quien diria que manejar una empresa millonaria internacional consumiría mi vida y mi tiempo por largos años, que, para mi suerte a unos meses estaba a punto de acabar ese martirio. Había logrado lo que pocos empresarios habían podido hacer en toda su vida, a mis casi 40 años podía retirarme con un jugoso sueldo y respaldo de mi patrimonio. Es verdad, con esfuerzo, dedicación y creencia se había cumplido mi sueño de poder decir adiós al terrible escritorio de madera y las ortodoxas cadenas de clientes y negocios.

-¡¿que?!- Había despertado de la nada, mi cuerpo estaba sensible y un ligero ruido desde la ventana era lo suficientemente estruendoso para despertarme. ¡vaya vecinos que me habían tocado esta mañana! - ¿Qué sucedió?

Estaba desnuda entre las mantas blancas y grises de mi cama ¿Estaba sola? ¿había soñado el regreso de krystal? Seguramente. Estaba sola en mi habitación a las 7:30 de la mañana con las cortinas cerradas y sin ningún ruido o señal de vida a mi alrededor.

Mi vista se había hecho un desastre, todo parecía manchas y desequilibrio, después de tantas letras y ordenadores en la empresa Liu, ahora cada vez que despertaba necesitaba de mis gafas, cosa que antes podía soportar por varias horas frente a una pizarra.
El tiempo ya estaba pasando sobre mi y peor aun, cobrando factura a mis excesos.

-Buenos dias...- una voz  desde la puerta me había hecho saltar de mi lugar. No era un sueño y no estaba sola, era krystal Jung frente a mi en compañía de una pequeña charola y una resplandeciente sonrisa que, para algunos era poco gentil pero era autentica, era discreta, era hermosa, era de aquella mujer que amaba.

-Te queda bien mi pijama - No podía dejar de sonreír, era una chica extraordinaria.

Paseaba entre mi habitación con lo que era una enorme camisa de baloncesto estampada con "Lakers"
¿Dónde habíamos dejado nuestra ropa? Era un enigma y al parecer a ella  no le molestaba solo tener ese pedazo de tela.

- Es una pijama cálida, huele a ti... con eso basta- Negó despreocupada, moviéndose entre las sabanas, dejando a un lado el desayuno y sin mayor aviso, plantándome un beso suave, tierno y delicado  en los labios. - Su alarma sonó repetidas veces a las 6:30 am pero no quise despertarle.

- ¿Aun seguirás llamadome de tu? - Reía ante el ligero sonrojo de su rostro - Anoche no había un Tú, mas bien eran ordenes.

-Aun... tengo esa costumbre - Colocaba ambas manos sobre sus blancas y tersas piernas. - Pero... supongo que tampoco seré Señorita Jung ¿Verdad?

-Claro que no Soo Jung - Su mano era delicada, era moldeable a la mía y casi con un imán se unían sin poder repelerse.

- hi... hice el desayuno - Mordiéndose los labios avergonzada y con extremo cuidado jalaba del metal que contenía un perfecto y detallado desayuno. Pan tostado, jugo, café y huevos fritos. Era el típico desayuno americano de una película romántica, sin embargo este manjar tenia su toque especial.

-¿Me dirás como hiciste  el corazón en la espuma de café? - Tomaba un sorbo de la taza que difícilmente quería tocar, era un perfecto corazón.

- A pesar que hice un gran esfuerzo por no hacer ruido - sonreía encantada-  en la universidad hice de un amigo que me enseño a servir café. -Negaba divertida - Es uno de mis mejores amigos, tiene una cafetería en el centro de la ciudad. - Su mano recorría mi rostro, cuidadosamente recorriendo mis mejillas  hasta llegar a mis gafas.

-Lo que me sorprende es que encontraras cosas comestibles en este departamento. - Tomaba de su mano guiándola directamente a mis labios y como resultado una tierna y sonrojada sonrisa.

In you love  TEACHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora