Parte 27 - De regreso a casa

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Todo estaba oscuro, el sonido era casi nulo en los oídos de Ethan, pero ese molesto zumbido nuevamente rondaba por su cabeza. Estaba tan confundido que ni siquiera era capaz de enfocar bien su visión para darse cuenta donde estaba, sus ojos se abrieron para observar su alrededor

Poco a poco se fue recuperando, apoyó ambas manos sobre el suelo arenoso y lleno de cadáveres de peces que parecían ser recientes mientras la corriente de las olas chocaba suavemente con sus brazos.

Tras unos segundos de mirar hacia la playa, comenzó a escupir violentamente agua y sangre, probablemente porque su estómago se había llenado, cosa que nuevamente le hizo caer rendido sobre el agua salada del mar, agotado por haber vaciado su cuerpo tan bruscamente.

Viendo su alrededor se dió cuenta, estaba en un lugar extraño del que jamás había escuchado, una especie de aldea en un estado avanzado de abandono, pues no se podía percibir señal de vida alguna allí. 

La madera de las pequeñas casas estaba tan deteriorada que parecía que en cualquier momento se iban a caer en pedazos, mientras que los pilares de madera que las sostenían para elevarse sobre el agua estaban a punto de colapsar.

En ciertos lugares había abundantes grupos de percebes adheridos a las rocas, por lo que era fácil darse cuenta del gran tiempo que ese lugar había estado sin ningún habitante.

Klein se incorporó cómo buenamente pudo, el cielo estaba nublado y de él caían leves gotas de lluvia, era un fenómeno bastante peculiar, pues recién habían contemplado un vibrante sol durante su viaje, pero parece que tras ser arrastrado hacia la costa, una tormenta se aproximó junto a él, quizás por la acción de Aldrich al atraer los relámpagos.

Todo estaba en absoluto silencio, lo único que era audible para él era el leve oleaje que había en esa playa, además del sonido de las aves que revoloteaban a su alrededor, esperando para llevarse alguno de esos peces que de habían convertido en presa fácil.

-Que extraño... ¿Dónde estoy?- Era algo aterrador ver la cantidad de peces muertos que había en la orilla, siendo llevados y traídos de vuelta a la cosa por el agua, pero algo más inquietante era preguntarse cómo habían llegado a ese estado.

Ethan comenzó a caminar hacia la orilla, dónde el agua no lo alcanzaría, cuando detrás suya lo que parecía ser una gran roca se hundió, alertando enseguida a Ethan, quién observó perplejo lo que sucedió, ya que por lo visto, aquello no era una roca.

Él empezaba a preguntarse si nuevamente estaba alucinando, pues aquel lugar tenía un aura similar a la de sus constantes mundos imaginarios y distópicos que solía visitar.

Se sentó sobre un barril semi enterrado sobre la arena para recuperar el aliento, y de pronto, un fuerte dolor de cabeza acompañado de voces se hizo presente, voces que constantemente repetían su nombre, sentía cómo poco a poco su cordura se iba perdiendo más y más.

Luego de unos segundos serenando su mente, Ethan suspiró y se giró un poco, sólo para ver delante suya el cráneo de lo que parecía ser la criatura que había asesinado durante la noche, aquel Leviathan, nombre que Abraham mencionó.

Él se acercó para observarlo de cerca, era increíble cómo sus huesos parecían haber quedado sin un rastro alguno de carne de la noche a la mañana.

Su mano recorrió suavemente el duro hueso de la criatura, se veía claramente los rastros de cómo fue empalada desde la cabeza, provocando su muerte, aunque el resto del cuerpo al parecer se había perdido.

Ethan entonces escuchó su nombre ser susurrado, y a lo lejos, en el horizonte de dónde vino, una gran figura semi humana yacia flotando sobre el mar, aunque a juzgar por la distancia a la que estaba, era fácil darse cuenta de que se trataba de un ser enorme, el cuál tras cruzar miradas con Klein, fue desvanecido por una especie de bruma que llegó a cubrir el océano.

Los ojos de un hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora